Ariana
El tiempo avanza y cada día en la oficina con Simón es un desafío que me impulsa a superarme porque cada orientación que me da me enseña más que todo lo que he aprendido en todos mis semestres de carrera. Estoy adorando estar aquí, tan cerca, y ser la mano derecha de uno de los hombres más profesionales e inteligentes que conozco, aunque tengo que confesar que en ocasiones, con una sola de sus miradas, me ruboriza y provoca en mi interior cosas que ningún otro me había hecho sentir.
Hago intentos vanos por controlar mis ojos, pero es inútil, por más que lo intento, mi mirada a cada nada lo busca, y lo sorprendo enfocado en mi dirección, y esos ojos tan hermosos me expresan tanto, que me es inevitable no desear acercarme y plantarle un beso. Me siento tonta por desearlo tanto y no tener la iniciativa de buscarlo, pero, prefiero ser reservada porque estoy segura de que si iniciamos con un solo beso en esta oficina no frenaremos y las cosas pueden pasar límites en nuestro sitio de trabajo. Prometimos por el bien de los dos en este lugar, ser cuidadosos y fingir que nada pasa entre nosotros.
Suspiro profundo y dudo un poco antes de pararme de mi silla, porque cada vez que me acerco a él, y me siento a su lado para recibir mis tutorías, cada vello de mi cuerpo tiene una reacción involuntaria que no puedo evitar.
«Eres casi una profesional, Ariana, y debes comportarte como tal» —Me exijo mentalmente, y con documentos en mano, decido acercarme a su escritorio para aclarar unas dudas que tengo sobre un proyecto.
—Señor, ¿podría explicarme un poco más sobre el proyecto de tutoría académica del que me habló ayer? Me gustaría entender cómo se llevará a cabo y cuál será mi rol en este programa —le pregunto, buscando claridad y orientación en este nuevo emprendimiento, con una sonrisa nerviosa me siento a su lado, extiéndale las hojas.
Insisto en que me siento tonta porque llevamos semanas viéndonos y volviéndonos locos en medio de besos que no frenan, aun así, por más que él me insiste en que deje la formalidad y no le diga, señor, me es imposible no hacerlo. Sobre todo aquí donde siento que las paredes tienen ojos y oídos.
Simón levanta la mirada y sus ojos se encuentran con los míos. Como si un imán me atrajera y me anclara a ellos, me quedo ahí, fundida en su mirada teñida de ese azul intenso que me roba la calma. Mis pensamientos vuelan a unos de nuestros tantos encuentros nocturnos y me quedó ahí por segundos que parecen eternos, congelada en esos recuerdos donde estoy enredada en los brazos de mi profesor, disfrutando de sus besos mientras fantaseo en que llegamos mucho más lejos que solo besos.
—¿Me escuchas? Ariana ¿Te pasa algo?
La voz ronca de este hombre tan hermoso me trae de vuelta a mi realidad y vuelvo a conectar con el majestuoso océano que carga en sus iris, notando esa complicidad que parece iluminar sus ojos al mirarme.
—No, no sucede nada. Solo que, necesito que me explique el proyecto para poder empezar con sus requerimientos.
Asiente, tranquilo, y como si nada, agarra mi mano y me da un beso en mis nudillos antes de que comience a explicarme en detalle lo que le pido.
Detalla cada punto de las hojas, subrayando lo más importante con un entusiasmo que evidencia lo mucho que le gusta su trabajo. Me explica que el programa de tutoría tiene como objetivo brindar apoyo académico y emocional a estudiantes en situación de vulnerabilidad, ofreciéndoles la oportunidad de recibir orientación personalizada y recursos para mejorar su desempeño académico y bienestar general.
Entre miradas furtivas y roces involuntarios de nuestros dedos al intentar agarrar las hojas, vuelve a suceder lo mismo. Mi piel reacciona a su tacto y mis vellos cobran vida al instante
—Nuestro enfoque será identificar a los estudiantes que más necesitan ayuda y asignarles tutores capacitados que los guíen en su proceso de aprendizaje. Aquí entramos nosotros y te necesito enfocada, porque los dos somos los encargados y responsables del éxito de este programa —me dice, con una mirada de confianza en sus ojos.
Quedo sin poder hablar y sin poder moverme cuando mi cerebro parece congelarse por estar perdida en sus gestos.
—¿Sucede algo? —Pregunta al darse cuenta de mi estado de hipnosis. Me doy una cachetada mental y reacciono rápido para recobrar la compostura.
—Ariana, es importante que tengamos claros todos los aspectos de este proyecto. ¿Entiendes la importancia de cada etapa y cómo impactará en el resultado final? —me pregunta con su voz ronca y muy profunda resonando en la oficina.
—Sí, señor, lo entiendo. Estoy comprometida con este proyecto y haré todo lo posible por asegurarnos de que sea un éxito —respondo, sintiendo la cercanía de su presencia y la electricidad que parece fluir en mi cuerpo sin que yo pueda evitarlo.
—Perfecto, necesito que te pongas manos a la obra, por favor. Filtra a cada estudiante de primer semestre, verifica su rendimiento y falencias para así determinar quiénes necesitan más apoyo. Luego seguimos con los de segundo semestre y así sucesivamente con el resto ¿De acuerdo?