Un cielo nocturno sin estrellas -Libro 2 Jeon Jungkook

¿Es mucho pedir? pt 2

Después de dejar todo listo, salimos a dar un recorrido por el jardín hasta llegar a la terraza y sentarnos a observar el movimiento de las olas —¿Te gusta la vista? —preguntó la abuela mientras me miraba a mí y luego al mar.

—Sí, me siento tranquila al observar como las olas van y vienen —dije con una sonrisa —creo que sí me hubiese arrepentido de no haber aceptado venir con ustedes. Este lugar es hermoso, no me cansaré de decirlo.

Ella sonrió y tomó mi mano —te dije que te gustaría, muchas veces me llegué a sentir perdida, no sabía cuál era mi lugar en este mundo, ni siquiera sabía que sería de mi conforme pasaran los años, estaba llena de dudas, pero entendí, que solo hay que seguir, un día estas perdida, pero si solo sigues y no te rindes, en algún momento habrá pasado la tormenta y encontraras el camino. Hay veces en que la vida te pone pruebas muy difíciles, para encontrar los lugares adecuados donde te sientes en paz, tranquila y donde conoces a las personas adecuadas en el momento oportuno, tal vez te has alejado de tu familia, pero nos has encontrado a todos nosotros, y no dudes que la mayoría, sino todos, te aceptaremos así.

—Usted es más que suficiente para que yo sea feliz aquí, es como mi abuela de verdad, es lo mejor que me pudo pasar desde que hui de mí.

—Es que muchos no sabrán apreciarte como la persona valiosa que eres, así que estoy feliz que me consideres como tal. El tiempo que estes aquí, podrás contar conmigo, si necesitas a alguien con quien hablar.

—Se lo agradezco mucho, siempre he preferido guardar todo para mí, las pocas personas en las que llegué a confiar me dejaron, y de otras me alejé, tener a alguien más y aquí es lo mejor que me pudo haber pasado.

Las tardes se pasaron así, hasta que se reunió toda la familia, y tal como lo había mencionado la abuela, Diana era algo arrogante y superficial, aunque viendo como era con todos, tal pareció que solo lo hacía para llamar la atención. Todo lo contrario a Fiorella, quien había venido hasta mi después de saludar a la abuela y a su madre, me abrazó con entusiasmo diciendo que ya tenía una persona con quien hablar aquí que no fuera su prima ya que estaba cansada de sus charlas repetitivas.

—Vayan a dar un paseo, más tarde empezaremos a preparar todo para mañana —Alejandra entro a la habitación donde nos encontrábamos los cuatro, contándome cosas de ellos para que nos conociéramos más.

—Preferimos descansar aquí tía, el viaje fue largo, sigo con Jet lag —dijo Diana recargándose en el respaldo de la cama.

—Diana, ya llevas dos días aquí, el Jet lag se te pasó hace rato —dijo Fiorella lanzándole una almohada.

*******

Las fiestas nunca fueron lo mío, y menos las cenas familiares que trataban de tener esa esencia de familia, porque siempre terminaban en esos comentarios ofensivos de mi madre hacia mí persona, después venia mi hermana a tratar de consolarme o mi padre, pero sin tener ese efecto que esperaban, solo hacían que el dolor fuera más latente, por lo que siempre me preguntaba si era mucho pedir un día feliz con mi familia.

Ver a todos reunidos conversando, contando anécdotas de lo que fue del año, o del día que salieron rumbo al aeropuerto, los planes que tenían para los próximos días, la próxima cena que sería la de año nuevo, o que planeaban hacer por la mañana, que según los niños era abrir los regalos.

Conocer al resto de la familia fue agradable, porque no preguntaron mucho sobre mí, solo de donde era y como es que había llegado ahí, lo normal, pues soy una desconocida que ha llegado a su familia.

—Oye Tn, ¿me pasas tu número para agregarte a mis contactos? —pregunto Diana acercándose a mí con su teléfono en las manos.

—No tengo teléfono —fue lo primero que dije, pues desde que estaba en el rio Han lo había dejado en la mochila apagado y no quería prenderlo por ahora, lo había olvidado con todo lo sucedido y apenas volvía a mi mente.

—¿En serio? —pregunto Fiorella esta vez a lo que yo asentí —¿por qué?

No es de mi agrado mentir, pero no quería tener ese teléfono cerca o podría llamar a cualquier persona que estuviese entre mis contactos —no funciona, y se me olvidó conseguir otro cuando llegué, enfermé así que no me paso la idea por la cabeza.

—Podríamos ir mañana a la plaza y comprar otro —propuso Diana.

—Sí, podemos ir un rato y ver que te gusta después de almorzar, será bonito salir después de tantos días aquí solo viendo el mar.

Reímos ante las ocurrencias de Fiorella, ya tenía esa idea y por lo visto, no se le iba a salir de la cabeza hasta haber obtenido lo que se propuso. Después de la cena, y de conversar un rato todos fuimos a dormir, bueno casi todos, yo me encontraba en el balcón observando como las olas comenzaban a chocar con más fuerza contra la orilla, y como la luz de la luna se perdía entre las nubes que habían comenzado a hacer aparición desde la tarde.

Después de todo lo ocurrido, solo pasa por mi mente una cuestión, ¿es mucho pedir el querer ser feliz en este mundo lleno de caídas y ascensos? Estar con una familia que se siente tan bien, pareciera que algún día me va a dejar de lado, así como me hicieron antes mis padres, dejar todo no fue de mis mejores ideas, pero estar aquí en estos días me ha ayudado mucho, no tanto como yo quisiese, y puede que esto lo esté pensando con algo de dramatismo, pero es difícil no hacerlo.




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