Un cielo nocturno sin estrellas -Libro 2 Jeon Jungkook

¿Es mucho pedir?

Quería ser libre, tener una vida normal, o al menos ser un poco más feliz, experimentar una sensación de bienestar, pero no del momentáneo que viene y se va, no quiero algo efímero, quiero un para siempre, pero tengo miedo a que se pase como si nada y no pueda vivirlo.

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—Hay muchas cosas por las cuales te puedes sorprender, pero has elegido sorprenderte con las cosas que pueden pasar pocas veces en la vida, los pequeños detalles que muy pocos notan, ¿sabes? Eres una persona muy especial —dijo Andy mientras contemplábamos el amanecer —he conocido personas, pero pocas se toman el tiempo de observar eso.

Sonreí ante sus palabras, ahora me doy cuenta de que puedo conversar con mayor libertad, aunque sigo sintiendo algo de miedo, aún sigo ocultando una parte de lo que soy, aún sigo con esa armadura que no sé descifrar, poque ha estado conmigo durante tanto tiempo —creo que he tenido suficiente de lo material, no es algo que me acompañe como los recuerdos de los bellos lugares, de lo que pasa una vez en la vida, porque nunca me falto algo de lo material, pero necesitaba algo más para ser feliz, y el único refugio que me hizo feliz fueron esas pequeñas cosas —dije sintiendo ese atisbo de tristeza al recordar ese pasado.

—Sé que solo le has contado a la abuela lo que te ha pasado, pero ¿has pensado en ir a terapia? Creo que todos afrontamos lo que nos rodea de una manera distinta, porque nos hemos forjado diferente, entendemos todo a nuestra manera, pero hay momentos en los que se crea esa línea entre hacerlo todo tu misma, o aceptar que no puedes con todo.

—Sí, hace unos meses estuve en eso, esta vez no lo pensé solo salí de mi casa, o la que consideraba mi casa y ahora estoy con esta bonita familia, en este hermoso lugar viendo un lindo amanecer al lado de un nuevo amigo.

Después de conversar un rato más, volvimos a casa donde nos encontramos a la abuela al lado de Anelisse y Alejandra preparando el desayuno —ey buenos días, chicos —dijo Anelisse haciendo que las dos mujeres voltearan a vernos —Buenos días —respondimos nosotros al igual que la abuela y Alejandra.

—¿Qué hacen despiertos tan temprano? —preguntó la abuela acercándose a nosotros.

—Era un buen momento para apreciar el amanecer, y como dejaba de brillar la luna —respondí. —¿Necesitan ayuda en algo?

—No querida, vayan a la mesa, aquí ya casi está todo listo y la abuela ya puso la mesa, así que no se preocupen por eso —dijo Alejandra haciendo que saliéramos de ahí rumbo al comedor.

El desayuno transcurrió con tranquilidad, entre conversaciones que dieron inicio a un ajetreado día, era el inicio de ese cambio que estuve esperando por tanto, era el momento de aprender a vivir por mi cuenta, pero no sola esta vez.

Por primera vez estaba con personas que se sentían como una familia, aunque no eran mi familia de verdad. Me sentía como una extraña al entrar a un lugar donde también me tomaban en cuenta, cuando antes solo había sido mi hermana, mi padre siempre trato de hacerlo, pero era más valiosa la palabra de mi madre que lo que pudiese llegara a sentir.

Es fácil ver como una persona rota comienza a levantarse y juntar cada trozo de eso que se rompió, pero vivirlo es más complejo, no sabes si estás haciendo las cosas bien, si vale la pena, porque no sabes que vendrá después, pero solo sigues, y así me encuentro hoy, levantando cada pedazo de mí que se encargaron de tirar, ahora los estoy tomando para reconstruirme, ¿Cómo lo hare?, no tengo ni la menor idea, pero por ahora solo quiero vivir un poco más.

Nunca había celebrado la navidad, eso era solo para enamorados que creían en eso, o personas de otros países y algunas otras personas que poco a poco iban adaptando las costumbres de occidente, porque las costumbres del país no hacían de esto algo de interés, realmente no está muy integrada esa tradición al país, por lo que pasa como un día algo común, y en cuanto a año nuevo, no hay mucho que decir al respecto, nunca me había sentido emocionada por pasar alguna de esas festividades, pues no tenía motivos para hacerlo.

Mientras ayudábamos a terminar de ordenar la cocina después del desayuno, la tía Anelisse sugirió que saliéramos un rato, así aprovechábamos para dar un paseo donde me mostrarían el lugar y además iríamos a comprar algunas cosas para la comida, pues la abuela se había centrado en hablar con sus familiares que se encontraban en el extranjero y probablemente se tardaría un rato más.

Durante los días que estuve en la ciudad de México, y lo que llevo aquí, me he sentido diferente, todo se sentía extrañamente agradable, como si lo que pasó doliera un poco menos que antes, aunque siguiera ese dolor enterrado en mi corazón.

—Aquí es un lugar donde hemos pasado gran parte de nuestra vida, poco a poco se fue integrando la familia, pero mis abuelos desde que se conocieron decidieron hacer su vida en este lugar, algún tiempo vivieron en la ciudad, pero este ha sido el lugar donde forjaron su vida y la de mis tíos —dijo Andy mientras caminábamos entre los pasillos del super detrás de Anelisse.

—Woow, por lo que veo son muchos años ¿verdad?

—Así es, todos nacieron aquí, después han ido viajando a diversos lugares, y es por eso por lo que algunos miembros de la familia se encuentran en el extranjero, y en otros estados del país.

—Es asombroso, mi familia es muy pequeña, a mis abuelos los veía muy poco, no fui una persona que tuviese una buena relación con ellos, solo tengo una tía, la hermana de mi papá es muy amable, aunque se la pasa de viaje, la admiro mucho, aunque no la he visto desde hace tiempo.




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