Un matrimonio con el Diablo

5: Siempre debo ganar

No se arrepentía de su decisión relativa a contraer nupcias por segunda vez, sin embargo, se había cuestionado sobre los límites de utilidad. Es decir, se encontraba haciendo cálculos respecto a cómo usaría a Bahar en su plan. Le adelantó a la joven que su deber giraba en torno a los gemelos, aún así, no podía invertir tanto para un simple trabajo que claramente ya lo desempeñaban las niñeras de la mansión. 

En búsqueda de Bahar, no creyó que ese parásito fuera tan débil como para ser derribada por él. Fue su error esperar mucho de una mujer de clase baja y origen humilde. Asimismo, escuchó que parecía no ser del agrado de los gemelos. Por tal razón, era justificable si se deshacía de alguien incompente. Siendo Thessar como era, no estaba para convivir con la basura, así que la posición de Bahar era inestable ahora. Eso había pensado de camino a la habitación femenina hasta que dicho pensamiento se esfumó.  

—Eres demasiado lenta. —hizo hincapié de mala forma, alargando sus pasos. Esto hizo imposible que la muchacha lo siguiera, puesto que Thessar se desvió a propósito hacia los jardínes. —Me ha llegado un reporte. —contó sin entrar en detalle, entonces se detuvo frente a un árbol del cual colgaba un columpio en la rama más gruesa. 

La respiración agitada de la turca llegó a escucharse hasta los oídos de Thessar, este no se inmutó ante su falta de resistencia. A lo largo del tiempo, aprendió que se debía hacer un esfuerzo sobrehumano para seguirle el ritmo a la vida misma. 

—¿Fue un reporte malo acaso? —refutó rencorosa, apoyando las palmas en sus rodillas. El tono de voz provocó que el viudo la tildara de altanera y confianzuda. Conforme se adaptada, la verdadera personalidad de Bahar salía a flote. 

—Se puede decir. —respondió burlón, deleitando su mirada frente al árbol. Hubiera sido diferente si su esposa viera cuán fuerte creció la semilla que plantaron de jóvenes, pensó el millonario, tomando una profunda bocanada de aire. —Venía a darte las instrucciones de nuestra boda. —reveló el motivo por el que vino a medida que se giraba, volcando su mirada oscura sobre Bahar. —Eso era lo principal, pero ya no creo que sea necesario. —confesó arrogante, dándole una mirada de desprecio mientras infundía miedo con sus palabras. 

Thessar era minucioso cuando reconocía el potencial. Jamás aceptaría que se podría llegar a equivocar aunque la muchacha era lo más cercano a romper ese paradigma. Le designó a Galip que la refinara y educara en lo mínimo para que no manchara su apellido. Pese al intento, no se le quitaba lo pueblerina.

No estaba a la altura.

—¿Por qué lo dice? —cuestionó, ocultando lo alarmada que se puso. No obstante, su palidez la delató, logrando que el viudo dibujara una sonrisa por su condición. —¿No me va a explicar el significado de esas palabras? ¿Por qué habla en pasado? —exigió una respuesta, consiguiendo que sus pupilas temblaran en sincronía con sus piernas, entonces volvió a quedar arrodillada en el suelo debido a la impresión del mensaje. 

¿Qué iba a hacer si la echaba? se preguntó en un estado de perdición, tratando de encontrar una brecha o solución que la alejara de su inminente destino. De forma inconsciente, se mordió las uñas, queriendo pensar que solo era un juego asqueroso.

—Nunca hago negocios que me reporten pérdidas, Bahar. —alegó sereno, porque su situación no era igual que la de ella. A continuación, hizo lo mismo que el día que la conoció. Se agachó y tomó su mentón. La turca seguía siendo hermosa, pero no lo suficiente como para enloquecerlo. —¿Sabes por qué? —agregó a su monólogo, acariciando la piel femenina. —Porque siempre debo ganar. —contestó divertido. De repente, vio miseria en la niña. —Creo que te pondré a trabajar para que me pagues. ¿Qué opinas? A los gemelos no les agrada su madrastra. Además, a mí no me sirves. —comentó pensativo. 

De inmediato, Bahar lo malentendió, creyendo que la mandaría a un burdel. Ese lugar era el destino de cualquier muchacha de campo. No pudo lidiar con la cólera de ser tirada, así que rechinó los dientes y giró la cabeza, rechazando el toque del millonario. ¿Hasta cuándo tendría que seguir sirviendo a los hombres? Estaba harta de arrodillarse, suplicar y mirar al piso. Nada lo valía, porque ahora él se desharía de ella. 

No era justo. 

No era su culpa no caerle bien a los niños.

Sintiendo que las lágrimas se iban a desbordar de sus ojos, se armó de valentía, replicando: 

—Eso es porque usted no me ha dado la oportunidad. —alzó la voz, defendiéndose. Con dignidad, se puso de pie, limpiando su ropa y orgullosamente, elevó su mentón. No imaginó que sería difícil y terrorífico encontrarse con la mirada helada de Thessar. 

Era un cazador por naturaleza.

—¿Eso crees? —la probó, endureciendo sus gestos faciales al mismo tiempo que la sepultaba. Ella experimentó la magnitud de la presión, sin embargo, no se doblegó. Al contrario, agarró un escudo y se mostró firme. 

—Así es. —sostuvo inquebrantable, queriendo esconderse en algún lado, pero esto era apostar todo o huir como cobarde. Para Bahar, no importaba estar casada sin amor de por medio, lo único que le interesaba era vivir bien y segura. Eso significaba Thessar; con su protección, nadie volvería a lastimarla. —No puede pretender que le agrade a los niños en el primer encuentro, ellos son más sensibles y debieron repelerme como una extraña. Es igual que los negocios, no inviertes a ojos cerrados, sino que investigas antes de decidirte. —argumentó, ejemplificando su posición. Nunca tuvo la intención de regañarlo aunque eso fue lo que percibió él. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.