Un matrimonio con el Diablo

6: La vida es corta

Sábado 29 de mayo, 2012.

El millonario no era ignorante referente a los pensamientos escritos en la cara de su asistente. Se notaba que Galip estaba preocupado por abandonar la mansión, aún así, no podía evadir su trabajo más importante. Además, Thessar tampoco tenía la obligación de informarle cada cosa a Bahar. Sus empleados eran capaces de sobrellevar sus labores, así que cada uno desempeñaría su papel estando el dueño ausente. 

Era lo que debía suceder. 

Estaría varios días fuera de casa, ya que se quedaría en un hotel asociado a la empresa. Se sabía que el grupo Ülker era conocido por su poder político y económico dentro de la sociedad. Tanta era la influencia que los trabajadores eran seleccionados entre lo mejor de lo mejor. Asimismo, la gente ya no rumoreaba ni cuestionaba cómo es que el director actual ascendió al puesto más alto dentro de su familia. Simplemente, parecía que el cielo estaba a favor de su nuevo manejo administrativo aunque eso no significaba que la junta directiva estuviera contenta.

Durante la reunión matutina, los presentes intercambiaron miradas incómodas entre ellos cuando vieron ingresar al hombre de porte alto y cabello negro, vistiendo un conjunto azul hecho a medida. Los ojos helados de Thessar capturaron la atención hasta que dibujó una sonrisa arrogante, tomando asiento a la cabeza de la mesa. 

—Ha pasado un tiempo desde que los he visto. —saludó con una actitud presuntuosa y libre. Para ese instante, nadie se convencería de que hace cuatro años realmente se forjó la personalidad del diablo. —¿No piensan felicitarme? Me he enterado de que un rumor anda en boca de nuestro círculo social. Deberían estar contentos, ustedes me decían una y otra vez que una mujer a mi lado me daría serenidad y equilibrio. —se mofó de los consejos y las palabras de sus socios e inversionistas. 

Los presentes tragaron duro. En el pasado, compitieron arduamente para que el diablo aceptara a alguna de sus hijas, sin embargo, al final de la competencia, una don nadie se sentará en un puesto que le quedaba grande. Al menos, eso pensaban los hombres que deseaban familiarizarse a través del matrimonio con el poder del grupo Ülker.

—Nuestra buena voluntad sigue siendo la misma, Thessar. —se compadeció el accionista más longevo, simulando que aceptaba la derrota pese a que su nieta era la más probable a ganar. —Nuestras esposas organizarán pronto una reunión para conocer a la señora. Por ahora, le deseamos mucha felicidad a la afortunada. —agregó con hipocresía, sintiendo asco por un robacunas, ya que se filtró que la seleccionada no pasaba de los veinte. 

Thessar suspiró tranquilo en aquel mar de tensión. 

—Créanme que sus felicitaciones me conmueven. —interpretó su papel de villano, apuntando en su lista lo primero que haría. Le encargaría a Galip que seleccionara a sus hombres para que asesinaran al boca suelta. —Bahar estará encantada de asistir. —confirmó la asistencia de la turca, alimentando la curiosidad de sus socios. —En fin, ¿sería bueno iniciar la junta? —cambió el tema a tratar, siendo respaldado por la opinión del resto. 

Poco a poco, la reunión se desarrolló con normalidad pese al miedo infundado. Galip se limitó a permanecer al margen, escuchando lo necesario. Una hora más tarde, caminó tal cual guardaespaldas detrás de Thessar, este se dirigió al ascensor privado. 

—¿Crees que sea suficiente la belleza de Bahar para idiotizarlos? —preguntó seriamente, logrando que su asistente entendiera a la primera a qué se refería. —Quizás si juegan con ella, dejen de ladrar tanto. En esa situación, le encontraría otro trabajo vital aunque una prostituta no puede estar cerca de los gemelos ¿no crees? —propuso oscuro, riendo por tal pensamiento que se le pasó por la mente. Galip no evitó poner una expresión de repudio.

—¿Acaso está pensando en hacer eso con su futura esposa? —se atrevió a refutar el horrible sentido del humor de Thessar. Su jefe tronó su cuello, alargando un silencio que enfermó a su asistente por los sucios planes que tenía preparado para la joven. 

—¿No lo recuerdas? Incluso los viejos lo saben. —mostró una decepción fingida, sacando a relucir sus dientes de león. Galip captó la referencia de hace un momento con los inversionistas y socios. En segundos, las puertas del ascensor se abrieron, entonces Thessar pronunció: —Mi esposa me daba serenidad y equilibrio, sin ella, solo soy un psicópata loco. —verificó sin pena, porque desde su partida, empezó a mancharse las manos y hacer cosas ilegales e inmorales. 

—Pero la señorita Bahar es una niña. —insistió Galip, siguiendo a su jefe, cuyas piernas eran más largas que las suyas. El viudo rápidamente se refugió en su oficina, ordenando su escritorio mientras revisaba en el computador el horario que elaboró su secretaria. —Si la señora Aynur estuviera aquí, ella hubiera ayudado a esa muchacha y… —comentó, tocando un tema sensible a medida que ingresaba a un territorio minado, porque ante la mención de su mujer fallecida, Thessar golpeó con brutalidad el escritorio.

Su mirada se tiñó de rojo al mismo tiempo que se levantaba de su silla y rozaba la punta de las tijeras en la garganta de su asistente, este al verse al borde del límite, tragó con dureza. Thessar se tapó los oídos, presionando el filo del objeto en la piel del hombre hasta que vio un par de gotas de sangre caer, manchando la camisa blanca. 

—Si no quieres que te mande a asesinar, no hables más. —amenazó sin racionalidad, retomando su trabajo como si nada hubiese ocurrido. El asistente no se sorprendió, porque peores cosas le había hecho su jefe, como aquella vez que lo usó de chivo expiatorio y casi le vuela la cabeza. 




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