La idea de esta locura es buscar ayuda y de paso buscar pistas que me puedan decir dónde estoy, quién está detrás de todo esto, o qué va a pasar conmigo y con los chicos. Decirlo es más fácil que hacerlo, en casa de mi abuela no me salió, pero teniendo en cuenta mi estado, no lo considero tan difícil.
Me duele cada célula del cuerpo, y mantenerme despierta es todo un trabajo duro, pero hago un esfuerzo. Necesito concentrarme para poder llevar a cabo el plan. Los chicos me miran concentrados desde el suelo, rezando en su interior para que esta vez tenga éxito en mi viaje astral.
Me pongo todo lo cómoda que puedo, aunque en esta silla es sumamente difícil. Las cuerdas se clavan cada vez más en mi piel, y tengo las heridas al rojo vivo. La cabeza me zumba con fuerza; y la respiración es pesada y rápida. Pero me concentro. Cierro los ojos, intentando recordar los pasos que me dijo mi abuela la otra noche.
<<…Cierra los ojos y relajarte. No pensar en nada. Reflexiona sobre los elementos que te rodean, los olores, el suelo que te sostiene… conviértete en un uno con el entorno, ahora mismo no existes, no pienses, déjate llevar.>>
Repito sus palabras una y otra vez. << No existo >> Respiro profundo llenando mis pulmones de aire <<Relájate>> Por una vez no siento dolor. Reflexiono sobre mi entorno, sobre las cuerdas que me atan, la silla de madera que me sostiene, el olor a humedad del lugar, el canto de los pájaros del exterior…Siento cada elemento de la habitación, cada cosa que me envuelve y entonces…estoy flotando.
¡Lo he conseguido!
Me he separado de mi cuerpo. Me inspecciono en busca de posibles problemas, pero todo esta perfectamente bien. No sé muy bien de qué estoy hecha, una especie de niebla, como una nube ligera y esponjosa. Sonrío feliz por conseguirlo, pero recapacito rápido, no puedo perder el tiempo, no sé cuando el ruso volverá a hacerme una visita.
Decido que antes de ir a avisar a Jonathan sobre lo que pasa, necesito informarme. Necesito saber donde estoy, y quién está detrás de todo esto. Es difícil moverse en este estado, pero cojo el control enseguida. Atravieso la pared de la habitación y me desplazo por el pasillo; un largo pasillo iluminado únicamente por fluorescentes blancos del techo. No parece tener fin, y hay muy pocas puertas disponibles y ninguna ventana. No sé por dónde estoy yendo, pero cuando llego al final, subo las escaleras hasta el piso principal, al parecer tenía razón cuando estaba en un sótano. Es el sótano de una casa, y menuda casa, las dependencias del lugar, aunque no son muy grandes, están decoradas con elementos muy caros y de último diseño. Debe ser la casa de alguien con mucho dinero, y si está ubicada en el bosque, lejos del jaleo de la ciudad, solo puede significar que es una casa de campo.
Sigo flotando por el lugar sin detenerme mucho a observar lo que me rodea. Tengo que buscar el despacho, el único lugar donde estará reunido el ruso con su jefe. La segunda planta esta llena de habitaciones y no sé donde entrar. Me meto en todas, pero por fin encuentro la que busco ¿Cómo lo sé? Fácil. Un gran escritorio de madera predomina en el lugar, al igual que las paredes recubiertas de estanterías llenas de libros. La mesa está a rebosar de papales, y sentados en las sillas de enfrente se encuentran dos individuos: uno le conozco, es Edik; el otro no, pero está vestido de enfermero ¿Será el culpable de envenenar a los chicos durante cada día que pasa? No lo sé, pero tampoco lo dudo, es la única explicación posible.
Detrás del gran escritorio hay otra silla. Una gran silla de oficina de cuero negro. Debido a su desmesurado tamaño, me impide identificar al dueño de aquella casa y, por tanto, al culpable de mi secuestro y al jefe del ruso. El cabecilla de todo esto, el hombre que mueve los hilos. Están hablando, y guardo silencio para poder escuchar lo que dicen.
— Tenemos que terminar con todo esto. Sí esa insignificante muchacha ha dado con nosotros quién nos dice que más gente lo haga. Tal vez la CIA o el FBI esté detrás de nosotros en este mismo momento. Tenemos que darle fin a todo.
La voz del hombre que se esconde a mi vista es grave, de un hombre maduro y con experiencia en este campo. La forma de hablar y de ordenar, me hace entender qué es el cabecilla del grupo. Solo de escucharle me pone cada uno de los bellos de mi cuerpo de punta.
— La chica dice que no sabe nada, y los chicos no sobrevivirán mucho más, Tomás se está encargando de ellos ¿Qué mas quieres? — contesta el ruso con cautela. Me imagino que Tomás es el individuo que ocupa la otra silla. Me detengo a mirarle, parece más joven que el ruso, y por un momento me pregunto que habrá hecho para acabar metido en algo como esto.
— Me da igual, esto esta llegando demasiado lejos. Tenía que haber acabado con esos muchachos cuando presenciaron el asesinato del agente de policía inflitrado. Nunca se me ha escapado nada, nunca he dejado un cabo suelto. Y solo por una insignifante debilidad, todo se está desmoronando.
— Pero señor, ¿Iba a matar a su hijo? —pregunta Tomás con miedo, no creo que sea una pregunta que su jefe quiere oír.
— Mi hijo es una hormiga que debe ser eliminada, igual que sus amigos. Siempre ha sido un descarriado, no me importa en los mas mínimo.
— Pero señor….
— ¡Basta! — el desconocido da un golpe fuerte en la mesa a la vez que hace frente a sus perros falderos. Entonces le veo, el culpable que ha estado detrás de todo. El sospechoso de todas nuestras deducciones. No nos equivocábamos, y Matthew Norton estaba detrás de todo. Pienso en Nathan, y siento pena por él. Ahora puedo comprender el porqué de su forma de ser. Nunca ha tenido una figura paterna a imitar, que le quiera, y por la que se sienta apoyado. Este va a ser un golpe duro para él, pero le hará darse cuenta de la realidad. No vivirá engañado nunca más. — Hay que terminar con todo esto mañana mismo. Tú —dice señalando al vestido de enfermero, Tomás— encárgate de que ninguno viva un día más. Y tu —ahora señala con su dedo al ruso— encárgate de que esa mocosa entrometida no pueda decir nada más.
Editado: 02.03.2021