LENAY.
Llegué a mi nueva oficina con una mezcla de emoción y nerviosismo. Era un día brillante y soleado, un buen augurio para un nuevo comienzo. La empresa, reconocida por su ambiente dinámico y oportunidades de crecimiento, había sido un soplo de aire fresco después de los últimos años de lucha personal. Mientras caminaba hacia el vestíbulo, mis pasos resonaban en el suelo de mármol pulido, reflejando la luz que entraba a raudales por las enormes ventanas. Mi corazón latía con fuerza, y aunque la ansiedad me invadía, había algo dentro de mí que se negaba a ceder.
La recepcionista me saludó con una sonrisa amable y me indicó el camino hacia la sala de reuniones. Con cada paso que daba, sentía que mi corazón aumentaba el ritmo. Tenía que impresionar en mi primera reunión con el equipo. No quería que me vieran como la chica que había pasado por problemas en el pasado; Quería ser vista como la profesional que sabía que podía ser.
Al llegar frente a la puerta de la sala de reuniones, tomé una respiración profunda. Había un ligero temblor en mis manos mientras me preparaba para abrir la puerta. Cuando finalmente lo hice, el aire en la habitación se volvió denso y cargado de recuerdos. Y allí estaba él.
Connor Robinson
El hombre que había sido mi todo y, al mismo tiempo, la causa de mi desilusión. Su figura estaba recortada contra la luz que entraba por la ventana, su mirada concentrada en los documentos frente a él. Un torrente de emociones me inundó; nostalgia, rabia, amor, tristeza, todo se mezclaba en mi interior.
—Lenay—Saludó, con un tono lleno de una frialdad que me sorprendió, como si el tiempo no hubiera pasado entre nosotros.
—Connor—, murmuré, tratando de mantener la compostura.
La última vez que lo vi, había sido una despedida dolorosa, y ahora estaba aquí, frente a mí, como si el destino se burlara de mis esfuerzos por seguir adelante.
Su mirada se desvió hacia los papeles en su escritorio, una forma sutil de evitar el contacto visual, y en ese instante, supe que ambos sentimos el mismo tira y afloja emocional. La habitación se llenó de un silencio incómodo que parecía extenderse entre nosotros, un abismo que no sabíamos cómo cruzar.
—Bienvenida al equipo—, comentó, sin levantar la vista. Su tono era profesional, casi distante. Había una barrera entre nosotros, y era evidente que él no quería que se derrumbara.
—Gracias. Estoy emocionada de estar aquí—, respondí, y al hacerlo, me di cuenta de que no había ocultado por completo la tremenda verdad que anidaba en mi pecho. La emoción de un nuevo comienzo se mezclaba con el miedo a lo que significaba compartir el mismo espacio con él.
La reunión comenzó, y mientras los otros miembros del equipo se presentaban, traté de concentrarme en el trabajo. Pero era difícil ignorar a Connor. Cada vez que hablaba, su voz resonaba en mi mente como un eco de viejos recuerdos, y cada vez que me miraba, mi estómago se revolvía.
Había una química entre nosotros que no había desaparecido, a pesar de los años y las heridas. Me esforzaba por mantener el enfoque, pero era un desafío constante.
Al final de la reunión, los otros miembros se dispersaron, y yo me quedé allí con él. un silencio incómodo se hizo entre nosotros, y sentí cómo el tiempo se detenia, atrapándonos en el pasado que nunca habíamos superado.
—¿Te gustaría salir a almorzar?— La pregunta brotó de mi boca antes de que pudiera detenerme. No sabía de dónde venía, pero había una parte de mí que anhelaba recuperar algo de lo que habíamos perdido.
Connor me miró sorprendido, y por un momento, me preguntó si había visto un destello de la emoción que había compartido conmigo en el pasado. Pero pronto su expresión se volvió seria. —No creo que sea una buena idea.
La negativa me cayó como un balde de agua fría. Claro, era lo más lógico; no había motivo para intentar reconstruir una relación que se había desmoronado. Aún así, había algo dentro de mí que deseaba luchar, que no quería rendirse tan fácilmente.
—Solo sería un almuerzo. No tiene que ser nada complicado—, insistí. Era un intento de romper la barrera que él había levantado, un deseo de encontrar algún tipo de conexión.
—Lenay, hay cosas que no se pueden ignorar. Nuestro pasado es complicado—, explicó, su voz era firme, pero había un matiz de duda. En sus ojos, vi un destello de duda, pero rápidamente se desvaneció.
—Lo sé. Pero todos tenemos que seguir adelante, ¿no? ¿Por qué no podemos hacer esto al menos una vez?— El ruego salió de mis labios sin pensar, y me sorprendió a mí misma la desesperación en mi tono.
Finalmente, después de un largo silencio, ascendió con una ligera resignación. —Está bien. Solo por hoy.
Mientras caminábamos hacia la cafetería, un torbellino de emociones me invadió. Había algo tan familiar en su presencia, algo que me hacía sentir viva y vulnerable a la vez. Recordaba los días en que éramos inseparables, compartiendo risas y sueños, antes de que todo se desmoronara. La idea de un almuerzo juntos me llenaba de esperanza y miedo al mismo tiempo.
La cafetería estaba llena de vida y ruido. Tomamos un pequeño rincón y, a pesar de la multitud, todo lo que podía escuchar era el latido de mi corazón. Mientras pedíamos nuestras comidas, sentí la mirada de Connor sobre mí. Había algo diferente en su forma de observarme, como si estuviera tratando de descifrarme.
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Editado: 21.11.2024