Capítulo # 1
En el avión, destino Italia.
Tasia no podía creer su mala suerte, tener que viajar con la familia de su molesta hermana.
—Qué desgracia —habló con molestia Anastasia. Se quería quedar en su hogar y esperar que Joseph fuera por ella para vivir su amor.
—Personas como tú siempre les va mal en la vida. Al principio todo le sale bien y creen que consiguieron todo. Pero la realidad es otra y tú estás a tiempo de cambiar —dijo Rita, mirándola con rudeza. No debía de meterse, pero la chica no era fea y merecía una segunda oportunidad—. Puedo entenderte que, por amor, cometemos errores porque creemos que hemos encontrado al hombre perfecto y no es así. Ese hombre te ha utilizado y puedes comenzar una nueva vida en Italia, Grecia, Francia. Dime, ¿aceptarías mi ayuda?
Anastasia la miró con cierta extrañeza.
—¿Y por qué lo haría?
—Sé que no quieres a tu hermana y has sentido una envidia enorme por ella —soltó con rudeza, mirándola que estaba seria—. Tu familia no te perdonará y sé que será difícil que encuentres trabajo fácilmente.
—Sé trabajar, estudié idiomas y sé manejar perfectamente el francés. Soy decoradora y…
—Perfecto, te enviaré a Francia en unos días y te recomendaré con unos conocidos, no te quiero cerca de mi nuera —dijo con una mirada sombría—. Agradece que tendrás una vida cómoda y sé inteligente. No te metas con hombres casados, la belleza se irá, pero un buen hombre puede amarte toda la vida.
La joven miró a la mujer con cierto asombro e intentó procesar sus palabras. Sería maravilloso comenzar una nueva vida y estar sola por un tiempo; sabía que su familia no la perdonaría tan fácilmente por lo que había hecho y si en verdad Joseph la amaba, iría por ella adonde estuviera.
—Bien, lo aceptaré.
Rita le mostró una sonrisa amplia.
—Eres inteligente y no te arrepentirás.
Ella confiaba que todo saldría bien y que él estaría de nuevo en su vida. Así que se daría una segunda oportunidad y se alejaría de su molesta hermana.
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En Francia.
Alain Dupuis era un hombre realmente atractivo. Un moreno de ojos azules y marino y con un físico que no envidiaría a nadie. Era uno de los solteros más cotizados de su país por su gran imperio.
—Alain —habló una mujer desnuda en la cama mirándolo—. Ven.
—Lo siento, muñeca, pero esta vez no nos volveremos a ver.
La mujer lo miró sin entender mucho. Se llevaban de maravilla en la cama.
—Pero, nos entendemos bien.
—Sabes que soy un hombre libre y no pienso estar atado a nadie —expresó seriamente, levantándose de la cama y recogiendo su ropa—. Hasta nunca —terminando de recoger todo para irse a su mansión.
La mujer se sentía humillada. Había creído que esta vez sí podía quedarse con él y disfrutar de su dinero, pero no, era un hombre indomable que nunca terminaría enamorado de nadie. Lo mejor que podía hacer era buscarse a otro que estaría dispuesto a hacerla su mujer.
Alain salió del edificio y veía esperando a su chofer.
—Axel —dijo mirando al hombre—. ¿Te hice esperar mucho?
—No, señor —respondió abriendo la puerta del auto.
Él entró y escuchó el sonido de su celular; para mayor sorpresa, era su madre adoptiva, tía y madrina a la vez.
—Buenas noches, mi amada madre, tía y madrina —dijo con una sonrisa en los labios. Desde que vivió un tiempo con la familia Santoro para él había sido la experiencia más hermosa del mundo, porque encontró una segunda familia que lo quería y amaba como era—. Dime, ¿para qué soy bueno?
—Buenas noches, mi niño bello —dijo ella con un tono lleno de amor—. Quería saber de ti y también necesito que me ayudes en algo.
—Todo lo que pida mi madre, tía y madrina lo tendrá —afirmó sin dejar de sonreír.
—Es un poco delicado, Alain. No es una misión tan fácil —expresó con cierta preocupación.
Él percibió la angustia de su madre adoptiva y no estaba gustándole, ¿tan grave era que no sabía cómo decírselo?
—Dímelo, no me enojaré.
—Escúchame con mucha atención y no me interrumpas —le dijo con autoridad.
—No lo haré.
Ella le contó todo el pasado de Liliana con su hermana. Al principio él estaba muy sorprendido y molesto, no esperaba nada bueno de esa mujer que era incapaz de respetar a un hombre ajeno.
—Seré claro —dijo al terminar de escucharla—. Si intenta algo, te la envío.
—Me parece perfecto, pero ella se ve que se encuentra arrepentida y quiero creer en su palabra —confesó ella.
—Envíala y me avisas para esperarla personalmente —dijo con una seriedad.
Rita había cortado la comunicación.
—Mi madre, solo le gusta enviarme problemas —comentó él a su chofer—. Axel, en unos días estaremos recibiendo a una invitada.
—Pero, ¿vivirá con nosotros? —le preguntó.
—Lo dudo —expresó con seriedad.
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En Italia.
En el departamento Palmer.
Anastasia se encontraba en su habitación, escribiendo en su diario secreto. Tenía que desahogarse y soltar todo lo que sentía. Cada día se sentía muy mal, por lo que había pasado con su hermana y cómo ella había descubierto su relación con Joseph. No se sentía orgulloso de ser su amante, pero se había enamorado o eso creía. No sabía bien lo que estaba sintiendo por él, él había sido su todo y también su mayor verdugo.
—Hija —habló Aimeé entrando a la habitación. Observó que escondía algo—. ¿Estás segura de irte?
—Sí, quiero sanarme, madre, quiero olvidar lo que hice… Sé que no soy la hija que ustedes querían, pero quiero cambiar —dijo con una mirada llena de tristeza—. Yo lo amaba…
—Lo dices en pasado, hija —dijo angustiándose aún más ella. No quería que su segunda hija quedara marcada por causa de ese desgraciado que les había hecho tanto daño a sus hijas—. Quiero que seas una mujer valiente y que nunca te avergüences de tu pasado.
—Madre…
—Todos cometemos errores y ya.