Volver a Enamorarse

Capítulo # 3

Capítulo # 3

En el hotel.

En el bar.

Anastasia comenzó a bailar sola. No era la primera vez que lo hacía y le gustaba muchísimo la música, y estaba disfrutando hasta que sintió que alguien agarró su mano y decidió bailar con ella. Era su jefe que estaba moviéndose al ritmo de la música.

—Señor Dupuis —dijo poniéndose nerviosa. Era demasiado atractivo y su perfume embriagador.

—Tú relájate y disfruta de la música —le ordenó seriamente. No iba a permitir que nadie se le acercara y mucho menos uno de sus empleados, esa mujer, era de él.

Anastasia estaba disfrutando de la buena música y de la compañía de su jefe, el cual no permitió que ella se alejara de él y bailaron hasta que se cansaron, comieron, bebieron y estuvieron platicando con los demás trabajadores. Hasta que llegó la hora de irse a las habitaciones.

Ella iba directo a su habitación, cuando sintió la mano de un hombre y cuando giro era su jefe.

—¿Qué sucede? —preguntó un tanto sorprendida.

—Vamos a mi habitación —dijo acercándose a ella, veía como se alejaba de él—. ¿No te gusto?

—No es eso, no confunda las cosas —le pidió realmente molesta. Necesitaba irse y lo hizo.

Él solo la miró partir, de verdad le gustaba esa mujer y terminaría por hacerla suya.

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Unos días después.

Anastasia no podía creer que se había adaptado tan bien al trabajo y ahora no paraba de trabajar. Le gustaba mucho el ambiente laboral y era una maravilla saber hablar el francés con fluidez para poderse comunicar con sus ayudantes.

—Aquí está mi hermosa mujer —habló Alain, agarrándola por la cintura y sintió como ella se separó de él—. ¿Por qué tan esquiva?

—Porque no entiendes, que no quiero nada contigo —dijo Anastasia completamente molesta. Su jefe era muy guapo y llamativo, estaba en su gusto, pero no quería meterse con nadie. Quería empezar tranquilamente con su trabajo y no equivocarse más—. Por favor, no quiero nada con usted.

—¿Usted? —repitió en un tono burlón—. Anastasia, eres una mujer adulta y sabes lo que un hombre busca.

Lo miró con mucha molestia. Cruzo los brazos en símbolo de enojo.

—Sé que sabe mi historial de vida, no soy tonta. La señora Rita le tuvo que informar mi pasado, no soy una cualquiera, para que se entere. Él fue el único hombre en mi vida y no pienso meterme con nadie.

—¿Aún lo amas? —preguntó incrédulo.

—Ni yo misma lo sé. Desde que llegue aquí he podido reflexionar de todo lo que he hecho y como actúe. Y debo de decir que no merezco que mi familia me perdone, pero quiero cambiar por mí y en un futuro pedirle perdón a mi hermana —dijo con sinceridad—. Sé que no seremos hermanas del alma y sé que ella tiene que sanarse.

—Tú también debes de sanar Anastasia. Aunque no quieras verlo. Tú también fuiste utilizada por ese hombre que te trato mal y que no le importo meterte en su mundo. Se aprovechó que estabas enamorada de él.

—No soy una santa, Alain. Sé que llegara mi karma en cualquier momento —dijo con cierta tristeza en sus ojos—. Sé que merezco sufrir y estar preparada para que me tocara vivir. En esta vida todo se paga y estoy entendiéndolo muy tarde.

Alain se acercó a ella y la abrazo con protección. Su tía le había comentado el pasado de ella y su historia lo dejo desconcertado, pero al llamar a su primo Raffaello y saber bien la historia. Entendió que ella también había sido víctima de Joseph y que por su dolor no se habían dado de cuenta. Ella también corría peligro, porque sabía cosas de Joseph y él podía lastimarla en cualquier momento.

Anastasia aceptó su abrazo. Necesitaba uno desde que llego y la verdad estaba comenzando a cuestionarse si en verdad estuvo enamorada de Joseph o solo fue un simple capricho.

Un rato después de estar abrazados. Ella se separó de él.

—No quiero lastimar a nadie Alain, por favor no insistas conmigo —le pidió con suavidad—. No estoy mentalmente preparada para comenzar alguna relación con alguien.

—No me daré por vencido —le aseguró. Le dio un beso en la mejilla logrando que ella se sonrojara.

Alain salió de la oficina y ella se quedó mirando como él se iba. Ese hombre estaba loco en querer tener algo con ella. Su meta era sanarse y recuperar un poco su vida.

Después de las pequeñas vacaciones que tuvieron. Él había estado insinuándose y ella amablemente rechazándolo, pero era casi imposible, era muy terco.

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La noche había llegado. Anastasia se fue a su departamento. Le encantaba estar allí. Le gustaba la soledad y no tener que lidiar con nadie; se acercó a la mesa y miró la comida que había dejado la cocinera. Se fue quitando la chaqueta y algunos accesorios que pudieran estorbarle. Quería disfrutar de su comida, comió tranquilamente y esperaba que todo lo bueno regresara a su vida.

Después de comer se dio un baño rápido y se decidió a ver unas películas con tranquilidad. Disfrutaría su soltería porque desde que se descubrió su relación con Joseph sentía que todo había terminado.

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Habían pasado unos días.

En Francia.

En la empresa Dupuis.

Anastasia estaba enfocada en su trabajo. Hasta que recibió un mensaje de Joseph. Ella sabía que era él por su manera de escribirle y como podía ponerle los pelos de punta, ese desgraciado estaba cerca de su hermana y estaba amenazándola.

Alain había entrado a la oficina y encontró a Anastasia llorando.

—Oye, ¿qué te pasa?

—Necesito viajar a Italia, por favor. Ayúdame, que la familia Santoro no se entere.

—Si me explicas lo que está pasando, te ayudaré.

Anastasia estaba demasiado ansiosa, llorosa y con muchísimo miedo.

El hombre no sabía qué hacer para que ella se calmara. Necesitaba que ella se enfocara en él y que pudiera hablar con calma. Después de unos minutos hablándole, Alain había calmado a Anastasia. Se veía alterada y angustiada, y ese hombre sabía ponerla nerviosa en tiempo récord.




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