Capítulo # 8
Los días siguientes. Tasia fue dada de alta. Ella estaba encantada por los cuidados que tenía Alain con ella, la ayudaba a comer, se quedaba a dormir con ella para cuidarla, pero Aimeé también lo hacía, no quería que ese muchacho tuviera toda la carga. Su hermana también iba a cuidarla en los días que no trabajaba y agradecía tanta atención, protección y amor de parte de su familia.
En el departamento Palmer.
Alain llevó a su novia a la habitación. Necesitaba estar en cama y no moverse mucho.
—Estaré pendiente de ti, pero tengo que regresar a Francia —dijo con mucho pesar. Su amiga Charlotte estaba de nuevo deprimida y no sabía qué hacer con ella—. Voy a tratar de venir los fines de semana para que pasemos momentos juntos.
—Ve con cuidado, no tienes que mortificarte —dijo acariciando su rostro—. Has sido un excelente novio.
—Un novio que va a abandonar a su novia por trabajo —dijo con mucho pesar. No quería dejarla. Sabía que estaría con su familia, pero todavía le seguía preocupando el malnacido de Joseph.
—No te agobies —le pidió con una leve sonrisa—. Sé que me harás videollamadas en tus tiempos libres.
—Te adoro, Tasia —dijo él besándola dulcemente en los labios.
Ella aceptó su beso. Cada día le gustaba mucho y quería ser feliz a su lado. Su hermana encontró a un maravilloso hombre y ella también, a pesar de que vivía con muchas inseguridades por culpa de su ex.
Él se separó de sus labios y besó su frente.
—Estaré llamándote.
—Bien —dijo, sintiéndose realmente bien. Quería enamorarse de él por completo—. Ten cuidado y no te olvides de mí.
—Jamás lo haría, aseguró volviéndola a besar en los labios.
Ella observó cómo se fue de la habitación. Quería que se quedara algunos días más, pero en verdad sabía el trabajo que era la empresa de su novio. A veces se le hacía tan difícil creerlo, por lo amable, dulce y cariñoso que era con ella y lo mejor que no le insinuaba nada sexual. Aunque estaba recuperándose y sería una locura, pero si hubiera sido Joseph no le hubiera importado lastimarla.
—Te voy a extrañar —susurró con una leve sonrisa.
A los pocos minutos se reunió con ella. Su madre para hacerle compañía y esperar que sanara rápidamente. Los médicos habían sido muy claros con ella, que debía de cuidarse muy bien para que regresara a sus actividades. Quería regresar a Francia. La realidad que se sentía muy cómoda.
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Alain se encontraba muy inseguro en irse, pero no podía dejarle toda la responsabilidad de Charlotte. Ella desconocía que tenía una relación con Tasia y no se lo diría hasta que ella no estuviera recuperada, porque la conocía y era capaz de molestarse.
—Señor, el avión está listo —comunicó mirándolo.
—Perfecto, quiero que seas discreto con mi relación con Anastasia delante de Charlotte.
Axel sabía que su jefe no era tan ingenuo, y en el fondo sospechaba que ella estaba enamorada de él. Lo que pasaba era que él no lo aceptaba del todo.
—Lo seré, señor, sabe que soy una tumba.
—Gracias, entonces es mejor irnos y así hacer todo lo posible para regresar de nuevo con Anastasia.
Axel lo siguió. Sabía que su jefe estaría pensando demasiado en la joven y que haría lo que fuera para regresar de nuevo a Italia.
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Los días siguientes fueron pasando rápidamente. La noticia del embarazo de Liliana la había puesto muy feliz a Tasia porque sería tía de nuevo y su hermana merecía ser feliz. Había sido una excelente madre con Archie y con su segundo sobrino o sobrina lo sería más.
En la mansión Santoro.
Anastasia se encontraba arreglándose en otra habitación, quería estar a solas. No estaba segura de usar ese vestido de vino que su hermana le había elegido, se veía muy sexi para su gusto.
—Se ve divina —comentó con emoción la maquilladora—. Tiene un cuerpo realmente precioso.
Ella se sentía un poco avergonzada, pero se miró tantas veces en el espejo que se sintió muy bien y quería que su hermana la viera. Así que decidió irse a la habitación en donde se encontraba su hermana.
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Anastasia entró a la habitación en donde se encontraba su hermana.
—¡Madre mía de cuerpo! —exclamó Rina fascinada con ella—. Mira esta morena tan atractiva.
—Tienes un cuerpo muy bonito —comentó Elsa terminando de acomodar a Liliana—. Debes de tener a tu novio vuelto loco.
Ella negó con la cabeza. Tenía semanas que no veía a Alain porque estaba muy ocupado y su recuperación había sido difícil en cierto modo.
—¿No te sientes apretada? —le preguntó su hermana acercándose a ella.
—No, el vestido es muy cómodo —expresó. El médico había sido claro con ella que debía de cuidarse mucho y esperar que su cuerpo sanara bien para regresar a su rutina. Estaba loca de regresar a Francia, el ambiente y su trabajo le gustaban muchísimo.
—Apresúrate —dijo Aimeé a su hija Liliana.
—Sí, pero quiero quedarme a solas con Anastasia.
Las mujeres dudaron un poco. En especial Rita, que no quería que su nuera pasara alguna incomodidad y menos en su estado, pero Liliana con la mirada les dio a entender que no pasaría nada malo.
Las mujeres salieron, dejando a las hermanas a solas.
—Quiero que hables, sé que te afectó la muerte de Joseph —dijo al mirar a su hermana cómo desviaba la mirada—. Sé que duraron sus años juntos, pero él no merece que estés mal.
—Lo sé, no quiero lastimar a Alain —confesó seriamente y a la vez entristecida—. No me parece justo.
—Alain es un hombre adulto y sabe lo que quiere —expresó con seriedad y se acercó a ella para abrazarla—. Mereces ser feliz.
—Ana, sabes que no lo merezco y lo sabes —dijo separándose un poco de ella—. Todavía no he tenido el coraje de no pedirte perdón por todo el daño que te cause.
—Tasia —dijo angustiada—. Olvidemos lo que pasó.
—No, necesito terminar de sanarme y por eso estaba pensando en regresar a Francia.