Capítulo # 9
En Italia.
Alain se la había pasado maravillosamente bien con su novia en la boda de su cuñada.
—Mañana, vendré por ti —anunció él con una sonrisa en los labios.
—Será en la tarde —expresó por la hora tan tarde que era y no estaría lista para salir a la hora que a lo mejor él deseaba.
—Una cena en la noche, entonces —dijo besándole los labios.
Ella se separó de él. Le regalo una sonrisa sincera.
—Sí, en la noche.
—Estaré ansioso de verte.
Alain se había retirado del departamento donde vivía con sus suegros. La idea de tenerla un rato para él le emocionaba, quería que su relación floreciera de una manera única que pudiera amarlo. Saber el final de Joseph lo dejó completamente aliviado, a pesar de que había sufrido de torturas en la cárcel por lo que hacía y más los enemigos que tenía; dieron pie a que lo mataran rápidamente. Sabía que Anastasia no estaba bien y quería que terminara de olvidarlo, y ser el único dueño de su corazón.
Tasia se encontraba encantada con Alain. Era un hombre tan bueno y atento. Quería enamorarse de él y tratar de ser feliz a su lado, se lo merecía por todo el daño que sufrió en manos de Joseph.
Ella se encontraba cansada. Se encaminó a su habitación y poco a poco fue quitándose la ropa para darse un baño y acostarse a dormir. Necesitaba descansar y mucho. Sus padres se quedarían celebrando en la mansión Santoro. A ella le parecía mucho seguir de fiesta y prefirió quedarse a dormir.
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Al día siguiente.
Se había despertado y se había preparado un almuerzo ligero. Un poco de cereal con yogur no iba a encender la cocina y provocar una desgracia. Hasta que su celular sonó y contestó la llamada.
—Buenas tardes —habló Alain con un tono de voz alegre.
—Buenas tardes —respondió ella con una sonrisa en los labios—. ¿Y ese milagro?
—Quería llamar para saber cómo había amanecido la mujer de mi vida.
Ella sonrió ampliamente y le respondió.
—No seas tan meloso —expresó sonrojada—. Amanecí bien, solo que mis padres llegaron tardísimo y estoy almorzando.
—Y si voy por ti —propuso él—. Y te doy un almuerzo digno de ti.
—Bien, voy a colocarme una ropa adecuada y espero por ti —dijo ella con ganas de comer algo delicioso y no un simple cereal.
—Ya voy por ti, mi reina —dijo con emoción.
Tasia cortó la llamada y se fue a vestir. Quería pasar más tiempo con él y que su relación floreciera, que pudieran tener una relación muy bonita. Algo que no llegó a tener con su ex.
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En el departamento Dupuis.
Alain le pidió a Axel que fuera a comprar comida vegetariana. Sabía que ella no era vegetariana, pero como comía sanamente, quería que estuviera feliz de comer lo que le gustaba y no comer algo que no fuera de su agrado.
Mientras que él se iba preparando para irla a buscar, se moría por verla, abrazarla y besarla, quería disfrutar al máximo el tiempo que podría estar con ella porque no sabía cuándo volvería a verla.
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A Tasia se le había colocado un pantalón de vestir de color negro. Una blusa con mangas de color morado con unas sandalias de plataforma para evitar usar tacones. Todavía quería cuidarse por lo que había pasado. Se dirigió al espejo y se maquilló suavemente, hasta que sintió la puerta de su habitación abrirse.
—Hija.
—Madre, pensé que despertarías después.
—¿Vas a salir con Alain?
—Sí.
—Disfrútalo, ese hombre te ama de verdad… No te angusties.
—Lo sé.
—No dejes escapar a un buen hombre —le aconsejó con una sonrisa en los labios, se sentó en la cama—. No llegues tarde.
—No lo haré —aseguró terminando de vestirse para irse al departamento de su novio.
Aimeé deseaba que su hija pequeña fuera feliz como lo era su hija Liliana. Merecía una segunda oportunidad y Alain era el candidato perfecto.
Tasia terminó de arreglarse para esperar a su novio. Él llamó antes para que estuviera preparada para irse a su departamento.
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Media hora después.
En el departamento Dupuis.
Anastasia estaba disfrutando de la comida, era deliciosa.
—Muy buena.
—¿Y siempre comes tan sanamente? —le preguntó curioso.
—No, antes comía de todo, pero él me prohibía comer cosas que fueran a dañar mi cuerpo y me acostumbre —confesó. Observó el asombro de su novio—. No me mires así.
—Dios mío, Tasia, necesitas ayuda psicológica, ese hombre te estaba destruyendo y tú no te dabas de cuenta —dijo completamente aterrado como ella decía las cosas. Más escuchaba de ese hombre, más odio le tenía, agradecía que estaba muerto.
—No es tan malo, comer sanamente —dijo intentando sonreírle.
—Voy a pedir una pizza —dijo él buscando su celular.
—Alain….
—Alain, nada. En esta vida tienes que comer de todo. No digo que tienes que comer comida chatarra, pero un gusto de vez en cuando no le cae mal a nadie. Te privaba de lo que más te gustaba.
—La verdad. Extraño comerme un pastel de chocolate —confesó nostálgica. Así que quisiera comer algo, no lo permitía. Siempre la vivía pesando y controlando si intentaba desobedecérselo.
Él se levantó y le ordenó a Axel que comprara el pastel de chocolate más cremoso del mundo y que se lo trajera rápidamente.
Axel salió en su búsqueda. Mientras que Tasia no podía creer lo que estaba haciendo él por ella, iba a consentirla de una manera tan bonita. Se moría para probar un gran trozo de pastel. Su hermana la miraba porque no comió nada de repostería, pero algo en su mente se negaba hacerlo y la verdad, no sabía si era por costumbre o si aún sentía miedo.
Alain estaba demasiado enfurecido. Ese desgraciado la lastimó de muchas maneras y la ayudaría a sanar; no permitiría que ella quedara con ningún trauma, así que le costara la vida, la haría inmensamente feliz.
Tasia terminó de comerse la comida y estaba esperando pacientemente el postre, quería degustarlo y Alain le recomendó de que fueran a la sala a ver una película. Ella se había quitado las sandalias para sentirse cómoda.