Capítulo # 11
Alain la llevó a un restaurante muy elegante y llamativo. Ella estaba fascinada por todo lo que estaba viendo y cómo sería su velada a su lado. Observó que un mesero les había servido la comida. La verdad estaba un poco ansiosa, porque no sabía qué pediría de comer, Alain. Podría sorprenderla a tal punto que no quería sentirse mal, pero se sintió aliviada cuando el mesero había traído su comida favorita.
Estaba muy feliz de ver a su novia. Se veía realmente hermosa y esa noche quería consentirla como era debido.
—Muy bueno —expresó Anastasia al dejar de comer y tomar un poco de agua. No podía tomar ninguna gota de alcohol todavía—. ¿Y qué abra de postre?
—Dulce, no será —aclaró cómo ella lo miraba confundida—. Pedí que te trajeran una ensalada de fruta, ya comiste pastel de chocolate y no quiero abusar de tu salud.
—Gracias, eres un hombre muy considerado.
—Quiero serlo contigo —confesó agarrando su mano, le dio un beso en la palma de la mano—. Quiero darte de todo.
Ella se sonrojó. De verdad, Alain se estaba esforzando muchísimo para hacerla sentir amada.
—Te mereces ser feliz, Alain.
—Lo seré a tu lado —afirmó sonriéndole y logrando que ella también le sonriera.
A los pocos minutos llegó el mesero con el postre para él y la ensalada de fruta para ella. Él estaba detallándola y se alegraba de saber que su novia era de buen comer, le gustaban demasiado las frutas y las verduras. Aunque ese malnacido prácticamente la obligó, tenía un cuerpo precioso y no quería obligarla a nada.
—Sabes —dijo disfrutando de la fruta—. Quiero regresar a trabajar, extraño el ambiente de allá.
—Yo te extraño allá, pero le prometiste a tu hermana que regresarías cuando naciera el bebé —le recordó, se lo había comentado en la fiesta—. Es mejor cumplir la promesa y créeme que soy el primero en quererte allá.
Ella volvió a sonreír ampliamente.
—Sí.
—Terminemos de comer para llevarte a un lugar espectacular —le anunció.
Tasia estaba intrigada en donde la llevaría Alain, a veces era un tanto misterioso, pero quería dejarse consentir por él.
Alain le había enviado un mensaje a Axel para que pasara por ellos. Quería llevarla a un lugar especial. Uno de sus lugares favoritos cuando venía a Italia y que ella lo disfrutaría como él.
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Al momento en que Axel fue con ellos. Estuvieron platicando y riéndose de todo un poco, estaban disfrutando de la noche. Como todo un caballero, Alain la ayudó a subirse en el auto y se fueron a ese lugar tan ansiado por el hombre.
Ella estaba disfrutando de la hermosa noche y el paisaje. Italia era una ciudad preciosa y llamativa.
—Llegamos —anunció cuando el auto se detuvo y se abajó para poder ayudarla a ella a bajarse.
—Gracias —dijo al sentir la mano de él tocando la suya. Al mirar el edificio, se quedó extrañada, pensó que la llevaría a otro lugar.
—Te encantara —dijo él agarrándola por la cintura y llevándosela al edificio.
Tasia estaba un tanto intrigada por el lugar, hasta que miró el sitio. La estaba llevando para un recitar, algo le decía que le traiga nostalgia.
—Me encanta venir, cada vez que puedo —dijo ayudándola a sentarse y disfrutando del espectáculo.
—Es muy bonito —dijo confundida en cierto punto. No se lo esperaba.
—A mi madre, le encantaba el teatro y me atraía cuando hacía recitales, es uno de mis lugares favoritos —confesó con cierta nostalgia—. Mi madre era italiana y mi padre, francés, se enamoraron perdidamente.
—Ahora entiendo, porque la señora Rita es tu madrina —comentó admirando a Alain. Estaba nostálgico y fascinado.
—Puede ser que no te guste, pero, me gustaría compartirlo contigo —comentó un tanto avergonzado. Ni Charlotte sabía de qué venía a recitales cada vez que podía—. Eres la primera.
—Y espero ser la última —dijo risueña.
—Claro que sí, serás la única —aseguró dándole un beso en los labios.
Ella aceptó encantada el beso. Esperaba con todas sus fuerzas quererlo como él se lo merecía.
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La noche había sido estupenda para los novios. Él se había llevado temprano y a los pocos días tuvo que regresar a Francia para poder arreglar unas cosas con su amiga Charlotte, que últimamente estaba muy depresiva. No sabía qué hacer con ella. No quería que se hiciera más daño y no sabía cómo decirle que tenía una relación seria. Ella siempre lo había apoyado en sus aventuras.
Anastasia siguió recuperándose completamente, seguía chequeándose con el médico habitualmente como era debido y estaba recuperando su vida. Ahora disfrutaba más de comer y salir un poco con sus padres, no quería ser inoportuna con su hermana.
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Unos meses después.
En la clínica.
Anastasia observó cómo el pequeño rubio de ojos azules la miraba con tanta intensidad. Era realmente precioso su sobrino, deseaba agarrarlo y comérselo a besos, pero no quería hacerlo delante de la familia de su cuñado.
—Hermana, sé que estás conteniéndote —dijo Lili como su hermana estaba aguantándose las ganas de cargarlo—. Agarrarlo.
—Es que…
Raffaello lo sacó de la cuna con cuidado y se lo entregó. Entonces ella comenzó a detallarlo mucho y empezó a besar sus mejillas. No se parecía en nada a Archie, pero sentía que tenía algo de él y sonrió.
—Me recuerda tanto a él —dijo con cierta nostalgia.
—En nada se parece —aclaró su madre, feliz de su nieto. Lo que le pesaba era que no se parecía en nada a su hija, pero era un rubio precioso.
—Es un muñeco divino —comentó Rita detallándolo y queriéndolo tocar—. Es ver a Raffaello de bebé.
—Sí, porque mi nieto Fabián no se parece en nada a su madre —comentó con cierta molestia Raúl, que esperaba que su hija pintara un poco y no fue así.
En eso se escuchó el sonido de la puerta. Era Alain quien había entrado con Fátima.
—Hola, vine a conocer al futuro heredero de la familia Santoro.