Capítulo # 13
En la clínica.
Liliana estaba consolando a su hermanita. Necesitaba saber cuándo había comenzado su relación y comprender lo que vivió su hermana.
—Tasia, cuéntame. ¿Cuándo comenzó tu relación?
Negó con la cabeza.
—Anda, dímelo.
—No, acabas de tener a su hijo y no quiero que te pase nada —confesó asustada.
—Hermana, estoy bien, el parto fue tranquilo y me estoy recuperando bien —dijo ella con una sonrisa en los labios.
—Está bien —dijo. No muy segura de hacerlo—. Pero, ¿me juras que no te enojarás y qué debes de pensar en ese bebé que te necesita?
Las palabras de Anastasia angustiaron a Lili, pero necesitaba saberlo y no quería que su hermana viviera con remordimientos.
—Te lo juro.
—Bien, eso comenzó —narrando el pasado.
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En New York.
En el hospital.
Anastasia estaba fascinada con Archie en sus brazos.
—Eres precioso.
Joseph esperó que su mujer se durmiera y le habló al oído a su cuñada.
—¿Qué daría para que ese niño fuera nuestro?
Ella se estremeció.
—No sé por qué estás diciendo esa locura, soy tu cuñada —dijo nerviosamente.
Él no podía creer que Anastasia tuviera un cuerpo tan tentador y se veía tan mujer al lado de su hermana. Estaba loco de llevársela a la cama y cumplir todas sus fantasías.
—No puedo seguir ocultando lo que siento por ti —dijo quitándole a Archie, lo acostó en la cuna y guio a la chica al baño. Cerró la puerta con seguro y la besó ardientemente.
Anastasia se sintió realmente extraña, porque era su primer beso y no sabía cómo responderle. Cuando sintió las manos de Joseph tocándola y besándola con tanta lujuria, no sabía cómo responder; como pudo, se separó de él.
—¿Estás loco? —preguntó incrédula.
—Sabes, que me deseas. Nos deseamos.
—Liliana es mi hermana.
—No pienses en ella, ella habla mal de ti y te considera el patito feo de la familia —le mintió con maldad. Sabía que ambas hermanas no se llevaban bien y que podía aprovecharse de eso; manipularlas a su antojo.
—Igual, no está bien lo que estamos haciendo —dijo confundida. Su corazón latía a mil. Muchas veces soñó con besarse con él y ser felices; pero ahora tenía una familia con su hermana—. No quiero ser tu amante, ¿y por favor? Si me vuelves a besar, se lo diré a mis padres.
Joseph se sintió muy molesto porque la joven se había ido del baño. Deseaba hacerla su mujer como fuera posible e ideó un plan para que ella saliera corriendo a sus brazos. Eso era ganándose su confianza y demostrándole que nadie la quería, que solo él sería su única salvación.
Manipularla sería fácil, por su baja autoestima y moldearla a su gusto, pero tendría que trabajar muy bien con ella y demostrarle que Liliana era la bruja malvada que no permitía que ellos pudieran estar juntos.
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Actualidad.
Liliana no podía creer que Joseph había sido un desgraciado. Ella apenas había dado a luz a su hijo y él estaba enamorando a su hermanita. Definitivamente, era un enfermo que se aprovechó de la ingenuidad de ella.
—No sé, cómo terminaste en brazos de esa escoria, pero Alain no lo dejes escapar. Es el hombre que vale la pena luchar. No hagas como yo, que estaba a punto de dejar a Raffaello porque pensaba que yo no era buena para él.
—Yo quiero lo mejor para Alain, siento que no estoy preparada para estar en una relación —confesó con cierto temor.
—Tienes que sanarte, hermana —le aconsejó—. Pero, sé feliz.
Anastasia dejaría pasar unos días. No quería dañar a Alain por sus inseguridades y tampoco ser la mala del cuento. Quería hacer las cosas bien.
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En el departamento Dupuis.
Alain había llamado a Omar. Necesitaba hablar con él urgentemente.
El timbre sonó y él abrió la puerta de su departamento.
—Llegaste —dijo él seriamente.
Omar miró al moreno con cierto asombro. Estaba ansioso y algo le pasaba; podía verlo en sus ojos.
—¿Qué tienes? —le preguntó seriamente.
—Tienes que ayudarme —contestó con cierta desesperación en su tono de voz—. Ayúdame, para que Anastasia sea mi esposa legalmente y que ella no se entere.
—¿¡Qué!? —exclamó un tanto sorprendido. Debía de estar loco y no avisó—. Tranquilízate primero, casarse no es una cosa fácil. Se necesitan documentos y que la novia esté dispuesta a casarse contigo —le dijo con seriedad—. No puedes hacer las cosas a escondidas.
—Si puedo, pasan en las novelas, no puedes hacerlo tú —completamente enojado con él—. Eres abogado, ¿no? Podrás hacerlo, si tengo que pagar, pago.
Omar no daba crédito a lo que estaba escuchando del amigo de su mujer, que le pasaba que estaba tan desesperado por retener a una mujer. No iba a negar que Anastasia Palmer era bonita, pero no era para llegar al punto de cometer alguna locura y meterse en un problema legalmente.
—Tienes que calmarte primero, no estás pensando, Alain. No sé qué está pasándote, pero no pareces tú —dijo con cierto asombro. El mujeriego estaba desesperado por amarrar a una mujer, ¡qué demonios le habían pasado! —. Un matrimonio es por amor y no por arranques de locura.
—Tú no entiendes, tú aceptaste a Fátima con sus locuras y me vienes a decir todo esto —expresó con una mirada asesina.
—Espera un momento, no es que sea de esa forma —dijo él completamente molestó—. Sé que Fátima hizo tantas cosas para llamar mi atención, pero nunca al punto de lo que quieres hacer.
—Ya basta —dijo el enfurecido con Omar—. ¿Me vas a ayudar sí o no?
—Déjame pensarlo —comentó con sinceridad. No le gustaba hacer nada ilegal, pero debía de admitir que Alain estaba desesperado y si no lo ayudaba él podría ser otro abogado y sería peor para él—. Te aconsejo que pidas ayuda a uno de tus suegros y ellos te dirán que si vale la pena o no.
El hombre se tranquilizó un poco. Necesitaba pensar bien las cosas y hablar con él para dejarle un poder a Anastasia si lograba casarse con ella, deseaba protegerla en todos los sentidos y que nunca le faltara nada; que no tuviera que depender de ningún hombre que si llegara a faltar.