Capítulo # 14
En el departamento Palmer.
Alain intentó que su novia pasara la página y que no se sintiera incómoda por lo que había pasado hace unos minutos.
—Tasia —dijo él sacándola de sus pensamientos—. Estoy organizando tu oficina, quiero que esté cerca de la mía.
—¿De verdad? —preguntó emocionada. La oficina de su novio era maravillosamente amplia y ella quería tener una igual a la de él para poder crear sus eventos con materiales de madera, para que los clientes pudieran apreciar la decoración. Quería que existiera algo en físico y no en digital.
—Sí, sabía que te pondrías feliz —encantado de verla sonreír de esa forma, amaba hacerla feliz—. Pero, todavía lleva su tiempo.
—Pienso irme, cuando Liam esté de dos meses, estaría grandecito y mi hermana estaría bien —comentó risueña.
—Ese día vendré por ti —aseguró agarrándola por la cintura y le dio un beso en la mejilla—. Me tocará irme —levantándose de la cama para salir, tenía que seguir organizando lo suyo y también se reuniría con su suegro para comentarle lo que quería hacer al casarse con Anastasia y que ella no supiera.
Ella no quería que se fuera. Estaba pasándola tan a gusto con él.
—¿Pero, te tienes que ir? —le preguntó insegura.
—Sí, por mí no me fuera, es que tengo una reunión en una hora y no quiero faltar —explicó con suavidad. Notando que ella estaba un poco triste—. Si quieres, puedo llevarte a la casa de tu hermana.
—Está bien, quiero ver a mi rubio —dijo levantándose de la cama con ánimos y buscando la ropa que se iba a colocar—. Necesitaré que salgas.
Él salió de la habitación sin decir nada y se fue a la sala a enviarle un mensaje a su suegro, para que se pudieran reunir en su departamento. Necesitaba que lo apoyara en la locura que haría.
Anastasia se vistió rápidamente, quería ver a su sobrino y disfrutarlo, porque se iría pronto a Francia. El médico la había dado de alta desde hacía unos meses y quería disfrutar de su vida; por suerte, no tenía cicatrices feas por los disparos que había recibido de parte de Joseph. No quería tardar mucho para que su novio no esperara tanto.
El hombre esperó el tiempo necesario, hasta que llegó ella con una sonrisa en los labios. Se veía divina con esa ropa de color rosado con blanco. Ese vestido resaltaba su figura, se fue al departamento de la pareja Santoro Palmer.
En el camino estuvieron platicando y riéndose. Él no quería separarse de ella, pero debía de hacerlo para reunirse con su suegro y expresarle que quería de verdad a su hija, y que nunca la dejaría sola. Al dejar a Tasia en el departamento Santoro Palmer, se fue a reunir con su suegro en su departamento.
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Quince minutos después.
Danny estaba esperando a su yerno, el cual estaba tardando mucho, hasta que miró que llegó su auto y esperó que saliera para poder hablar con él.
Alain se encontraba apurado. No pensó en tardarse tanto en dejar a su novia con su cuñada, hasta que miró a su suegro con una cara de pocos amigos y lo entendía perfectamente. Estaba molesto con él porque se había demorado en llegar.
—Buenos días, disculpe la demora —dijo con cierta timidez en su tono de voz.
—Buenos días, tuve que mentirle a mi esposa, no quería que viniera a esta reunión —confesó siguiéndolo. No sabía lo que quería el joven, pero estaba seguro de que se trataba de su hija pequeña.
—Hablaremos con calma en mi departamento —anunció.
Danny lo siguió al joven al departamento. En cierto modo, lo tenía intrigado de que quería hablar él con él.
Al abrir la puerta, Alain lo hizo pasar y cerrar la puerta con cuidado.
—Dime, ¿para qué me citaste? —le preguntó sin rodeos. No quería darle vuelta al asunto.
—Señor Danny, necesito que sea mi cómplice —pidió en cierta desesperación—. Quiero proteger a Tasia de ella misma. Sabe que todavía sigue estando insegura y mal, y me gustaría casarme con ella, pero que no se entere. Quiero protegerla, dejándole todo lo mío si algo llegara a pasarme —confesó. Noto que él lo miraba con cierta incredibilidad—. No estoy loco, solo que ella ha pasado, por tanto, que no me sentía cómodo que estuviera desprotegida.
—Puedo entenderte en cierto punto. Yo amo profundamente a mi esposa Aimeé y haría lo que fuera para evitar que sufriera. Pero, ¿estás seguro? No es que dude de tu amor hacia mi hija, pero es tu dinero y no quiero que pienses que por casarte con ella a escondidas puedas lastimarla.
—No como cree —dijo él completamente ofendido.
—No me pongas esa cara, el desgraciado de Joseph me engaño por muchos años y créeme que no pienso permitir que nadie lastime a mis hijas, por los momentos Raffaello y tú han sido buenos hombres con ellas… Tengo que estar atento —comentó con cierta sinceridad. No volvería a cometer el mismo error dos veces—. Conozco a mi hija, sé que no le gustará mucho la idea de casarse con ella a escondidas, pero te quiero ayudar con la única condición: que al momento que ella quiera divorciarse de ti, déjala ir.
—Se lo juro —afirmó él. Feliz de que su suegro iba a ayudarlo para casarse con la mujer que amaba—. Mi abogado será Omar, él se encargará de todo.
—Perfecto, casualmente estaré viajando a New York en unos días, te traeré los documentos de mi hija y espero que me invites a la boda, al menos para verlos de lejitos —dijo con cierta sonrisa. No quería perdérselo—. Viajaré porque pronto estaremos vendiendo nuestro hogar, no vale la pena tenerla allá y nosotros viviendo aquí.
—Están como Fátima y Omar, que estarán viviendo unos años en Italia y después regresar a Estados Unidos —informó con una media sonrisa—. En unos días, regresaré a Francia y quiero hacerlo antes de que Tasia se vaya conmigo.
—Eso es lo que quiero, que mi hija no se vaya como la novia de un hombre, sé que al estar a solas se harán pareja formalmente y quiero quedarme con la tranquilidad de que eres su esposo.