Capítulo # 15
En el restaurante.
Danny estaba sentado en otra mesa y con un disfraz para evitar que su hija se diera de cuenta. Estaba acompañado de Fátima y Omar, que estaban igual que él. No quería perderse el momento en que Anastasia firmara el documento.
Alain lo había pensado muchísimo y, después de firmar el documento, le pediría matrimonio con un precioso anillo.
—Está precioso, el lugar —comentó Anastasia disfrutando del lugar. Todo se veía hermoso y elegante—. Elegiste un buen lugar.
La sonrisa del hombre floreció. Le gustaba que a su novia le gustaran los lugares a donde la llevaba y esperaba que aceptara que fuera su esposa legalmente, aunque estuviera engañándola. Quería asegurarse de que ella era lo más importante en su vida.
—Me encanta consentirte —le dijo ayudándola a sentarse y disfrutar del lugar. De lejos veía a sus amigos y su suegro que estaban esperando el momento adecuado para grabar el instante de que ella firmara el acta de matrimonio.
—Todo se ve tan bonito —fascinada con la decoración del restaurante y el ambiente tan natural que estaba en el lugar. No sabía el porqué, pero sentía que era un día muy especial.
El hombre hizo seña para que trajeran la comida. Había elegido la comida favorita de su novia y futura esposa.
El mesero apareció a los diez minutos con la comida. Había traído un Vinotinto para la ocasión, ella estaba intrigada, en cierto punto, porque no esperaba tomar alcohol en la mañana. Aunque su doctor le había dado permiso para tomar en ciertas ocasiones, no quería abusar por todo lo que tuvo que pasar.
Al momento en que comenzaron a comer. Ella estaba encantada con la comida porque estaba deliciosa, no esperaba que Alain fuera tan consentidor con ella. Era un hombre maravilloso que se merecía una mujer que lo amara profundamente, y esperaba enamorarse de él intensamente.
—Estaba delicioso —dijo ella al terminar de comer, mirando el mesero que traía el postre: un pastel de chocolate con almendras. Los ojos de ella brillaron de la emoción—. ¡Qué suculento!
—Todo lo delicioso para mi novia —aclaró él con una sonrisa de oreja a oreja—. Te tengo una sorpresa.
Lo miró con cierta curiosidad e intentó no sorprenderse mucho. Él vivía regalándole ropa, joyas y estaba muy pendiente de ella. Por lo poco que supo de él era que había sido muy mujeriego antes de conocerlo y ahora era un novio fiel, que estaba pendiente de ella todo el tiempo y no creía que lo fuera. Con Joseph había aceptado todas sus infidelidades porque siempre la culpaba a ella en todo.
—Espero que no sea algo excesivo —comentó ella mirándolo de reojo.
—No sé si puede ser excesivo para ti —dijo con cierto temor. Trataba de regalarle cosas que le gustaran en los últimos meses, pero la veía tan preciosa que se merecía todo—. Solo espero que no me veas como un loco —informó. Con cuidado saco la carpeta en donde estaba el acta de matrimonio. Solo le pondría a firmar la parte de la firma sin dejarla ver el documento—. Mi amor, tienes que firmar este documento —dijo enseñándole los documentos.
Ella se le quedó mirándolo y veía cómo su novio le dio el bolígrafo. Ella, sin dudarlo, firmó los documentos sin pensarlo, confiaba en él ciegamente y sabía que sería incapaz de hacerle daño.
—Listo —dijo con una mirada llena de confianza—. Ya falta poco para trabajar de nuevo juntos —comentó con tanta ansiedad de volver a trabajar y sentirse útil de nuevo.
—Yo soy el primer ansioso en tenerte a mi lado, no sabes cómo te extraño —confesó besando su mano. Observó cómo ella le regaló una hermosa sonrisa—. ¿Por qué no lo hacemos legal?
Ella lo miró confundida.
—¿Qué quieres decir?
Alain sacó el anillo de su saco y la miró.
—¿Quieres ser mi esposa? —le preguntó mirándola y observó su sorpresa—. Te amo y quiero estar a tu lado siempre.
—Alain… No, sería muy apresurado. Eres un hombre divino y de verdad te quiero muchísimo, pero no quiero lastimarte —confesó con cierto temor—. Mejor, intentemos más adelante.
—¿Entonces guardo el anillo? —preguntó con cierta desilusión.
—Será lo mejor, pero sabes que eres importante para mí —intentó aliviar un poco la tensión que había entre ellos—. Alain…
—Amor, tranquila. Sé que estamos yendo un poco rápido, pero como estoy tan locamente enamorado de ti que no quiero perderte.
—Cariño, cómo vamos, estamos haciéndolo muy bien —aclaró.
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En otra mesa.
Fátima estaba mirándolos y comentó.
—Este amigo mío, es increíble. La hizo firmar el acta de matrimonio y todavía le pidió matrimonio —soltó incrédula—. ¿Está loco?
Danny sonriendo.
—Al menos, quiere las cosas por lo derecho —expresó con una sonrisa en los labios. Le agradaba su yerno, pero tenía que fingir con su mujer para que no descubriera lo que había hecho con su él—. Mi niña ha sido tan lastimada que no quiere lastimarlo.
—Eso es cierto —afirmó Omar disfrutando de su dulce—. Definitivamente, no podemos criticarla, no sabemos el infierno que vivió con ese enfermo de Joseph.
—Mientras que Alain haga las cosas como debe de ser, está bien para ambos —comentó Fátima.
—No estemos mirando tanto, que se darán de cuenta —comentó Omar.
Él tenía razón y decidieron no mirar más para evitar que los descubrieran.
Anastasia le informó a su novio que se iría al baño y él aprovechó para irse a la mesa en donde estaba su abogado y les entregó el documento. El día sería largo con su amada y no quería tener la tensión de que ella se diera de cuenta de lo que había hecho y fuera peor.
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En el baño.
Anastasia estaba retocándose el maquillaje, cuando veía venir a dos mujeres despampanantes.
—Viste al moreno que estaba con una mujer.
—Sí, está buenísimo. Si no me equivoco, se llama Alain Dupuis y es un francés muy poderoso. Podemos intentarlo.
—No sería mala idea.