Capítulo # 16
En Italia.
En el departamento Dupuis.
Ya había amanecido. Alain despertó por el ruido de su despertador, anunciándole que eran las siete de la mañana. Al levantarse, se fue a dar un baño y despertar a Anastasia, quería prepararle algo delicioso y que estuviera tranquila. Que no estaba enojado por lo que había pasado y que esperaría el tiempo necesario.
Se metió en el baño, se dio una ducha refrescante de casi seis minutos. Al salir, busco ropa para estar cómodo y prepararle un delicioso desayuno. Al estar listo, salió de la habitación y encontró el departamento silencioso; eso no le gustó y salió a la habitación de huéspedes. Al abrir la puerta, su esposa no estaba allí y su corazón comenzó a latir fuertemente, porque tenía un mal presentimiento y necesitaba saber en dónde se encontraba. Estuvo buscándola, hasta que decidió irse a la cocina y allí miró la nota. Él la agarró y comenzó a leerla.
«Mi querido Alain, sé que has hecho todo lo posible para que esta relación funcione, pero no puedo olvidar todo lo que pasó y lo que hice. Sé que ahora llevo una buena relación con mi hermana y mis padres.
Pero lo nuestro no está funcionando como yo deseaba, no eres tú en ningún sentido. El problema soy yo y quiero decirte que perdóname. Tengo que dejarte ir porque no quiero hacerte daño. Estamos a tiempo de comenzar de nuevo, tú con otra mujer que no esté tan rota como yo y que puedas ser feliz con ella.
Te quiero muchísimo, pero pienso regresar a mi país natal. No me busques, no me llames y menos intentes acercarte a mí. No quiero hacerte daño.
Gracias por todos los momentos vividos y por amarme con este pasado tan vergonzoso que tuve.
Te querré siempre»
—Quieres tiempo, esposa mía, te daré el tiempo necesario. Ni creas que te vas a escapar de mi señora Dupuis.
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En el departamento Palmer.
Aimeé estaba angustiada porque su hija no salía de la habitación y la sentía llorar. Su esposo le pidió que la dejara tranquila, de seguro se había peleado con Alain y era mejor que ella estuviera sola por un par de horas.
Tasia había salido de la habitación con los ojos llorosos, se había calmado un poco, nunca pensó en llorar tanto. Ni cuando se había enterado de la muerte de Joseph le había afectado, tanto lo estaba sintiendo por dejar a Alain.
—¿Está bien, pequeña? —su padre abrazándola con protección.
—No, terminé con Alain, ayer —confesó sollozando.
Danny estaba que ni él mismo se lo creía. Ayer los había dejado completamente enamorados y felices, acaso algo malo pasó después de que se fueron del restaurante.
—¿Y por qué fue? —preguntó su madre realmente confundida. No lo esperaba, más bien ya estaba preparada para la pedía de mano.
—Es que ayer, no pude pasar la noche con él y prefería terminarlo. Él merece a una mujer que esté dispuesta a dar todo por él y soy una mujer incompleta —comentó avergonzada. No esperaba decir eso, pero era que se sentía impotente porque su cuerpo lo rechazaba cuando él era un hombre maravilloso.
—Si realmente te ama, no te dejará ir tan fácilmente —aseguró su madre. Sabía que su yerno no se quedaría con los brazos cruzados.
—Quiero decirles, que pienso irme a New York. Quiero visitar la tumba de mi sobrino y quedarme un tiempo allá —comunicó y veía la negación de sus padres—. No pueden detenerme, Joseph está muerto y sus padres tienen casa por cárcel, no me harán daño.
—No y no —dijo su padre completamente molesto. No permitiría que su hija se fuera a ese país, sabiendo que ese desgraciado había dejado enemigos y no sabía si ella estaba en peligro. Tendría que llamar a su yerno y decirle lo que estaba pasando.
—Me iré, así que no quieran —dijo desafiante. Necesitaba irse y estar unos días allá. Le haría bien pensar en lo que vivió con él y regresar en un tiempo, quería sanar su corazón y esa era de la mejor manera.
Aimeé no permitiría que su hija se fuera a New York. Primero llamaba a Alain para que se la llevara a Francia, prefería tenerla dejos de ella, pero feliz con ese muchacho. No le diría nada, le haría creer que estaba de acuerdo con que se fuera y después se llevaría la sorpresa.
—Amor, deja que se vaya —dijo sorprendiendo a padre e hija—. Es mejor que sane sus heridas y que regrese.
Danny observó la mentira de su mujer, la conocía bien y sabía cuándo decía mentiras y cuando no, era mejor seguirle el juego y que su hija creyera que estaban apoyándola.
—Está bien, dejémosla ir.
Anastasia no podía creer que sus papás estuvieran apoyándola, los amaba con todo su ser y quería recuperarse; y si Alain la esperaba era porque en verdad la amaba.
—Voy a preparar todo, me iré en unos días —comunicó con cierta euforia. No quería quedarse mucho tiempo en el país, con miedo de que Alain pudiera convencerla y que por cobardía se quedara a su lado. Tenía que ser inteligente y sanarse primero.
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Unos días después.
Lili no estaba de acuerdo con que su hermana Tasia se fuera a New York, no se sentía segura, pero entendía la posición de su hermana. En cierto modo, ella no quería lastimar más a Alain y estaba orgullosa de ella en no seguir adelante con una relación sin futuro.
Había llegado el día, en el aeropuerto.
Alain se encontraba escondido, no permitiría que su mujer saliera a Estados Unidos, se irían a Francia y la iba a convencer de que él era el hombre de su vida.
—Yerno —habló Aimeé atrás de él—. Es hora de que actúes, mi hija se irá en menos de veinte minutos —observando cómo su hija estaba sentada y entretenida en el celular—. Haz tu jugada.
—Bien, suegra, ya es hora de enseñarle a mi mujer quien manda —dijo seguro de sí mismo y sintió cómo ella le dio un empujoncito.
Anastasia estaba entretenida leyendo un texto que le había enviado su hermana. Hasta que sintió la presencia de alguien mirándola y levantó su cabeza, se quedó sorprendida al mirarlo.