Volver a Enamorarse

Capítulo # 18

Capítulo # 18

Unas horas después.

En la mansión Dupuis Palmer.

Anastasia se encontraba acostada en la cama.

Él salió del baño con una toalla cubriendo su cintura.

—¿Lo intentamos hoy? —preguntó.

—Sí —dijo con voz firme. Necesitaba superar lo que estaba sintiendo.

Él se acercó a ella y la besó dulcemente en los labios. Ella lo aceptó gustosa. Estuvieron besándose íntimamente y encendiendo la llama. Cuando Anastasia sintió las manos de él tocándola íntimamente, se puso tensa y llegaron los recuerdos.

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Años atrás.

Era la segunda vez que él tendría intimidad con Anastasia. Estaba tan excitado que estaba loco de hacerla suya.

Anastasia estaba convencida de que su segunda vez no dolería y que todo pasaría rápidamente, pero no fue así. Él la trató, peor que antes.

—Me dolió mucho —expresó llorando.

Joseph no quería tener una amante llorona y la agarró de la mejilla con rudeza.

—Deja de comportarte como una nena, eres una mujer y lo que solo haces es llorar.

—Es que me duele —dijo en queja.

—Esto duele más —dijo cacheteándola y miró su asombro—. Agradece que te amo y que estoy a tu lado —mintiéndole—. No eres atractiva y ningún hombre se fijaría en ti.

Ella sollozando.

—No seas cruel.

—No soy cruel, solo te amo de verdad y quiero enseñarte cómo la vida es dura. Así que no puedes llorar cuando hacemos el amor, así que te duele, tienes que disfrutarlo.

—Y si no me gusta —mirándolo con desafío.

—Entonces no me amas —dijo, levantándose de la cama y buscando su ropa—. Creía que me amabas…

—No, por favor… Aceptaré todo y no me quejaré, pero no me dejes. Eres el único que me ama de verdad.

Él sonrió triunfante y convertiría a Anastasia en su juguete sexual.

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Actualidad.

Anastasia se tensó cuando sintió la mano de Alain tocando su intimidad y lo movió bruscamente de su lado.

—No puedo.

Él se sintió frustrado.

—Cuando creo que avanzamos, no lo hacemos —dijo mirando hacia el baño. Le tocaría irse a desahogarse de nuevo.

—Perdóname, es que… —Quería decirle tantas cosas, pero tenía miedo de su reacción.

—Necesitas ayuda y nunca avanzaremos —dijo con cierta frustración.

—Es que…

—Estás tensa y si no te relajas, no podrás disfrutarlo —acercándose a ella y le dio un beso en la frente—. Tienes que sentirlo.

—Es difícil, siempre fue doloroso para mí…

—Te llevaré para una ginecóloga —le anunció. Logrando que ella se sorprendiera—. Tenemos que saber, cómo estás.

—Bien —dijo al ver cómo se alejaba de ella—. Perdóname, Alain.

—No te preocupes.

Le dolía lastimarlo y no cumplir como mujer, pero la realidad era que tenía muchísimo miedo. Él era su segundo amante y, tan solo de pensar que la lastimaría como lo hizo Joseph, se ponía tensa. Los recuerdos venían por sí solos y no podía evitarlo.

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Unos minutos después.

Anastasia estuvo pensando mucho y Alain quería placer, y podría dárselo. Joseph la había obligado a hacerlo tantas veces que así no le gustara. Terminó aprendiéndolo para complacerlo a él.

—Alain —dijo al mirar que había salido del baño.

—Sé que por mi culpa no puedes saciarte sexualmente y podría darte sexo oral.

—No, claro que no. Anastasia, quiero que las cosas fluyan solas y no porque te sientas presionada —dijo él acercándose a ella y abrazándola—. Verás que un día de estos se dará tan espontáneo que lo disfrutarás.

—Había momentos en que sí lo disfrutaba —comentó, separándose un poco de él y sentándose en la cama—. Mi primera vez fue horrible, me dolió muchísimo y Joseph nunca se preocupó en cuidarme. Después, el sexo con él era extraño, algunas veces era amable como otras veces no lo era —dijo entristecida—. Siento tanto miedo.

—Estás traumada, Tasia, tienes miedo de mí —dijo sentándose a su lado y ella soltó el llanto—. No confías en mí, por eso no avanzamos.

—Perdóname.

—Tenemos un año y algo juntos —le recordó. Ella lo miró, le acarició el rostro—. No estoy reprochándotelo, pero pasa el tiempo rápido y no hemos avanzado nada.

—Déjame, puedes buscarte a una mujer… Puedo entenderlo. Él lo hacía cuando yo no podía —dijo sin más y se arrepintió al ver su molestia en su mirada—. Lo siento, es que…

—Tasia, estás demasiado rota y lo sabes…

—Por eso, no soy compañía para nadie y tú no mereces una mujer como yo —dijo, levantándose de la cama y sollozando. Le dolía que él la amara y ella, sin poder olvidar lo que vivió con Joseph—. Estamos a tiempo.

—Olvídalo —aseguró él—. Eres mi esposa, lo sabes muy bien.

—¿Por qué insistes que estamos casados? —preguntó confundida.

—Porque legalmente lo estamos, Anastasia, nos casamos y tú ni enterada.

Ella lo miró perpleja. En qué momento se casaron y ella sin saberlo.

—¿Estás loco, Alain? —preguntó al sentir mucha ira—. Tenías que preguntármelo.

—Para que te negaras, no. Estoy asegurando nuestro futuro, eres una indecisa y no pienso dejarte —le confesó levantándose de la cama para acercarse a ella, pero ella se alejaba porque estaba molesta con él—. Tu padre me apoyo en todo momento.

—Tenías que preguntármelo a mí y no hacerlo —dijo con los ojos llorosos—. Sabes lo que había soñado con casarme y tú lo acabas de arruinar.

—Estamos casados legalmente y para mi defensa, era esto o nada —dijo el tenso por la mirada tan penetrante de ella—. No sé qué me pueda pasar, mis padres murieron y tengo una fortuna que quedaría en tus manos al ser mi esposa. Solo quiero asegurarte tu futuro Tasia, solo eso.

Ella intentaba procesar un poco sus palabras y la historia de Alain era muy triste. En el fondo tenía miedo de morir y dejarla desamparada.

—Alain.

—Acéptalo, como un contrato y ya.

—Pero…

—Estoy asegurando tu futuro, Anastasia, y no pienso darte el divorcio tan fácilmente. Eres legalmente la esposa de Alain Dupuis.




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