Volver a Enamorarse

Capítulo # 19

Capítulo # 19

Alain había llegado de la mano con su mujer a la fiesta, muchos estaban mirándolos y murmurando quién era la morena que estaba acompañándolo.

Tasia estaba mirando todo y era realmente espectacular. Era la primera vez que veía a tantos empresarios juntos y debía de comportarse, entonces se fijó que estaba Charlotte, esa mujer que estaba enamorada de él y que fingía que era su mejor amiga.

—Amor, es mejor sentarnos alejados de esta bola de gente hipócrita —dijo con cierta seriedad. No le gustaba cómo estaban mirando a su mujer esos hombres.

—Bien —afirmó siguiéndolo, al hacerlo se sentaron en una silla que estaba un poco alejada de las personas—. Todo se ve espectacular.

—Así es —afirmó haciéndole seña al mesero y el joven se acercó a ellos—. Por favor, ¿nos puede traer comida y bebidas?

El mesero asintió y se retiró, dejándolos solos.

Charlotte no desaprovechó la oportunidad para irse a acercar a Alain.

—Mi amigo —dijo acercándose a él, dándole un beso casi cerca de los labios para hacer rabiar a Anastasia.

Tasia la miró con lástima, sabía cómo jugaba una mujer para dar celos y no pelearía con Alain por su culpa.

—Char —dijo él seriamente, no le había agradado el beso que le había dado—. No hagas eso, pueden pensar otra cosa y estoy con mi mujer.

—¿Dirás con tu amante? —con cierta molestia en su tono de voz.

—Estás equivocada, Charlotte, Anastasia es mi esposa legalmente.

—Es mejor, dejarlo a solas —dijo ella agarrando su bolso, necesitaba ir al baño.

La rubia esperó que ella se alejara para hablar, como podía haberle hecho eso a ella. Se suponía que eran mejores amigos y se contaban todo, porque le oculto su matrimonio con esa mujer operada.

—Tenías que decírmelo.

—No tenía que hacerlo, no estaba inestable y no quería causarte ningún dolor, entiende Charlotte. Yo te quiero muchísimo porque eres mi hermana, pero a la única mujer que amo es a Anastasia Palmer.

Ella lo miró con mucho odio, no iba a permitir que esa mujer se lo quitara y menos que fuera a darle hijos, para eso estaba ella para formar una familia con él.

Buscaría la manera de deshacerse de ella y que él la viera como la peor mujer del mundo.

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Tasia había salido del baño y sin querer había tropezado con un hombre, que para mayor sorpresa era bastante atractivo.

—Buenas noches, señorita Palmer —dijo Emir mirándola con una sonrisa en los labios.

Ella lo miró confundida, no lo conocía, no sabía quién era.

—Soy Emir Yilmaz, soy un empresario turco que ha escuchado hablar de usted.

Anastasia estaba realmente confundida, como que había escuchado de ella si tenía pocos meses que había regresado a Francia.

—¿De verdad? Lo siento mucho, si no lo reconozco, pero su nombre no se me hace familiar.

—¿Está segura? —preguntó en un tono de seriedad. En verdad, la veía confundida y eso no le estaba gustando. Se suponía que ella sería su última llave para recuperar lo que le pertenecía.

—Sí, segurísima —afirmó ella, aunque su rostro estaba haciéndole familiar y no sabía por qué—. Si me disculpa, tengo que reunirme con mi esposo.

—¿Esposo? —repitió confundido Emir. Se suponía que ella estaba viviendo con él y ella le estaba diciendo que estaba casada.

—Sí, mi esposo es Alain Dupuis, nos casamos antes de regresar a Francia y fue una boda muy íntima —le mintió. No había necesidad de decirle a nadie lo que ocurrió realmente—. Debes de estar esperándome.

—Me gustaría, platicar un rato más con usted —dijo intentando procesar que no sabía nada de él—. Sé que es organizadora de eventos y quiero hacerle una fiesta de bienvenida a mi familia.

—Eso, tendríamos que platicarlo en una fecha agendada, pero —informó sacando su tarjeta—. Aquí está mi número para darle una fecha cercana y poder platicar a gusto.

—Gracias —dijo aceptando la tarjeta y guardándola en su bolsillo—. Fue un placer, señora Dupuis.

—Hasta luego.

Ella iba caminando, hasta que miró a su esposo, acercándose a ella con una mirada seria.

—¿Ya se fue? —preguntó ella al estar cerca de él.

—¿Por qué estabas hablando con Emir Yilmaz? —preguntó celosamente.

—Quiere que haga un trabajo, pero, en fin. Estoy aquí contigo, vamos a bailar un rato.

Al francés no le estaba gustando los celos que estaba sintiendo, no quería que nadie la mirara o que intentaran acercarse a ella, su mujer era demasiado hermosa y atractiva para los hombres; tenía que estar pendiente de ella y no permitir que nadie se le acercara.

Tasia quería bailar muchísimo, fue hacia la mesa y dejo su bolso allí para irse a la pista de baile, le urgía bailar y divertirse como nunca, quería pasar los buenos momentos con su esposo.

La pareja estuvo bailando por mucho tiempo, después de disfrutar del sonido de la música se fueron a comer algo. Alain comenzó a tomar un poco más porque no sabía cómo controlar sus celos, era la primera vez que se sentía tan impotente de no poder expresarse, porque si decía algo ella lo podía malinterpretar.

Anastasia estaba disfrutando de la comida, hasta que se acercó un hombre a ella, era un señor de edad.

—Buenas noches, usted debe de ser la organizadora Anastasia Palmer —dijo el hombre completamente fascinado con la morena.

—Buenas noches, sí, efectivamente, soy yo —contestó de una manera educada.

—He escuchado hablar muy bien de usted, me gustaría mucho que organizara mi matrimonio número cuarenta —dijo con una ilusión en su mirada.

Ella le sonrió, se veía muy entusiasmado con su aniversario de bodas.

—Llamé, el día lunes y le dice; a mi secretaria, que es el aniversario número cuarenta y lo atenderé —dijo ella sonriéndole.

El hombre se alejó de ella y sintió la mano de su esposo agarrándola fuertemente, entonces ella se tensó, le hizo recordar aquellos malos momentos que vivió con Joseph cuando se emborrachaba.




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