Volver a Enamorarse

Capítulo # 21

Capítulo # 21

En Italia.

La pareja se había dado un baño rápido para poder comer y reunirse con la familia, Anastasia quería besar a su sobrino y consentir. Tenía mucho tiempo que no lo veía y quería darle todo su amor en los días que estarían en el país.

Alain estaba entusiasmado por la actitud de su mujer, desde que habían sido uno solo. Tasia había tomado confianza y estaba siendo más sincera a la hora de mostrar sus sentimientos.

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En la mansión Santoro.

Lili tenía en brazos a su hijo. Estaba esperando pacientemente a su hermanita y saber que estaba bien.

—Tardará mucho —comentó Rina mirando a la esposa de su nieto.

—Espero que no. Ya llegaron y deberían llegar pronto.

Raffaello quería verlos. En especial a su amigo y hermano, lo extrañaba mucho a pesar de que tenían buena comunicación. A veces se alejaban por el trabajo.

El timbre sonó y Lili le entregó a su hijo a su marido para abrazar a su hermana. Últimamente, la extrañaba demasiado, no sabía por qué, pero sentía que debía de estar con ella.

La pareja entró a la mansión. Anastasia al entrar a la mansión de la familia Santoro sintió como su hermana la abrazo sorpresivamente, logrando que se sorprendiera muchísimo.

—Te extrañé —dijo al fin.

Ella no pudo evitar reflejar una sonrisa en sus labios. Era lindo que su hermana pensara en ella y que la extrañara.

Lili se separó de ella y también saludo a Alain que estaba sonriéndole.

—¿Y cómo les fue en el viaje? —preguntó Raffaello acercándose con su hijo en brazos.

Tasia al ver al pequeño rubio se dirigió hacia su cuñado. Su sobrino estaba sonriéndole y moviendo sus piecitos en símbolo de alegría.

—Hola, mi hermoso rubio —dijo, quitándoselo con mucho cuidado y abrazándolo con tanto amor—. Me extrañaste.

Liam le sonreía y se movía mucho.

—Es muy activo.

—Terrible lo que será —comentó Lili risueña.

—Es puro papá —acercándose a él Alain. Se le hacía tan sorprendente de que su sobrino se pareciera tanto a su amigo—. Es la viva imagen de Raffaello.

—Mi niño —dijo, feliz Rita, que estaba acercándose a saludar a su hijo Alain—. Me hacías falta.

—Y tú a mi madre —confesó, abrazándola con tanto amor y cariño—. Espero quedarme unos días.

—Una semana —pidió Lili que quería compartir con su hermana.

—Máximo tres días, por eso estamos aquí para el cumpleaños de la abuela —les recordó.

Rita miró a la morena. La veía tan jovial que estaba segura de que ¡ahora sí sería feliz!

Raúl llamó a los padres de Anastasia, para que estuvieran con ella y pudieran compartir con ellos.

Mientras que la joven se había ido con la señora Rina y Rita para organizar lo de la fiesta, tendría que moverse rápido porque quedaban pocos días. No quería dejar nada a medias.

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En Francia.

En un departamento.

Charlotte estaba mirando el lugar con cierta fascinación. El departamento era amplio.

—¿Quieres tomar algo?

—No, gracias —dijo ella sentándose en el sofá—. No entiendo, por qué me trajiste a este lugar.

Él soltó una risita. Estaba encantado con Charlotte, era una belleza, pero sabía lo que había vivido y las veces que se habían intentado matarse. ¿O solo eran mentiras para obtener la atención de Alain Dupuis?

—Sé que estás obsesionada con Alain.

Ella se levantó del sofá, se encaminó hasta en donde estaba, él. Se encontraba sentando en otro sofá y mirándola con curiosidad. Ella, sin medir palabras, se le sentó en las piernas.

—En serio me trajiste aquí. ¡Para hablar de Alain!

Emir la miró con cierta curiosidad y fascinación. ¡Esa mujer estaba en otro nivel!

—Pensé que querías pasar un rato conmigo —dijo, bajando sus manos hacia sus pectorales y acariciándolos sin ninguna pizca de vergüenza.

Él la atrajo a su cuerpo y la beso ardientemente.

Charlotte tenía meses que no se acostaba con ningún hombre. Siempre era selectiva a la hora de tener sexo, pero ese hombre Emir le atraía y era sumamente extraño porque no solía acostarse con hombres que no tuvieran un aire a Alain. Emir era demasiado atractivo y llamativo, sería su aire turco que la tenía completamente fascinada.

Emir sin contenerse. Comenzó a tocar íntimamente a la rubia. La verdad no había encontrado a una mujer que le llamara la atención al llegar a Francia, pero al verla e investigarla quedo fascinado con la belleza de Charlotte. No podía negar que era una mujer muy hermosa que estaba rota por todo el daño que le causaron al matar a sus padres.

—¿En dónde queda tu habitación? —le preguntó ella al separarse de sus labios. No quería hacerlo en la sala—. Vamos a tu habitación.

Emir la tomo entre sus brazos y ella lo miró un poco sorprendida.

—Te daré tanto placer, que no podrás olvidarte de mí.

—Será mutuo —expresó con mucha lujuria. Quería hacerle tantas cosas y no se iba a cohibir de nada.

Emir no había conocido a una mujer tan atrevida y tan hermosa en su vida. Siempre se había conseguido mujeres que estaban dispuestas a complacerlo porque se los ordenaba, pero nunca buscaban la iniciativa. Esperaba que la experiencia con Charlotte no fuera pura mentira y que se dieran placer mutuamente.

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En Italia.

En la mansión Santoro.

La organizadora estuvo escuchando pacientemente a la anciana, lo que quería que hubiera en su cumpleaños. Sin decir nada, busco su tablet y comenzó a crear un futuro escenario para enseñárselo.

—Mi abuela, volverá loca a mi cuñada —comentó Raffaello con su hijo en brazos. Alain y él estaban observando cómo la morena estaba entretenida con las mujeres.

—Ni tanto, a mi mujer le han tocado unos clientes, que creía que no podría y es que me dejaba sin aliento —comentó orgulloso de ella.

—¿Y cómo van ustedes dos?

—Maravillosamente bien. Estamos en nuestro mejor momento —dijo con una sonrisa en los labios—. Espero que nuestra relación sea para siempre.




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