Capítulo # 27
Unos días después.
En la empresa Dupuis.
En la oficina de Alain.
—Señor, tenemos todo listo —anunció Axel mirando a su jefe como estaba firmando unos papeles—. Solo tiene que dar la orden.
—Perfecto, tengo que hablar con Anastasia para que no sospeche nada —comentó con ilusión. Hoy era el día en que le pediría matrimonio a su esposa como era debido. Sabía que lo que había hecho estuvo mal y quería recompensarla—. Tienes que estar atento a mi llamada.
—Sí, señor —dijo saliendo de la oficina.
En eso entró Charlotte.
—Hoy me voy temprano —anunció con una sonrisa. Emir la llevaría a comer y pasarían una noche bailando—. No cuentes conmigo.
—Bien, yo también me iré temprano. Le tengo una sorpresa a Anastasia —entusiasmado de que todo saliera bien.
Ella lo miró divertida. Estaba muy entusiasmado y feliz su mejor amigo.
—¡Ya me imagino!
—¿Te verás con ese hombre? —preguntó con cierta curiosidad, desde que estaba saliendo con él la veía muy sonriente y serena. Eso le agradaba, pero a la vez lo tenía preocupado de que la lastimaran—. No quiero que nadie te lastime.
—Tranquilo, lo nuestro no es importante. Él tiene una vida y yo la mía. Solo estamos divirtiéndonos —le aclaró. Que no se hiciera ideas raras porque estaba clara que Emir no se fijaría en ella por su cultura y ella tampoco estaba dispuesta a abandonar todo por estar con él—. No tienes que preocuparte.
—Si tú lo dices —expresó no muy convencido, pero quería que su amiga tuviera tranquila.
En eso escucharon el sonido de la puerta.
—Pase —dio la orden a Alain.
Tasia entró al despacho con una molestia en su rostro.
—¿¡Qué pasó!? —preguntaron ambos alarmados.
—Tengo que irme. Me cancelaron la reunión en la oficina —comentó enfurecida—. Si no fuera importante, juro que ni fuera.
—Te dije que no quería reuniones que no fueran dentro de la empresa —le recordó con seriedad. Últimamente, su mujer se estaba exponiendo mucho y no quería que le pasara nada—. Tiene que entender que tienen que venir para acá. No quiero seguir aceptando más caprichos.
—Será en un restaurante —le informó—. Le pediré a Axel que me lleve y así estarás tranquilo.
—Axel está ocupado. Pídele a Aquiles que te lleve —le informó con cierta molestia—. Cualquier cosa, te vienes.
—Bien —dijo. Se acercó a él y le dio un beso en los labios—. Nos vemos.
—Cuídate, amor, ya sabes. Llamas a Aquiles —le pidió con una sonrisa.
—Así lo haré, jefe.
Charlotte esperó que se fuera Anastasia para hablar.
—Ustedes derraman mucha miel.
—Deja que te enamores de verdad —dijo con una sonrisa divertida.
La rubia lo miró divertida.
—Ya veremos…
Alain observó cuando se fue la rubia y esperaría que su mujer le avisara para llevársela de sorpresa a un lugar romántico.
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Las horas pasaron rápidamente. Anastasia había terminado su reunión y estaba intranquila porque había visto a su esposo un poco misterioso y cuando lo veía de esa forma era porque estaba planeando algo. Muy pronto sería su boda religiosa y estaban organizando todo, habían decidido no hacer algo tan grande, solo familiares y amigos cercanos para no dar sensación de la farándula amarillista de su boda.
En la empresa Dupuis.
En la oficina de Anastasia.
—Aquí estabas —habló su esposo sonriéndole—. ¿Estás lista?
—Sí, Charlotte, me adelanto muchísimo trabajo —confesó agradecida—. Es muy buena.
—Charlotte es una mujer inteligente, que tiene una empresa poderosa, pero prefirió hacer negocios conmigo y dejar a su mano derecha en la empresa —le comentó acercándose a ella—. En algún momento me abandonará y comenzará con su negocio.
—¿Por qué ustedes se unieron tanto? —preguntó con cierta curiosidad.
—Ni yo lo sé, nos conocimos y fuimos inseparables. Al tal punto que nuestros padres platicaban mucho de nuestra boda.
—Ya veo, entonces. Yo soy la bruja mala que los separó —dijo ella con una sonrisa en los labios, pero sintió cómo su esposo la abrazó con tanto cariño—. Solo bromeaba.
—Si hubiera sentido algo por Charlotte, te aseguro que me hubiera casado con ella, pero no fue así y me encanta que nuestra amistad siga siendo la misma.
—Pero, ella sí ha estado enamorada de ti.
—No, nunca lo ha estado. Es una caprichosa —aclaró—. Es hora de irnos.
Ella se separó de él, buscó sus cosas para salir y al hacerlo, se sorprendieron al saber que Charlotte se había ido ya.
—Tengo que saber, ¿quién es él?
—Alain, no seas celoso. Deja que ella te lo presente —le pidió su mujer. No quería que la amistad de ellos se estropeara por celos; veía a Charlotte muy tranquila y feliz.
—Está bien, no le diré nada —soltó sin estar de acuerdo. Su amiga no merecía sufrir y menos por un hombre.
—Vamos, amor.
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En otro lugar.
Charlotte miraba el lugar, era precioso y llamativo.
—Me encanta.
—¿Quieres ir a Italia?
Esa pregunta la tensó.
—No, nunca pisaré ese país.
—¿Por qué?
—Emir, ¿de verdad, quieres dañar la noche?
—No, solo que quería llevarte…
—No puedo pisar ese país y no me hagas pasar un mal rato. Puedo irme —le advirtió con una mirada sombría—. Es mejor, pasárnosla bien.
—No quiero ponerte de mal humor —confesó sorprendido, como le cambió la cara a Charlotte—. Sigamos disfrutando.
Charlotte se le quedó mirando, no quería recordar momentos dolorosos y menos cuando estaba pasándosela tan bien.
Emir solo tenía curiosidad para conocer un poco más de ella, pero todo se fue al olvido al mirarla. Tenía que buscar la manera de terminar la relación que estaban teniendo y no regresar nunca más a Francia, porque si seguía viéndola no sería capaz de regresar a Turquía.
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En el hotel.
A Anastasia estaba un poco intrigada por el lugar. ¿Para qué su esposo la llevó a un hotel? Se suponía que irían a pasear y no estarían en ese lugar.