Volver a Enamorarse

Capítulo # 31

Capítulo # 31

Ese mismo día, la salida fue tranquila y maravillosa para los padres de Anastasia.

Charlotte al día siguiente tuvo que viajar de emergencia a Inglaterra para poder estar con su padrino, que le había dado un infarto y estaba delicado. No quería dejar a su madrina sola, y viajó para quedarse unos días; y regresar un día antes de la boda.

En la tienda de novia.

Anastasia estaba modelando el vestido de novia que había elegido.

—¡Te ves bellísima! —exclamó su madre con ganas de llorar.

—Gracias, solo faltan algunos detalles —comentó mirándose en el espejo y deseando de que llegara el día de su boda—. Cada día falta menos.

—Así es, tu hermana llegará hoy con la familia de Raffaello —le recordó su madre con aquel entusiasmo.

—Sí, el vestido de Charlotte estará listo y de mi hermana también —confesó con una sonrisa—. Ya quiero verte…

Aimeé se había sorprendido de lo apegada que estaba su hija con la amiga de su marido.

—¿Se llevan muy bien?

—Sí, antes no, pero ahora sí.

Su madre se le quedó mirando y aliviada en saber que esa muchacha no era de impedimento para que su hija fuera feliz.

Anastasia regresó al cambiador para quitarse el vestido e irse con su madre para terminar de comprar lo que les hacía falta para la boda.

Aimeé miraba el lugar completamente, fascinada; nunca había estado en un lugar tan lujoso y hermoso. Sus hijas tuvieron suerte en enamorarse y casarse con buenos hombres que estaban dispuestos a bajarle el cielo si era posible.

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En el aeropuerto.

Alain estaba con su suegro, estaban esperando que llegaran las mujeres Santoro.

—Ahí están —dijo Danny al mirar cómo veía de lejos a su hija con su nieto en brazos. Se encaminó e hizo seña para que lo vieran.

Lili le había pasado al niño a su suegra, estaba agotada por el viaje y quería llegar a acostarse por un rato.

—¡Por fin! —exclamó Fátima con su hijo en brazos, se lo entregó a su amigo—. Tómalo.

Alain lo tomó entre sus brazos y lo llenó de besos.

—Este gordo.

—Y malcriado —aclaró ella con una sonrisa.

—Hijo —dijo acercándose Rita para abrazarlo con tanto amor y protección—. Es bueno verte y saber que estás por casarte.

—Sí, ¿y Raffaello? —preguntó curioso.

—Llegará mañana, estaba organizando lo de la boda. En cuatro días, será la boda —dijo entusiasmada Fátima.

—Sé que quieren organizarle una despedida de soltera a mi mujer —comentó mirándolas y observó que su cuñada sonreía divertida—. No me quiero imaginar qué harán.

—¡Ni te lo imagines! —soltó su cuñada alegre.

—Vamos a buscar las maletas, he irnos —dijo Rita mirándolos.

Todos se encaminaron a buscar las maletas y sonrió Alain cuando Axel estaba esperándolos con las maletas. Ese hombre era tan eficiente que muchas veces le pedía a Dios que le diera muchos años de vida y salud.

Fátima saludó a Axel como siempre lo hacía con un beso en la mejilla y bromeando con él.

Axel siempre se reía de las ocurrencias de la señora Fátima, antes la veía como una niña malcriada que siempre buscaba atención en los demás, pero después que conoció al joven Omar ella cambió para bien y la veía muy feliz.

En el transcurso del viaje a la mansión, todos iban platicando y bromeando de todo un poco hasta que llegaron y se encontraron a Aimeé en la cocina con su hija en compañía.

—Aquí están —habló Liliana entregándole a su hijo a su hermana—. Tenlo es que tengo un sueño.

—Voy a llevarte a tu habitación —dijo levantándose con cuidado porque tenía al niño en sus brazos. Su sobrino se veía que estaba fastidioso—. Mientras mamá duerme, te daré un baño delicioso —besando las mejillas del pequeño rubio.

Liliana, espero que su hermana la guiara a la habitación que sería de ella en los días que estaría en Francia. La verdad era que estaba agotada, su hijo estaba tan activo que no la dejó dormir en toda la noche y eso que su esposo siempre la ayudaba con él en la madrugada.

Tasia la llevó a la habitación y la dejó allí para jugar con su sobrino. Quería darle amor, se lo llevó de nuevo a la cocina y siguió con su madre.

—Aquí estás —dijo su esposo quitándole al niño—. Ven con tu tío.

La morena se lo entrego con cuidado.

—Vamos a jugar un poco —alejándose de ellos para disfrutar de él. Tenía que practicar porque vendría su sobrino y no quería perderse de nada.

—Alain, será un excelente padre —comentó Aimeé decorando el pastel—. Espero que no tarden tanto en ser padres.

—¡Mamá!

—¿Qué? ¡Quiero disfrutar a mis nietos! —explicó con una sonrisa en los labios—. Una nena hermosa, como tú.

—Sí, saldrá pelirroja, blanca e idéntica a mí —dijo bromeando.

—Las posibilidades son muy altas —le recordó su madre.

—No lo creo madre —dijo dudosa—. Sería extraño que tuviera una hija pelirroja. Alain y yo somos morenos y sería raro.

—Mira a tu padre y a mí. Ambos blancos y de cabello castaño. Ustedes, son diferentes a nosotros y no por eso no son mis hijas —aclaró su madre con suavidad—. Sería muy hermoso tener una nieta pelirroja.

—Esa la daré yo —aclaró Alain bromeando. Estaba seguro de que nunca tendría una nena de esas características.

—Eso lo sabremos cuando nazca —dijo su suegra. Sería hermoso que su hija tuviera una niña pelirroja o de cabello castaño como ella.

—¿De qué hablan? —preguntó Fátima, llegando con su bebé en brazos.

—De la futura hija que tendré —bromeó Tasia a la amiga de su esposo.

—¿Ya están embarazados? —preguntó incrédula.

—No, claro que no —aclaró su amigo—. Mi mujer y yo, queremos disfrutar un poco de nuestro matrimonio. Aunque Charlotte cambió mis planes.

Fátima estaba intrigada.

—¿Por qué lo dices?

—Está embarazada —respondió Anastasia—. Llegará unos días a Francia.

—¿Embarazada? —preguntó incrédula.

—Sí, conoció a un tipo y bueno… Pasó lo que tenía que pasar —aclaró él con una seriedad en su mirada—. Seré tío.




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