Capítulo # 41
En la mansión Santoro Palmer.
Anastasia había dado un recorrido por la mansión. Su hermana terminó de mudarse a pesar de que no quería abandonar su hermoso departamento, pero era lo mejor para Liam, que estaba creciendo y quería tener un enorme jardín para jugar y distraerse un poco.
—Me encanta —dijo con aquella sinceridad Tasia—. Pero, es hora de que venga mi sobrina.
Liliana desvió la mirada hacia su esposo Raffaello.
La morena se preocupó de que estuviera pasando por un mal momento su hermana con su marido.
—Vamos al jardín.
Ambas hermanas se fueron alejando de los niños y de sus maridos para platicar.
—¿Qué está pasando? —preguntó Tasia a su hermana mayor.
—Es que… Raffa no quiere que tengamos más hijos, dice que Liam es travieso y que sería una irresponsabilidad tener otro —confesó con cierta tristeza—. Yo quiero tener otro bebé. Si Archie estuviera vivo, no te negaría que estaría de acuerdo, pero siempre he deseado tener una nena.
—¿Y si viene otro niño? —preguntó su hermana. Existía esa posibilidad.
—Ese es mi temor, tu cuñado dice que Alaia es el sueño que siempre deseo tener.
—Pero, no es su hija —recalcó seria Tasia. Sabía que su cuñado amaba a su hija, pero no era su hija para llenar ese vacío de anhelo—. Deja de cuidarte y cuando te embaraces…
—Eso es lo peor… Creo que estoy embarazada —dijo con cierto temor.
Anastasia estaba sorprendida.
—No sé qué pasó, pero me siento muy embarazada y lo peor es que no quiero que Raffaello piense que yo lo planee.
—Creo que tengo una prueba de embarazo en mi bolso —dijo, con cierta emoción, de saber que podía ser tía de nuevo—. Vamos al baño.
Liliana se sentía realmente nerviosa, estar embarazada de nuevo sería tan lindo porque era un bebé tan deseado por ella y en el fondo también por Raffaello a pesar de que se la pasaba negándose. Estaba segura de que cuando naciera todo cambiaría.
Las hermanas aprovecharon que los hombres estaban hablando y haciendo de la suyas, cuando entraron al baño. Estaban riéndose y divertidas a la vez. Era como una misión casi imposible que fueran a descubrirlas.
Lili se hizo la prueba de embarazo y esperó sentada junto con su hermana los resultados y para mayor sorpresa si lo estaba. La pelirroja estaba eufórica porque tendría otro bebé y su hijo estaba grande para comprender la llegada de un hermanito o hermanita.
—¿Y cómo se lo dirás? —preguntó Tasia con emoción. Iba a ser tía por tercera vez.
—No lo sé, me siento pésimo… Raffaello pensará que no lo tomó en cuenta para nada, es que con mi segundo embarazo lo oculté para sorprenderlo y mira esto —dijo con el corazón encogido de la tristeza—. ¿Por qué pasan estas cosas?
—Ni idea, te juro que a veces quiero entenderlo. ¿No creo que piensas perderlo o sí?
—¡No! ¡Claro que no! —exclamó alarmada—. ¿Es qué? Él me pidió que dejara de cuidarme y lo estábamos haciendo con método del ritmo que según funciona.
—Wow, es que eso no es tan confiable, hermana. Para mí, Raffaello quería un hijo y por eso lo propuso. Mira que ese método es confiable como otras veces no lo son —dijo con cierta duda Anastasia—. ¿Y cuánto tiempo llevan haciéndolo?
—Casi dos años —respondió asombrada de que algo hubiera fallado.
—¿Y no lo hacían con el sombrero?
—Muy poco, la verdad, siempre usábamos ese método y muy poco cuando estaba en mis días de peligro —aclaró a su hermana con suavidad—. No lo puedo creer, después de tanto tiempo otro bebé.
—Con Archie esperaste un tiempo y con este más —le aclaró—. Por los momentos no quiero tener más hijos, pero no cierro esa puerta.
En eso escucharon el sonido de la puerta y Liliana escondió la prueba de embarazo.
—Mi cielo —habló Raffaello.
—Es mejor que se lo digas —dijo Tasia abriendo la puerta y le dio un jalón a su cuñado para que entrara—. Mi hermana tiene que decirte algo.
Raffaello estaba confundido y veía salir a la morena de su habitación con aquella seriedad.
—¿Pasa algo, amor? —preguntó acercándose a ella y la notó tensa—. Dime.
—Pasa, que vamos a tener un bebé —soltó con aquella angustia en su pecho, pero eso desapareció cuando miró la sonrisa de su esposo—. ¿Lo planeaste? —preguntó asombrada.
—Algo, lo único malo que tardó mucho en llegar —expresó realmente feliz—. Espero que sea nuestra princesa, pero si es niño quiero que lleve la inicial de su hermano Archie.
Ella lo miró con asombro, ¿por qué quería eso?
—Raffa…
—Liam Raffaello tiene de los dos y me gustaría que este bebé tuviera algo de su hermano, no quiero que le pongamos el mismo nombre porque no sé cómo te sentirías tú al tener otro Archie en tu vida —comentó con cierto temor que ella se sintiera mal—. Me gustaría ser padre de un niño llamado Archie y darle tanto amor.
Ella lo abrazó tan fuertemente y lloró emocionada.
.
.
Anastasia estaba pegada en la puerta y había escuchado todo, hasta que sintió una mano que la tocó y dio un brinco.
—Me asustaste, Alain... —Soltó un manotón y dándole en el brazo—. Camina, tengo una noticia que darte.
Alain intentó no reírse del brinco que había dado su mujer. En sus ojos podía ver que estaba contenta.
—¿Es bueno?
—Sí, tendré otro bebé entre mis brazos —comentó con aquella emoción.
El francés no podía creer que sería padre de nuevo.
—¿Pero, estás bien? —preguntó alarmado.
La morena lo miró con extrañeza.
—Sí, yo sí. La que estará con malestares será mi hermana —aclaró risueña.
—Oh… —dijo, cayendo en cuenta que será tío—. Lili, ¿embarazada?
—Exacto.
—Maravilloso, espero que sea una dulce niña —Alain, alegre de ser tío de una nena, porque solo tenía dos varones y no creía que su amiga Charlotte tuviera un segundo hijo—. Nosotros también deberíamos de pensarlo. Aunque yo fui hijo único, no creo verme con otro hijo.