Capítulo # 43
En la mansión Dupuis Palmer.
Anastasia estaba un poco nerviosa y esperaba que su esposo le respondiera. Lo veía tenso, nervioso y a la vez ansioso.
—Tengo que explicarte con calma —logró decir a su mujer que la veía angustiada y no era para menos—. ¿Sabes que los padres de Charlotte murieron antes de que mis padres? Ellos eran muy amigos y eso afectó mucho a mis papás cuando la familia Morin murió.
—Entiendo, pero, ¿qué tiene eso que ver contigo?
—Al parecer, mis padres investigaron el pasado de la familia de Charlotte por parte de su madre y resultó que eso no le gustó a su abuelo materno —dijo levantándose y mirándola—. No quise indagar mucho amor, pero por lo que encontré y cómo murieron mis padres estoy sospechando que fueron asesinados porque descubrieron algo más oscuro de lo que yo me imaginaba —soltó con rudeza en su tono de voz—. Nunca quise investigar nada, porque en verdad no quería envenenarme y estaba Charlotte que sufría, pero llegaron los Santoro a mi vida y me llevaron con ellos.
—Hay algo que no me cuadra —dijo su mujer con seriedad y mirándolo—. ¿Por qué te quedaste con ellos?
—Ni idea, nunca quise preguntarle nada a papá Raúl y menos a mamá Rita porque ellos estaban afectados por la muerte de mis padres —explicó comenzando a caminar por la habitación—. Desde que nació Alaia, algo en mí se activó. No sé cómo explicártelo.
—Yo sé que es eso y es sobreprotección, amor. No quieres que Alaia sufra y por eso estás indagando con lo que sucedió con tus papás —expresó con calma—. La pregunta que te haré: ¿vas a vengarte si descubres que fueron asesinados?
—No, no lo haré. Una venganza trae otra y eso sería poner en riesgo a mis mujeres —respondió con aquella firmeza. Amaba profundamente a sus padres, pero si estuviera solo si lo hubiera hecho. Tenía una familia preciosa con Anastasia y no permitiría que nadie le hiciera daño—. Ahora tengo en quien pensar y cuidar.
—¿Y qué harás? —preguntó, levantándose para caminar hasta él y agarrando su rostro con cariño—. No estás solo, Alain, podemos saber. ¿Quiénes son y proteger a Alaia?
—Tengo miedo, Tasia, ¿y si por investigar te hacen algo a ti o a la niña? —soltó abrumado—. Moriría si algo malo les pasara.
—Pero, tampoco podemos ser negativos, Alain. Yo no puedo vivir en una incertidumbre de que algo malo pueda pasarnos en el futuro —lo soltó para caminar un poco. Ahora ella era la que se sentía tensa y sintió los brazos de su esposo abrazándola de espalda—. Amor…
—Déjame, hablar con mi papá Raúl. Él debe de recordar algo de lo que pasó con mis padres —le informó y veía cómo ella negó con la cabeza—. Raffaello no debe de saber nada…
—Te recuerdo que él estuvo en coma y no debe de recordar nada —le recordó con suavidad—. Tenemos que ser cautelosos, Alain.
—Júrame, que no te vas a poner en riesgo —le pidió con autoridad.
—Te lo juro —dijo con franqueza. Pero si le pediría ayuda a Emir, él debía de saber algo, porque si investigó a Charlotte, algo tenía que saber del pasado de su esposo.
Con un movimiento suave giró a su esposa para que pudiera mirarlo a los ojos.
—Te amo, mi amor.
—Yo a ti, esposo mío —dijo besándolo con tanto amor. Quería quitarle esa tristeza en su mirada y que todo lo que estaban imaginando no fuera cierto, que solo había sido un simple y terrible accidente que les había quitado la vida a sus suegros y que la familia de Charlotte no tenía nada que ver con el accidente.
Pero, sería un golpe muy duro para Alain y Charlotte saber que algún familiar de ella era causante del dolor que sentía el moreno.
Alain se aferraba a ese beso, no tendría el valor de seguir siendo amigo de Charlotte si descubría que la familia de ella tuvo algo que ver con la muerte de sus padres.
Sería un golpe muy duro para él, pero necesitaría alejarse de ella definitivamente si sus sospechas llegarían a ser ciertas.
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Una hora después.
Tasia estaba acostada en la cama con su esposo mirando una película.
—Amor, sé que dejaremos a nuestra hija una semana con mi hermana. ¿Qué haremos en todo este tiempo?
Él sonrió, porque antes de ir a buscar a su hija a Italia, tenía unos planes con su mujer.
—Te vas a sorprender. A partir de mañana nos iremos a dar un paseo.
Ella se levantó un poco.
—¿Para dónde iremos? —preguntó completamente entusiasmada.
Alain le dio un beso en la frente.
—No seas ansiosa, será una semana para divertirnos —expresó con una sonrisa. No iba a amargarse por lo de sus papás, quería pasar momentos agradables con su mujer. Desde que nació su princesa, se juró que sería un papá excelente para su hija y que nunca la dejaría sola. Se dedicó en cuerpo y alma a cuidar de su hija en los primeros años de vida, al punto que su mujer descansaba mucho y él amaba tener a su hija en sus brazos. Era la primera vez que la dejaba sola con la familia de su mujer y la verdad estaba decidido a que su esposa y él pasaran tiempo como pareja—. Mi reina, a partir de mañana todo será grandioso.
La morena se acomodó en sus brazos y se quedó profundamente dormida.
A la mañana siguiente.
Alain había hecho un esfuerzo sobrehumano para despertarse temprano y prepararle el desayuno a su mujer. Desde que estaban juntos, le costaba despertarse antes que ella y la verdad. Nunca había entendido porque su mujer le fascinaba madrugar. Era tan molestoso para él y lo peor que su hija era idéntica a su mujer, madrugaba cuando quería y dormía tardísimo muy pocas veces.
—Buenos días, señor —habló la empleada mirándolo cómo estaba terminando de acomodar la comida en la bandeja—. Iré a despertar a la niña.
—Alaia está en Italia, regresará en unos días —comunicó a su empleada de confianza.
Axel era un hombre un tanto mayor. Cuando iba dirigiéndose a la cocina y miró a su jefe que venía con la bandeja de comida, el asombro fue más que evidente. ¿Por qué estaba despierto a esa hora?