Capítulo Final
Alain estaba esperando que terminara su jornada para irse con su mujer a pasear y disfrutar a solas como pareja.
Horas después.
Tasia miraba el enorme lugar. Era realmente precioso y maravilloso. Su marido la había llevado a una zona apartada de la ciudad para disfrutar de estar a solas.
—¡Está hermoso! —admitió ella con aquella fascinación—. Me encanta la naturaleza y este enorme árbol.
Alain sabía que su mujer y él disfrutaban de estar en la naturaleza, pero preferían hacerlo a solas porque su hija estaba muy pequeña para que estuviera en ese lugar que podía ser peligroso para ella.
Por eso, elegían realizar picnic en lugares seguros y que su hija pudiera disfrutar al máximo.
—Lo mejor para mi esposa —agarrando la cintura de su mujer y pegándola a su cuerpo—. ¿Sabes cuánto te amo?
—Muchísimo —soltó con aquella felicidad—. Eres el mejor esposo del mundo.
—Espero seguir mejorando —confesó con sinceridad. Sabía que tenía algunas fallas como ser humano, pero de algo estaba seguro. En el momento en que llegara a dejar de sentir amor por su mujer, se lo diría. Nunca le sería infiel, porque le dolería mucho lastimarla.
—Ambos debemos de mejorar. No soy una excelente esposa, pero lo intento.
—No se necesita ser un matrimonio perfecto, amor —acariciando su rostro—. Mientras que podamos comunicarnos y entendernos. Todo estará bien.
Anastasia lo besó con tanto amor y anheló. Siempre había sido compresivo con ella y cuando estuvo embarazada la apoyo siempre. Era un padre maravilloso que siempre estaba dispuesto a compartir y disfrutar con su hija.
Después del beso, estuvieron comiendo un poco y riéndose de algún recuerdo que habían vivido y amando cada momento que tenían para estar a solas.
La noche había aparecido, logrando mostrar las estrellas en el cielo y cómo se alumbraba cada vez más en el lugar, logrando que Anastasia amara a un más el paisaje que estaba dándole.
Mientras que Alain solo podía mirarla con ese infinito amor que sentía por ella y que nunca se arrepentiría de haberla elegido como su mujer, porque ella era todo lo que buscaba.
—Es hora de irnos —anunció él ayudándola a levantarse de la manta en donde estaba sentada.
La morena lo miró con mucha alegría, habían pasado un día maravilloso.
—Para la próxima, me gustaría ir a esquiar.
—¿Quieres ir? —preguntó con aquella sonrisa en su rostro—. No estaría mal, porque nos podríamos llevar a Alaia.
—Sí, sería una estupenda idea.
—Vamos a casa —pidió él.
Ella asintió con aquella emoción, quería seguir disfrutando de su marido a solas y sin importar nada.
.
.
Unas horas después.
En la mansión Dupuis Palmer.
Tasia se había despertado porque no estaba Alain a su lado y comenzó a buscarlo por toda la mansión, hasta que observó que estaba el despacho con la luz encendida. Sin dudarlo, caminó hasta allá y abrió la puerta con cuidado.
Al abrirlo, miró cómo su esposo estaba entretenido leyendo.
Ella, sin dudarlo, terminó de abrir la puerta y le habló.
—¡A amor!
Alain había dado un brinco desde la silla, eran las tres de la madrugada y su mujer le había dado un susto de muerte.
—¿¡Me quieres matar!?
Ella estaba confundida, ¿por qué estaba asustado como si estuviera haciendo algo malo?
—¿Qué sucede?
—Ven, cierra la puerta con seguro y ven aquí.
Su mujer obedeció e hizo lo que su esposo le había ordenado.
—¿Qué pasa? —preguntó al sentarse en la silla y mirándolo de frente—. ¿Sucede algo malo?
—Sí, descubrí algo muy turbio de la familia de Charlotte y Axel no quería que investigara nada —le confesó con seriedad—. Es grave lo que acabo de encontrar.
—No creo que sea más grave de lo que yo sé y por miedo no quiero decírtelo —comentó con cierto temor.
Alain podía ver la angustia de su mujer en su mirada.
—¿Qué pasa, mi amor? —preguntó con preocupación.
—Amor, tengo miedo de que nos hagan daño, aunque nunca lo ha hecho, no creo que lo haga ahora.
—Pero, dame un indicio…
—Una persona que conozco es un mafioso poderoso, pero nadie lo conoce porque no se deja ver.
—¿¡El faraón!? —llegó a escuchar de él hace unos años por un empresario que no podía creer que nadie supiera quién era él y cómo se movía bajo la sombra.
—Exacto. Joseph tenía negocios con él y esa persona me buscó hace unos años. Le di todo lo que necesitaba y listo —le dijo con aquella tranquilidad—. No pasó nada malo.
—¿Y por qué no me lo dijiste? —preguntó con reproche.
—Tenía miedo de que les pasara algo a mi familia y a ti —aclaró antes de que se enojara con ella.
—¿Pero, lo sigues viendo?
—Algunas veces —respondió con suavidad.
Al francés se le vino a la mente el nombre de Emir Yilmaz.
—No me digas, que es lo que estoy imaginando.
—¿Quién? —Lo miró sorprendida de que supiera quién era.
—¿Emir Yilmaz?
Ella asintió con la cabeza, dándole a entender que era él.
Él estaba atónito por lo que acababa de descubrir y lo de Charlotte era también una locura.
—Tranquila, no diré nada y tampoco él sabrá que yo lo sé. Tienes que seguir actuando normal, que yo haré lo mismo, no permitiré que nadie nos haga daño. Pero, mi querida Charlotte sufrirá muchísimo cuando lo sepa —soltó con aquella angustia que sentía en su pecho. Su amiga había sufrido por la muerte de sus padres y al saber que el hombre que amaba era un mafioso, sería lo peor que le podía pasar. No diría nada porque no era su problema y no quería que Emir le hiciera daño a su familia por ese secreto.
—Está bien, amor. No me gustaría que Charlotte sufriera, pero no sabía que ellos estaban juntos hasta que me confesó que estaba embarazada y quién era el padre de su hijo.
Alain no pudo evitar sentir molestia.
—Y tampoco me lo dijiste.
—Perdóname, amor. Tienes que entender que era un juramento y ahora que estamos aclarando las cosas, déjame decirte que de verdad lo siento, no me gusta engañarte, pero era un secreto que no me pertenecía a mí.