Volver a Enamorarse

Epílogo

Epílogo

En Canadá.

Alain estaba demasiado orgulloso de cómo su hija estaba aprendiendo a esquiar con ayuda de su mujer.

—Mi hija, heredó mis habilidades en el deporte, porque aprendió superrápido en menos de una hora —dijo con aquel orgullo que estaba invadiéndolo en todo su ser.

Anastasia intentó no reírse de su marido por lo feliz que estaba porque su hija estaba aprendiendo rápidamente. Su hija era la mejor de ellos dos y lo sabía bien por qué era inteligente y ágil en los deportes.

Alaia estaba superemocionada porque sus papás estaban felicitándola cada rato.

—¿Quieres un chocolate caliente? —preguntó su madre para que fueran a la cabaña y se calentaran un poco.

—¡Sí!

Alain se le pegó atrás a su hija para evitar que alguien pudiera acercarse y hacerle daño. No podía negar que existían niños malos que les gustaban lastimar a los más pequeños.

Cuando iban de camino, solo podían escuchar lo emocionada que estaba su pequeña al estar en ese lugar.

Al llegar, Tasia cargó a su hija y la llevó a cambiarla rápidamente, mientras que su esposo se encargaba de preparar el chocolate caliente para que pasaran un rato agradable.

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En Turquía.

En la mansión Yilmaz.

Adem estaba mirando la fotografía de Charlotte con su hijo Emiliano, no podía creer que ese pequeño fuera hijo de su nieto y que no tuviera nada de ellos.

—¿Y estás seguro de que es mi bisnieto? —preguntó a su mano derecha.

—Sí, señor, es el hijo del joven Emir —confirmó con seriedad—. La señora Morin no tuvo ningún hombre mientras que estuvo con el joven.

Adem se levantó de la silla y estaba impactado porque era un francés en su totalidad. Era el primer rubio en su familia y era hijo de su amado nieto.

—Podemos obtener a este pequeño —dijo con una sonrisa malévola—. Podemos desaparecer a la madre y quedarnos con él. Sé que mi nieto fue infeliz con Asya porque se aferró a esta jovencita que solo le ha traído desgracias —comentó con tanto odio hacia Charlotte—. Tengo que planear muy bien mi plan y hacer que todo sea un simple accidente.

—¿Está seguro de lo que hará? —preguntó con dudas. Esta vez estaba seguro de que el joven Emir no permitiría que su jefe lo separara de la mujer que amaba.

—¡Por supuesto! ¿Crees que aceptaría a una extranjera tan fácilmente? Primero muerto, que esa jovencita sea una Yilmaz —aseguro con odio—. Escúchame bien, harás todo lo que te ordene.

—Sí, señor.

Adem nunca aceptaría a una extranjera en su familia y mucho menos que viniera a cambiar todo lo que tanto a él le había costado mantener.

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En Canadá.

Alaia dormía en los brazos de su padre.

—A veces me parece mentira que sea nuestra —comentó acariciando el cabello de su hija con cuidado—. La amo.

—¿Más que a mí? —bromeó ella divertida.

—Como mujer y como esposa te amo más que a mi vida, pero como padre amo profundamente a nuestra hija y nunca me perdonaría si le hicieran daño.

Ella lo miró con mucha ternura porque su esposo sería un papá maravilloso cuando su hija creciera. Esperaba que su pequeña no se pusiera tan rebelde con la adolescencia y que su esposo siguiera siendo ese papá tan amoroso que siempre había sido.

—Te amo muchísimo, amor —dijo, acercándose a él y besando sus labios—. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

—Estás equivocada, aún recuerdo cuando vi bajar a esa sexi mujer del avión, supe que sería la mujer de mi vida y no me equivoqué.

Ella estaba sumamente enamorada de él y lo besó apasionadamente, mientras su hija dormía en los brazos de su amado; ella estaba demostrándole cuánto lo amaba.

Alain sabía que el pasado de Tasia no había sido fácil, pero con su amor y paciencia logró lo que tanta anhelaba: una esposa maravillosa y una hija que adoraba con todo su ser.

La pareja estuvo disfrutando de darse calorcito, mientras que veían el rostro de su hija dormida. Se miraron y sonrieron al imaginarse cómo sería en unos años más, cuando su hermosa princesa creciera y se convirtiera en una preciosa mujer.

Fin.




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