Y todo comenzó con un trato

Capítulo 3

La boda

Grecia

Observo mi reflejo en el espejo, mi cabello estaba recogido en un hermoso peinado y mi maquillaje era en tonos dorados. Resaltando el color claro de mi piel y el azul de mis ojos. Mi rubio cabello descendía en ondas hasta llegar a mi cintura; usaba un vestido amarillo holgado, que llegaba hasta mis pies, dejaba mis hombros al descubierto, lo combiné con unas sandalias doradas y mi collar de luna. Había pasado tanto tiempo desde que vestí un color que no fuera rosa, azul o negro, era realmente raro verme de nuevo así.

Salgo de mi habitación y camino hasta la de Kendall, toco la puerta antes de entrar y sonrío al verla de pie. Finalmente había llegado el día de su boda. Lucía perfecta en ese vestido corte princesa, era sencillo, pero a la vez elegante realmente reflejaba su personalidad. Tenía un escote corazón y en su cuello usaba el collar de sol. Su cabello estaba recogido en un hermoso peinado adornado por una pequeña tiara y un velo que descendía hasta la pequeña cola del vestido.

Me acerco a ella y la abrazo. Me cuesta imaginar que hace tan sólo 5 años, Ken era la chica que no creía en el amor y hoy se va a casar. Era impresionante como la vida puede cambiar de un momento a otro, por eso se tienen que disfrutar de los pequeños detalles.

—No dirás nada de lo que pueda avergonzarme en tu discurso, ¿cierto?— sonrío y su expresión es digna de una fotografía. –No te atrevas, Grecia Dylan Scott— río.

—Sólo Andrea puede llamarme Dylan— saco mi lengua y finjo estar molesta.

—Qué madura, Greece— dice riendo.

—Kendall, llegó la hora— dice la organizadora del evento.

Escucho el suspiro de mi mejor amiga sujeto su mano y salimos juntas de la habitación. Caminamos por los pasillos de la casa de campo hasta la puerta que daba hacia el jardín. Ken detiene sus pasos repentinamente y hago lo mismo.

—¿Crees que sea lo correcto?— cuestiona. –Sé que lo amo y que no quiero a nadie más que él, pero ¿y si las cosas cambian por casarnos?—

—Nada cambiará mientras ambos luchen por mantenerse juntos— respondo sonriendo.

—Gracias— dice en un susurro y asiento.

Salgo y camino hasta mi asiento al lado de Andrea. El jardín estaba adornado con rosas rojas, había alrededor de 20 personas, pues Liam y Kendall querían algo muy sencillo. No había reporteros, lo cual era genial pues aún no habíamos anunciado nuestro compromiso y no quería lidiar con los rumores.

El pianista comienza a tocar y todos nos ponemos de pie. Volteo hacia la puerta y observo a Ken sonriendo. Siento los dedos de mi prometido entrelazándose con los míos y lo observo a los ojos.

—Me gustaría tener una boda así— digo en un tono bajo.

—A mí también— responde.

 

La ceremonia termina con un beso de la pareja y no puedo evitar dejar caer las lágrimas. Los brazos de Williams me rodean y me siento la persona más feliz del mundo. Caminamos tomados de las manos hasta el banquete. Felicitamos a los novios y nos tomamos asiento frente a ellos.

—¿Qué nos han regalado?— cuestiona la morena y río.

—Eso no se cuestiona, Ken— dice su ahora esposo.

—Una casa de playa— respondo.

—Qué humilde, Grecia— siento mis mejillas sonrojándose.

—Es un regalo de toda la familia Scott y Andrea— contesto.

—Creo que debería empezar a buscar su regalo de bodas— sonrío.

—Sabes que no soy tan exigente como mis padres— escucho la risa de todos los de la mesa.

—Ese TAN es lo que te delata— muerdo mi labio inferior intentando contener mi risa.

—¿En verdad irán de luna de miel a Las Vegas?— cuestiono.

—Sí, tal vez deberían venir con nosotros— dice Ken.

—Y aprovecharían para casarse allí— continúa Liam.

—Amor, Marianne nunca dejaría que ellos hicieran eso— responde.

Y era cierto, mi madre nunca dejaría que me casara en una boda así, también dudo que sea una boda como la de Ken. Mamá irradiaba ostentosidad por donde quiera que vaya y siempre buscaba hacerse notar, no dejaría que la boda de su única hija fue tan pequeña. Y con todos los socios de Industrias Scott, la lista de invitados no sería pequeña.

La noche llega y miles de pequeñas luces se encienden, adornando los árboles y plantas. Algunos descendían al piso como cortinas. Kendall y Liam caminan hacia la pequeña pista de baile, comienza a escucharse The one de Kodaline y empiezan a bailar al ritmo de la canción. Mis ojos se cristalizan al notar que no existe una canción más perfecta para ellos y que describía exactamente a Ken y a Liam.

“Tú sabes que yo nunca había creído en el amor, nunca habría creído en que algún día llegarías y me liberarías”

“Tú haces sentir a mi corazón como si fuera verano cuando la lluvia está cayendo, tú haces que todo mi mundo se sienta tan bien cuando está mal, por eso sé que eres la única”

Cuando termina el baile me acerco al pequeño escenario y tomo el micrófono. Aclaro mi garganta y uno las palabras en mi mente, recordando lo que había escrito.




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