Cuando Mayra Aguilar descubrió a su marido leyendo folletos de la Fundación de su padre, quedó claro lo que su progenitor estaba tratando de hacer... Experimentó una ola de ira terrible, hacia sus acciones, y hacia él, que surgió de una herida profunda en su interior. Ariel Avellaneda fue la única persona, fuera de su psiquiatra, que entendió cómo funcionaba la problemática niña autista. Quién había hecho el esfuerzo que nadie más intentó. Durante mucho tiempo había luchado contra la terrible pesadilla de la enfermedad mental, durante años ocultó el tormento detrás de una fachada fría y rígida de desapasionamiento. Aunque hubo momentos en los que se abrió paso, nadie se molestó ni un momento en preguntar…“¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda?… Obediencia era todo lo que querían, mientras que todos esos años, ella murió por dentro. A nadie le importaba, hasta que intervino su amante, cambiándolo todo... Ahora, su padre parecía pensar que Ariel debería, después de la universidad, seguirlo en el camino hacia "Descubrir el servicio de uno a la humanidad"...
—¡Mierda! —maldice Mayra con un vocabulario grosero, recientemente adquirido, el cual usaba cuando estaba enojada
El que su esposo formara parte de la Fundación podría ser noble, honorable, una gran cosa, a su manera. Una cosa definitivamente sería. El fin de la felicidad de la pareja. Ella recordó lo que su terapeuta, Celeste Días, había dicho cuando la ira sublimada burbujeó a la superficie nuevamente durante una sesión…
—Mayra … Todavía no has resuelto tus problemas con tu padre, por muchas razones, entre ellas tus sentimientos de culpa y sentimientos poco realistas. Idolatría de él que llevaste a través de la infancia.
Ante esas palabras ella se retuerce incómoda.
—¿Seguramente te das cuenta? Nunca dejarás de lado tu pasado mientras esto permanezca. Habrá una confrontación, que debido a muchos factores que los afectan a ambos, ¡es probable que se ponga fea! Quiero que estés preparado para esa eventualidad también. Sería maravilloso si pudieras traer a tu padre y así los dos puedan tener una terapia familiar, pero salvo eso, tendrás que aclarar las cosas tú mismo. Solo tenga cuidado de usar la técnica adecuada y, si puede, no se deje llevar por la emoción. Ariel sería un buen mediador, con su sensibilidad, y sé que estaría encantado de ayudar.
—Yo podría hacerlo —dijo ella algo insegura.
—Finalmente estás comenzando la valiente tarea de reafirmarte como una mujer joven, sintiéndote más cómoda con autismo, tus propios deseos y necesidades, y libre de la interferencia de tu familia. Siéntete orgullosa de ti mismo, como lo estamos tu Ariel y yo. Sé que puedes hacerlo —le dice la Dra. Días con entera sinceridad—. En este punto, lo tienes dentro de ti para elegir tu camino, y no dejar que te coloquen una máscara de felicidad por encima de tus lágrimas, de tu dolor o sufrimiento.
—No sé sí podré confrontar a mi padre
—Es imposible de evitar las confrontaciones incómodas con familiares y seres queridos. Pero te tienes a ti misma, como en una mujer joven, valiente y quién ha adoptado una perspectiva que está más en línea con tu nueva vida y tus verdaderos sentimientos, trabajando en tus caminos tranquilos por la paz y la aceptación —le animó la Dra. Días con una sonrisa maternal—. Pero también tienes a tu esposo, quién siempre estará para ti en necesidad de apoyo o confort.
La joven salió de la sesión con un mayor respeto, amor y comprensión tanto por su esposo como por ella misma.
...
Mayra había compartido una dolorosa, aunque gratificante charla con Ariel ese mismo día, expresando sus sentimientos en términos claros. La esposo sorprendido le había escuchado atentamente y cuando la tormenta violenta en el interior se calmó, explicó:
—Ya lo pensé también. Le prometí a tu padre que leería estos folletos, y lo hice. ¿Unirme a él? … Tengo una empresa que administrar, una carrera como modelo y, lo que es más importante, nosotros ¡bebé! Solo estaba siendo educado. ¿Recuerdas mi promesa de amarte más que a nadie en la tierra? Siempre cumplo mis promesas. Luché contra el infierno para recuperarte. No dejaré que nada se interponga entre nosotros nunca más.
Exclama su marido temblando con una fuerte emoción. Tomando sus manos. Mientras que sus lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas—¡Sabes que nunca pensaría en dejarte! ¡No puedo vivir sin ti!, él le prometió
—¡Tampoco podría vivir sin ti, mi Ángel! ¡Lo siento, me volví balístico! Estaba tan asustada...—dijo Mayra sabiendo que era justamente lo que pasaba dentro de su mente.
Pero no significa que estuviese exagerando con respecto a su padre. No, los días de quedarse parada en silencio quedaron en el pasado. Temblando de necesidad, la mujer insegura rodea al bello hombre rubio, besando tiernamente las lágrimas
—Eres mío —afirma ella con fuego en sus ojos violetas, como un animal delimitado su territorio.
Tomándola en un abrazo profundo, acomodándolas en la cama grande. Su esposo asiente—Soy tuyo y siempre lo seré, y si tengo que mostrártelo, bueno...
Sus hermosos labios con avidez de se encontraron con los suyos. La electricidad de la piel sedosa sobre la piel, la magia que era el fluir de la pasión entre los dos amantes bien emparejados, surtió efecto de inmediato, y todo lo demás se olvidó temporalmente... Disfrutaron de la comodidad de los brazos del otro por algún tiempo después del acto sexual. La calma que seguía a sus tormentas ocasionales siempre era tan… ¡Relajante!
Mucho más tarde, se volvió hacia Ariel, quien distraídamente jugueteaba con sus cabellos largos y oscuros, apoyado sobre una hermosa cadera desnuda, divertido como siempre por la forma en que invariablemente tiraba de las sábanas hasta el cuello después de la intimidad, debido a su timidez.
—Cuando salgas para esa sesión de moda, más tarde... Iré al antiguo apartamento. Mi padre y yo debemos tener una discusión…
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Editado: 05.07.2023