Caminos Cruzados

Capítulo 3

Cuando despierto Leith no está a mi lado, está durmiendo en el sofá, no sentí en qué momento se cambió de lugar, además tiene la lámpara de la mesa junto a su cama encendida. En este lugar no hay ni una sola ventana, por lo que dependen de las luces y lámparas para poder ver y ductos de ventilación para que circule el aire, no sé cómo se les pudo ocurrir crear un lugar así, según lo veo tienen ventajas y desventajas, la ventaja es que nadie podría entrar sin ser visto, además al momento de un enfrentamiento con la policía solo deben defender la única entrada, pero la desventaja es que si ocurre un incendio en esa única entrada nadie podrá salir, todos moriríamos de una horrible manera. 
Me siento en el borde de la cama, me estiro y bostezo antes de ponerme de pie, entro en aquel diminuto baño para lavarme la cara en el lavabo, en ese momento comienzo a sentir hambre, no he comido nada desde ayer por la mañana, seco mi rostro con mi blusa ya que, no encuentro ninguna toalla aquí.

— Buen día. — Dice Leith detrás de mí.

Doy un pequeño salto por el susto, inmediatamente me doy la vuelta para golpearlo en el brazo.

— No vuelvas a hacer eso. — Digo molesta.

— Que sensible amaneces.

— Ya cállate.

— ¿Sabías que eres muy inquieta para dormir? Tuve que dormir en el sofá porque te estirabas y me empujabas, casi termino en el suelo.

— De hecho, no lo sabía. — Digo apenada.

— ¿A caso tu ex no te lo dijo?

— Jamás dormí con ese idiota.

— ¿Ah no?

— No, jamás he dormido con nadie de hecho.

— Eso jamás lo menciones aquí ¿Sabes lo que pagarían por una virgen? A demás, ahora piensan que estuvimos juntos, con eso estás a salvo.

— ¿Podemos cambiar de tema? Esto es algo incómodo ¿Sabes?

— Sí, de hecho, quiero hablar contigo de algo más.

— ¿Sobre qué?

— Desde el momento que diga que no serás buena prostituta vas a estar a prueba para ser parte de nosotros.

— ¿Si deciden que no soy apta para ser uno de ustedes que sucederá?

— Van a asesinarte, ya deja de hablar y escúchame, necesito toda tu atención.

Asiento con la cabeza y me siento en el sofá, él se queda de pie frente a mí.

— Siempre has lo que te pidan, no puedes negarte a nada, van a mostrarte como funciona este lugar, a pesar la droga y a empacarla, también como y donde esconderla, quizás en algún momento te toque ayudar a transportarla, así que no hagas nada tonto, si intentas pedir ayuda van a asesinarte a ti y a Sam ¿Comprendes?

— Sí.

— Ahora van a mantenerlas por grupos de cuatro, si alguna hace alguna estupidez las demás pagan las consecuencias, por ahora imagino que van a ponerlas a limpiar, así que no discutan, solo háganlo.

— ¿Limpiar qué?

— Eso también debes evitarlo.

— ¿Qué cosa?

— Hacer tantas preguntas, no cuestiones, solo has lo que se te pide.

— Bien ¿Algo más?

— Solo una cosa, en algún momento si algo sale mal te van a dar un arma para que le dispares a alguien, tu solo hazlo, están probando tu lealtad, el arma no estará cargada.

— ¿Cómo estas tan seguro de que no está cargada?

— Confía en mí.

— ¿Cómo podría? ¿Qué tal si deciden darme un arma cargada o si cometen un error y me la dan cargada?

— No pasará, siempre las dan descargadas, aún no te confiarían un arma, podrías asesinar a alguien.

— Si asesino a alguien por tu culpa jamás te lo voy a perdonar.

— ¿Cuándo te he defraudado?

— Desde el momento en que me tomaste de rehén. — Digo muy seriamente mirándolo a los ojos.

— Ya me disculpé por eso. Ya deja de tentar tu suerte, deja de recriminarme todo, vas a agotar mi paciencia. He estado cuidado de ti y tú amiga, no estoy obligado a hacerlo ¿Sabes?

— Lo sé, perdón. — Digo cabizbaja.

No quiero molestarlo más, lo necesito de mi lado, necesito que nos proteja a Sam y a mí, lo mejor será callarme de una vez.

— Debo llevarte al comedor, espero tomes en serio los consejos que te di.

— Sí, por supuesto que lo haré.

Leith abre la puerta, del otro lado están Sam y Dago esperando.

— ¿Llevan mucho tiempo allí? — Pregunta Leith

— No, acabamos de salir de la habitación, ya es tarde apúrate.

Abrazo a Sam antes de empezar nuestra caminata hacía el comedor, caminamos tomadas de la mano, por la hinchazón en sus ojos puedo deducir que lloró toda la noche, no por estar aquí encerrada, sino por la muerte de Trent. Leith me señala la mesa donde están las demás chicas, Sam y yo nos sentamos juntas, algunas chicas están llorando, otras tienen la mirada perdida.
Sam aún llora en silencio, observa su anillo de compromiso mientras lo toca con su mano derecha.



#28472 en Otros
#9168 en Relatos cortos
#11633 en Joven Adulto

En el texto hay: secuestro, trata de blancas, vuelo

Editado: 18.05.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.