Cuando el destino llama

Capítulo 12

-Tu. –Una voz nos habló desde atrás, tomándonos por sorpresa a ambas.

-¿Quién eres? – Aquella atractiva mujer de llamativo vestido rojo se encontraba justo detrás nuestro. ¿En qué momento se acercó? Ni siquiera escuché sus pasos aproximarse.

-Ca... Camile –Tartamudeé.

-¿Camile? ¿Qué clase de nombre es ese? Suena a nombre de ganado. –esbozó una tonta sonrisa y antes de darme cuenta mis puños estaban cerrados y mi ceño fruncido.

-Veo que eres la única aquí, además de mí, que tiene cabello negro.- Deslizó sus dedos entre las hebras de mi cabello e hizo una mueca de descontento. Con un movimiento rápido apartó su mano de mí y la limpió frotándola en el vestido de una de sus seguidoras.

-Como sea.- Continuó.- Déjame advertirte que Su Majestad me prefiere a mí, más que a alguna de las otras concubinas de este salón, y no voy a permitir que nadie me quite ese puesto. ¿Te quedó claro?

¿Estaba tratando de intimidarme? Porque si es así, iba a necesitar mucho más que una simple advertencia para lograrlo. No dije nada, sólo guardé silencio mientras se iba.

-Parece que ser que tienes una nueva rival, tu habilidad para molestar a las personas es sencillamente fascinante.

-No estas ayudando ¿sabes?

-Ups, lo siento, es la costumbre.

Pasar la noche en ese lugar fue muy difícil. Las camas estaban un poco duras y el frío se colaba por la ventanilla y al estar en una torre la temperatura descendía un poco más. Aun no lograba ponerme los vestidos y todos sus derivados yo sola, Jaqueline tuvo que ayudarme a colocármelo a la mañana siguiente, para ella este tipo de cosas resultaban muy fáciles, incluso peinó mi cabello para que cubriera la marca del cuello.

Después de desayunar fuimos a dar un paseo por los jardines del castillo, el césped verde y bien cuidado, los frondosos árboles frutales ofreciendo una refrescante sombra para pasar un rato agradable bajo ella. Jaqueline y yo nos sentamos en una banca debajo de un manzano, el aroma que desprendía era dulce y delicado totalmente agradable al sentido del olfato. Pero no era el momento de apreciar el aroma del árbol.

-Muy bien, primera fase, infiltración completa. ¿Ahora qué sigue? –Jaqueline susurró casi a mi oído para que no se escuchara.

-Tenemos que averiguar qué es lo que el Rey planea hacer e informar a Nycolai y los demás.

-Entiendo pero… ¿Cómo haremos exactamente eso? No podemos simplemente ir y preguntarle al rey.

-Eso es algo obvio, necesitamos encontrar otra forma de conseguir la información. –Miré a las demás chicas esparcidas en el jardín.- Y creo saber cómo hacerlo.

Nos acercamos a un pequeño grupo de 4 chicas que cortaban pequeñas flores silvestres y se las colocaban en el cabello para adornar sus peinados.

-Hola.- Fue lo primero que dije al estar a pocos pasos de ellas.

-Estábamos por allá y no pudimos evitar ver lo que están haciendo.- Jaqueline era muy buena actriz, no fue mala idea dejar que llevara a cabo este plan. –Sus peinados se ven maravillosos adornados de esa manera.

-¿Les importaría enseñarnos? –Añadí con una cálida sonrisa-. Somos recién llegadas y no conocemos a nadie todavía.

Aquellas chicas parecían un poco dudosas al inicio pero decidieron darnos una oportunidad, acto seguido nos sentamos junto a ellas y comenzamos a hablar sobre las flores en el cabello y otros temas de chicas. Las 4 eran muy agradables, nos contaron sus experiencias al llegar aquí, temerosas por sus vidas y cuidando cada movimiento para mantener sus cabezas sobre sus hombros.

-Una vez que te acostumbras no es tan malo -Decía una de ellas que respondía al nombre de Amanda, su cabello rubio castaño sujeto por un hermoso broche de piedras que brillaban con el sol, descendía por su hombro derecho en un hermoso ondulado. Su vestido color naranja con mangas beige resaltaba a la perfección sus ojos azules.

-Esta vida es mucho mejor que estar en el fango de la granja de mis padres-. Katie poseía un bello cabello pelirrojo anaranjado y un vestido verde jade con estampado amarillo.

-Pero…. –Añadí.- ¿Acaso no extrañan a sus padres?

Me miraron por un momento y cruzaron miradas entre ellas para luego observarme nuevamente.

-Hay ocasiones en que si los extraño.- Dijo una de ellas, Evelyn.- Pero… es mucho más cómodo estar aquí, puedo comer hasta saciarme por completo, usar hermosos vestidos y maquillaje, además de que no hay estiércol de ganado esparcido en todas partes.




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