Cuando el destino llama

Capítulo 6

 

Mi cuerpo estaba siendo atraído por la fuerza de gravedad, estaba cayendo hacia una muerte segura y no había nada que pudiera impedirlo. ¿Esta vez sí era de verdad? ¿Ahora si había llegado mi momento? Este tipo de pensamientos inundaron mi mente como un tsunami.

Sentí un fuerte tirón en mi brazo derecho y de repente mi cuerpo dejó de moverse. Abrí los ojos y una afilada garra me sostenía pero sin lastimarme. Me llevó de vuelta al prado y lo siguiente que vi fue a Evan rodeándome con sus brazos.

-¡Cam! –Exclamó con preocupación-. Gracias a Dios que estás bien, me asusté mucho en cuanto vi que te caíste. –Estaba abrazándome con fuerza, pero no le tomé mucha importancia, mis ojos estaban centrados en la colosal criatura alada que descendía lentamente al frente mío.

Ginger se acercó con mucha preocupación. –Camile lo siento tanto, no debí atacarte consecutivamente. Yo-

-Es suficiente. –Interrumpió Nycolai con tono molesto descendiendo del lomo del grifo-. ¿Qué es lo que estabas tratando de hacer Ginger?

Se acercó con pasos firmes hasta la chica y la tomó del brazo, obligándola a mirarlo. No podía quedarme sin hacer nada, me solté de los brazos de Evan y me interpuse entre ellos.

-Déjala tranquila. –Dije con cierto enojo y mirándolo fijamente a sus azulados ojos. No le tenía miedo. –Fue culpa mía, no… me percaté del barranco, asi que no la regañes a ella, el error fue solo mío.

-Camile ¿Qué estás diciendo? Yo fui quien te atacó y te obligó a retroceder. –Me tomó del brazo izquierdo.

-Estuviste a punto de morir, ¿Si entiendes eso verdad? –Él estaba molesto también.

-Sí lo sé, pero Ginger solo estaba intentando ayudarme, algo que tú claramente no quisiste hacer. –Di un paso al frente desafiante, sin apartar mis ojos de los suyos.

-Si realmente crees que todo esto te ayudará a despertar tu poder, estas equivocada. –Sonrió y dio un paso al frente tambien, él era más alto que yo asi que me miraba hacia abajo. Era malditamente molesto.

Abrí mi boca con tal de contestarle, pero no me dio la oportunidad de hacerlo. Se dio media vuelta y se alejó caminando con Valkya a un lado suyo. Yo apreté los puños y los dientes con gran molestia. No lo soportaba.

-Camile, en verdad lo lamento mucho. –Ginger continuó disculpándose. Olvidé mi enojo y sonreí, entonces me dirigí a ella.

-No te preocupes por eso, ya ha quedado atrás.

-¿estas segura de que estas bien? –Evan me tomó de la cabeza con ambas manos y me miró fijamente a los ojos-. No parece que tengas ninguna contusión o algo.

Reí y aparté sus manos. –Ya te dije que estoy bien. No me pasó nada ¿de acuerdo? Solo fue un susto nada más. Sin embargo…- Continué-. Creo que deberíamos probar con algo menos… peligroso.

Ginger y Evan asintieron sin decir nada, en realidad, lo decían todo con sus ojos. Ginger me tomó de las manos y dijo:

-Ya sé, quizá si es tu mente la que llevemos al límite no habrá problemas.

Crucé miradas con mi mejor amigo. Ginger sonrió y me soltó las manos.

-Antes te dije que mi especialidad son las ilusiones, asi que puedo usar mi poder para sumergirte en una situación de riesgo o… alguna memoria dolorosa. De este modo tu mente hará lo posible por rechazarla y eso debería despertar tu poder de Novalión.

-Ahm, Ginger. –Mencionó Evan-. ¿Estas segura de que eso es… ya sabes… seguro?

-Por supuesto que sí, de todas formas si algo sale mal puedo detener la ilusión y despertarla sin ningún problema.

-¿Entonces a que esperamos? –Añadí. –Hay que intentarlo.

Evan no parecía muy convencido con la idea, solo se encogió de hombros. Caminamos de vuelta a la casa, por un momento creí que Nycolai estaría ahí, pero no, no estaba.

Ginger movió los muebles de madera de la sala, creando un espacio en el medio. Se podía ver la alfombra en su totalidad, tenía grabados extraños en tonos azules y blancos y un borde plateado. Me hizo sentarme en el medio y ella se sentó frente a mí. Evan estaba parada a un lado nuestro observando lo que ocurriría a continuación.

La castaña puso sus manos de cada lado de mi cabeza pero sin tocarme.

-Cierra tus ojos por favor. –Me indicó y lo hice esperando alguna reacción pero no pasó nada, nuevamente hablé muy pronto. Sentí un cosquilleo por encima de mis orejas y abrí mis ojos. O al menos creí haberlo hecho.

Estaba parada frente a mi casa, había viento, pero no uno frío. Si no un viento calido de primavera. Estaba asombrada ¿acaso había vuelto a casa? Si cruzaba la puerta, ¿nana estaría ahí esperándome con los brazos abiertos y sus deliciosos sándwiches? Me dispuse a subir los escalones del pórtico, acerqué mi mano al picaporte pero una risa interrumpió mi acción. Miré a los lados y hacia atrás intentando averiguar de dónde había venido, pero no provenía del exterior, si no del interior de la casa. Caminé hacia la ventana de la derecha de la puerta. Adentro había una mujer de cabellos oscuros y hermosamente lacio y junto a ella un hombre de cabello castaño oscuro, estaba peinado con el cabello hacia atrás pero aun así se podían notar sus risos. Me paralicé. Ellos eran mis padres.

Ambos estaban riendo junto a Nana y… ¿yo? Mi yo de 14 años de ese entonces. No pude evitar que las lágrimas salieran de mis ojos y corrieran por mis mejillas, había empezado a olvidar. Olvidé como eran sus voces, cuan radiante era la sonrisa de mi madre y los amables ojos de mi padre.

Ellos se despidieron de Nana y de mí, entonces salieron por la puerta. Me quedé inmóvil esperando una reacción por parte de ellos, pero no hubo ninguna. No podían verme.

-Sé una buena niña Camile y haz caso a lo que Nana te diga ¿de acuerdo? –Le dio un beso en la frente a la niña y por un momento lo sentí yo tambien, mi padre sonrió y entonces bajaron los escalones para dirigirse al auto. Recordaba ese día, ese trágico día.




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