Mi primer y único amor un amor prohibido 💕
Capítulo 3
En esa cadera me pusieron cuatro platinas, la cicatriz era demasiado grande, 16 puntos, el dolor era insoportable, una enfermera que al parecer tenía problemas personales se desquitó conmigo, me hizo bajar de la cama al día siguiente de mi cirugía aún sabiendo que no podía y me lastimó la herida, empezó a sangrar mucho, pues me abrió los puntos internos, mi madre se quejó la suspendieron, para las cirugías teníamos que viajar a la ciudad fue durísimo la estadía en la ciudad para mis padres ellos no conocían a nadie, no tenían familia, aparte tuvieron que dejar a mi hermanito con la mamá de Juliana, para mi mamá fue muy duro tener que dejarlo, ellos permanecían en el hospital a veces no tenían con que comer mucho menos como pagar un hotel, ahí en esa sala de espera conocieron una señora que sin conocerlos les ofreció comida y su casa, porque la gente de afuera sirve más que la misma familia, por eso dicen que en las malas y en los hospitales se conoce los verdaderos amigos.
Margaret así se llama les abrió las puertas de la casa para que ellos descansaran, mis padres aceptaron su ayuda, estuve 8 días hospitalizada fue el dolor más horrible solo podía estar bocarriba sin moverme se me pelo en carne viva toda la espalda, en ese hospital conocí chicas en peores condiciones que las mías, me animaban a luchar para salir adelante, cuando el ortopedista me dio de alta les dijo a mis padres que no podían viajar al pueblo conmigo porque tenía que estar a los 8 dias en el hospital para la revisión y quitarme los puntos, Margaret se ofreció a cuidarme ella ya tenía experiencias pues su esposo también fue operado de lo mismo, era desconocida para todos pero mis padres no tenían opción, decidieron confiar en ella y dejarme a su cuidado, ellos tenían que regresar al pueblo a la finca para seguir trabajando poder conseguir recursos para mi recuperación que seria larga, en 8 dias mi papá regresaría a llevarme a revisión, me fui a casa de Margaret, tenían que lidiarme como a una niña no podía levantarme ni caminar sola, me cargaba para llevarme de la habitación y al baño, es más tendría que aprender a caminar de nuevo como un niño cuando da sus primeros pasos, después de la cirugía vendrían las terapias luego aprender a caminar con el caminador solo tres pasos por día y regresar a la cama, luego muletas y por ultimo bastón me esperaba una larga y dolorosa recuperación.
Margaret me cuidaba mejor que mi propia familia, me acogió en su casa como a una hija, me sentí muy bien con ella, fue un ángel que apareció en nuestras vidas, mi tío como todo hipócrita habló con mi papá le dijo que ellos me cuidaban otra vez, pero yo les rogué a mis padres les suplique que yo quería estar en mi casa, que era consciente de lo difícil que seria movilizarme pero prefería eso a estar lejos de ellos, nunca les dije las verdaderas razones, pero aceptaron.
Cuando me regresaron al pueblo mi papá pagó a un carro para que me subiera hasta donde llegaban los carros a 10 minutos de mi casa, luego se ingeniaron con los vecinos en una camilla me subieron hasta mi casa, en medio de todo lo que estaba pasando me sentía feliz de estar en mi casa por fin después de tantos meses tener cerca a mi hermanito que ya caminaba y mis primos, recuerdo que permanecía día y noche acostada, mi mamá me tenía que llevar al baño y ducharme, cuando me cansaba acostada me sentaba en una silla, por recomendación del médico tenía que ser así y estar en control con el cada mes, me mandaron para aprender a caminar de nuevo un caminador pero no teníamos los recursos para conseguirlos por eso mi papá se las ingenió me hizo uno de palo.
Mis dias eran eternos y aburridos, Juliana llegaba todos los días después de las 10 am con una bolsa en sus manos llena de muñecas se recostada en el marco de la puerta, le hacia señas para que se acercara, ella con mucho cuidado de no lastimarme se subía al rincón de la cama sacaba todas sus muñecas se quedaba jugando conmigo todo el día haciéndome compañía, cuando Ana podía también pasaba a jugar con nosotras, Juliana y Saúl fueron un apoyo incondicional en esos momentos, como siempre los dizque miembros de mi familia me visitaban me miraban con lastima haciéndome comentarios como, te quedara una cicatriz horrible por la cirugía a los hombres no les gustaras, quedaras normal, podrás volver a caminar como antes, tu bien linda y ahí postrada en esa cama, me hervía la sangre respondía de muy mala manera, por eso me volví amargada y grosera según mi madre, pero no soportaba gente hipócrita.
Tres meses después de estar en esa maldita cama al fin pude empezar a dar mis primeros tres pasos solo en puntillas apoyada en el caminador, con lágrimas en mis ojos porque el dolor era fuerte, luego regresaba a la cama, lloraba casi siempre en el silencio de la noche para no preocupar a mis padres, estaba cansada de todo lo que me estaba pasando del cambio tan drástico que dio mi vida aunque tenía las esperanzas de que cuando todo pasará regresaría a la normalidad, era viernes Juliana peinaba mi cabello, tenía una piyama verde de florecitas me la pasaba todo el día en piyama al fin no salía de la cama cuando entró mi madre con una sonrisa me dice.
—Mamá: nana—así me dice toda mi familia de cariño—,acaba de asomar en la curva, viene visita.
—Diana: que bien—seguí como si nada, la verdad no me importaba.
—Mamá: No te imaginas quien es, te animará mucho.
Seguí viendo televisión y solo ignoré, mi madre salió feliz a recibir la famosa visita, a los minutos entró mi madre con mi tío Rafael, me sorprendió mucho que mi tío viajara desde tan lejos, pero la sorpresa más linda fue cuando apareció en la puerta el niño de ojos lindos, mi primo Santiago, estaba más grande y mucho más guapo, tenía 14 años, sentí mi corazón latir más rápido que nunca, su sonrisa más hermosa que nunca, sus manos todas llenas de bellos divinas, se acercó me saludo con un beso y abrazo, mucho más amable de la última vez que lo conocí, seguía sintiendo lo mismo que sentí cuando lo vi la primera vez, me encantaba ese niño, seguía con el mismo capricho.