Obligada A Vivir Con El Padre De Mi Hija

Capítulo 18

Vesa.

Empecé a hacer secciones de fotos desde que me enteré del sexo de mi hija y desde entonces he querido armar un álbum de cada proceso de mi embarazo y el crecimiento de mi vientre cada mes.

Estoy sentada en el centro del mágico jardín que he decorado con esmero, rodeada de flores de todos los colores, luces tenues que cuelgan de las ramas como pequeñas estrellas y alfombrillas de musgo que parecen querer contar cuentos. El aire está perfumado con aroma a jazmín y lavanda, la brisa es suave, como un susurro que acaricia mi piel. Me siento como si estuviera en un pequeño paraíso que he creado para mí, un refugio donde puedo sentirme libre incluso en medio de este mundo complicado. Sinceramente, hacer esto me relaja mucho, ya que salgo de la rutina.

Como hay muchas flores de distintos colores a mi alrededor, decidí usar un vestido rosa palo de tela de gasa. Es tierno y ceñido a mi cuerpo, se ve realmente hermoso.

De repente, siento que se acerca alguien. Alzo la vista y veo que Alek, uno de mis escoltas, camina hacia mí con paso firme pero respetuoso. Entre sus manos sostiene un hermoso ramo de rosas rojas, frescas y exuberantes.

—Señorita Carter, le ha enviado este obsequio. Puede verlo con toda confianza.

—Vaya… —entreabro los labios con sorpresa—. Es hermoso.

Al acercarme para tomar el ramo, noto que entre las flores hay una tarjeta. La agarro y abro cuidadosamente la tarjeta, leo el nombre que aparece escrito con elegante caligrafía: «Artem Smirnov». También está su número de teléfono y una invitación a cenar en un restaurante.

Levanto las cejas. Definitivamente, los hombres de la mafia no pierden el tiempo. Sin embargo, no está mal su intención de acercarse a mí, es algo que debo aprovechar.

Artem pertenece a la organización de Maksin, y para que su hermana se case con Iván; el hermano de Artem, tiene que decir que es importante entre las familias de la mafia roja.

Ahora solo me importa mi hija y que nazca sana. No tengo tiempo para enfocarme en hombres, pero no está mal una amistad con él. Podría servir para irme de aquí con mi hija.

Maksin qué se quede con su nuevo compromiso.

—Alek, por favor, lleva este ramo a mi habitación —le ordeno mientras sonrío suavemente, dejando la tarjeta en el lugar donde se estaba.

Alek asiente respetuosamente.

—De inmediato, señorita.

Él se retira mientras yo sigo posando para la sesión de fotos. Cada clic de la cámara me sumerge un poco más en esta escena de fantasía que han creado.

***

Luego de la sesión, me dirijo a mi habitación para darme una ducha.

Al salir y vestirme, paso cerca del ramo, pero veo que ya no están la tarjeta. Me devuelvo y reviso. En efecto no está.

Frunzo el ceño y decido llamar a Alek.

Llamada.

—La escucho, señorita.

—¿Fuiste tú quien tomó la tarjeta? —pregunto con voz sosegada.

—No, señorita Vesa, yo solo llevé el ramo —responde él con sinceridad.

Eso confirma mis sospechas. Maksin tuvo que haber sido quien agarró la tarjeta, probablemente envió a algunos de sus hombres. No cabe dudas.

Me visto cuidadosamente, luego bajo al almuerzo. Al entrar en el comedor, la mesa está llena de platillos exquisitos que inmediatamente me despiertan el apetito, pero mi atención se centra en los dos que están conversando justo frente a la mesa: Irenka y Maksin. Ambos me miran al instante.

—Adelante, Vesa —refiere Maksin mirándome.

—Gracias —sonrío y tomo asiento del otro lado de la mesa.

—Hola, Vesa —Irenka sonríe con su típica sonrisa falsa que, ya conozco demasiado bien.

—Buenas tardes, Maksin. Hola, Irenka —los saludo intercambiando miradas con ellos, y me acerco a la mesa.

Me siento y empiezo a servirme algunos trozos de fruta fresca, panes y un poco de queso.

—Te veías muy bien con ese vestido y el maquillaje para la sesión de fotos, Vesa —refiere Irenka con voz dulce, pero cargada de intención—. Fue inevitable para mí no mirar por la ventana.

Le sonrío con gratitud mientras pruebo un bocado de pan.

—Me gustaría ver las fotos cuando estén listas —refiere Maksin con una mezcla de curiosidad.

Levanto la mirada hacia él.

—Está bien, hablaré con los encargados para que te las envíen —respondo con una sonrisa y vuelvo a dirigir la mirada a mi almuerzo.

—¿Es solo eso lo que te provoca comer? —Maksin me observan elevando una ceja y el rostro serio.

Lo miro y asiento.

—Sí.

—Entiendo.

Maksin carraspea.

—En algún momento quiero tomarme algunas fotos contigo —continúa Maksin—, quiero tener ese recuerdo contigo y la bebé. Ya sabes antes de su nacimiento.

Lo miro fijamente por unos segundos, pensando en la difícil historia que llevamos.




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