Novela Corta y Ya terminada
....
—No era mi intención, al principio, de verdad... —se pasa la mano por el cabello y suspira—. Pero hace poco mi hermano murió y aunque nunca me lo dijo. Yo sabía que él me culpaba por la muerte de mi madre... Solo necesitaba escapar, ¿sabes? Y luego comenzaron los sueños.
—¿Decidiste buscarme o mejor dicho a los nano bots?
—Da igual, supongo. Cuando los tuve tan cerca por primera vez ... Parecían estar llamándome
—Elegiste el conocimiento en lugar de la ignorancia —afirma Rafael.
Pero Eva suelta un resoplido—Más bien placer que insatisfacción —ella besa y luego la suelta en cuestión de segundos
Las cejas de Rafael se le clavan encima—¿Funcionó?
—Sí, funciona. Muy bien.
—Entonces, ¿De qué se trataban tus sueños?
—Extraños, en su mayoría. Era como... —Eva cerró los ojos recordando—, como si yo fuera un ser alado. Con la capacidad de surcar el cielo, era fuerte y podía hacer cosas increíbles... mientras que todos debajo en la tierra me adoraban Abrió los ojos de nuevo y vio a Rafael mirándolo fijamente
Su mirada era bastante extraña—¿Eras un ángel?
—Sí un ángel, pero estaba protegiendo a Pecadores. Cientos de ellos. Levanté mi mano...—Eva levanta su brazo derecho y abre los dedos, como lo había hecho en el sueño—... y todos los inquisidores salían corriendo ante mi poder.
—No se puede ahuyentar una turba de Inquisidores...
—¡Pues yo lo hice! —Eva niega con la cabeza—Quiero decir... en mi sueño.
Rafael se pone de pie y agarra su mano— Vamos. Levántate, tu pierna está como nueva
Eva le toma su mano y balanceó sus piernas sobre el costado de la mesa de operaciones. Su pierna se sentía bien. De hecho se sentía mejor que en años—Estos nano bots son una maravilla.
—Irónico —Rafael se ríe—. La tecnología que la Inquisición consideran del demonio, funciona para curar. De hecho... te sobrevivirán los quinientos años más o menos que tienes por delante —ella le guiñó un ojo.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir? —Eva deja de caminar.
—Eva, te lo dije, eres una de nosotros.
—Pero yo...—¿Cuántos sueños has tenido, en total?
—Demasiados... —vacila
—¿Cuántos?
—Veintisiete
Rafael deja escapar un silbido bajo. —Bueno, que me condenen —él se ríe de felicidad—. No me cabe duda de qué... eres especial.
Eva sospecha—¿Qué quieres decir?
—Bueno... —Rafael se cubre la boca y se pone a pensar, antes de darle la espalda y caminar hacia la puerta—, hay algunas personas que quiero que conozcas.
Eva lo sigue por la puerta negra del laboratorio, de regreso a una enorme sala llena de... servidores. Se da la vuelta y mira las paredes, contando docenas y docenas de computadoras. La potencia del procesador en la sala tenía que ser enorme.
—Muy bien, ¿eh?— pregunta una mujer con cabello rubio sucio—. Hola, soy Verónica—añade tendiéndole la mano.
—Hola, me llamo, Evangélica Escalante
Saluda Eva estrechando su mano y mirando por encima de las cabezas de las otras personas que los rodeaban. —Las computadoras. ¿Para qué es todo esto?
Rafael le sonríe con gran satisfacción—Esto...—hace un gesto hacia los innumerables servidores—. Ella es Lucí.
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