Pender y depender

Cuando el amor que siente por su hermano ya no es suficiente para soportar el maltrato de su papá, Jim decide tomar la decisión más apresurada de su vida: huir al servicio militar.
No, él no es la clase de persona que daría la vida por su país. Lo último que quiere (y necesita) es defender a su nación en caso de guerra, pero bien dicen que "en tiempos desesperados, medidas desperadas", así que escapar a una base militar le parece mucho mejor que seguir encerrado con su familia.
Pero los problemas no se resuelven por arte de magia. Su vida no estuvo ni cerca de mejorar después de dieciocho meses en el ejército. Por el contrario. Cuando regresa y ve que todos avanzaron sin él, descubre que sentía cierto alivio en la dependencia de los demás, en esa necesidad, en esa atención que ya no recibe