BrÍo

CAPÍTULO 1: ESTAR VACÍO.

-No hay nada especial en mi vida. Siempre es lo mismo: despertar, trabajar, comer, quedarme en casa y dormir, y volver a empezar. Eso es entre semana, y los fines de semana no trabajo, pero estoy tan cansado que a veces no salgo con mis amigos. Es todo tan monótono, tan vacío.

Eso escribió en su diario un chico llamado Fran, de veintidós años. Su habitación estaba sombría y apagada, únicamente iluminada por la lámpara del escritorio, y con eso podía escribir perfectamente con ligereza. Continuó:

-Mi madre sigue con lo mismo. Jaime también quiere que salga más, pero todo es aburrido.

Antes de seguir, hizo una breve pausa para decidir si escribir lo que estaba pensando o no. Hasta que al final escribió:

-Hay días en los que deseo tener otra vida, ser alguien más importante. Lo siento por mis amigos, por mi madre, pero hubiera preferido otra vida.

Con esto, terminó y cerró el diario. Lo guardó en el primer cajón del escritorio. Apagó la lámpara y fue a la cama. Se acostó y comenzó a pensar constantemente en todo, como últimamente ha estado haciendo.

Pasaban los minutos y no lograba dormir ya que seguía dándole vueltas a toda su vida, así hasta que lo logró.

A la mañana siguiente, sobre las nueve de la mañana, se encontraba en el salón, sentado en el sofá viendo la tele. Al mismo tiempo, estaba desayunando unos cereales. 

Le aburría lo que estaba viendo, comenzó a cambiar de canal, hasta que se detuvo al llegar al de noticias.

En ella había un hombre bastante importante al que estaban entrevistando en un programa, él estaba diciendo:

-Y ese es nuestro papel, cuidar de nuestro mundo. Mis compañeros y yo damos todo lo que está en nuestra mano para que nosotros, la raza humana no se extinga.

-Pues, creo que hablando en nombre de todos, muchas gracias por vuestro trabajo, Lucas. Y vosotros…

Fran dejó de prestar atención a lo que hablaban, miraba fijamente a ese hombre, dejando entrar en sí mismo la semilla de querer ser como él, de ser un salvador, de recibir todos esos alardes y elogios. De vivir una vida lujosa, sin complicaciones. El hombre volvió a hablar y Fran escuchó:

-Mis compañeros no son ni más ni menos importantes que yo, todos valemos por igual. Nosotros como grupo, los Gobernantes de la Tierra, somos un equipo. Lo que importa es la unión, la lealtad. Y todos queremos fomentar eso en el mundo.

Como siguió enrollándose, Fran dejó de escuchar y se levantó para llevar el plato de cereales a la cocina. Sin embargo, las palabras del hombre resonaron en su cabeza. “Todos valemos por igual”, se repetía vez tras vez en su cabeza.

Dejó el plato y volvió cansado al sofá. La entrevista seguía, pero comenzó el intermedio.

Su móvil, que se encontraba en su habitación, empezó a sonar. Se levantó sin prisas, y cuando llegó, vio que lo estaba llamando su madre.

Suspiró, lo cogió lentamente, y aceptó la llamada. Él preguntó desganado:

-¿Qué pasa?

-¡Qué raro que estés despierto! 

-Sí, ¿qué ocurre?

-Solo era eso, saber si estabas despierto.

-¿En serio?

-Fran, últimamente estás más callado de lo normal.

-Mamá, estoy bien.

Ella suspiró y expresó:

-Vale, bueno. Te dije que hoy llegaba más tarde del trabajo. La comida está en la nevera.

-Vale, hasta luego.

-Hasta luego, te quiero.

Fran colgó y dejó el móvil en el escritorio. Pero, vio un mensaje de ayer, de su amigo Jaime, que decía:

-¿Te parece que quedemos mañana por la mañana en mi casa?

Ya había leído antes el mensaje, pero no quería contestar, no tenía ganas de salir de casa, quería estar solo en el sofá jugando a videojuegos. Sin embargo, al volver al salón, vio de nuevo hablar a Lucas. Observar su figura y escuchar sus palabras lo motivaron a hacer algo, a no estar sin hacer nada en la mañana. Entró en él un gran ímpetu por actuar, fue a por su móvil y rápidamente contestó el mensaje de Jaime, le afirmó que iría.

Se cambió de ropa, fue a lavarse los dientes, pero, al verse en el espejo, se detuvo. Al ver su cuerpo, su cara, se desanimó por lo delgado que era. Apenas tenía musculatura, y él mismo no se veía guapo. Hasta que se dio dos palmadas en la cara para espabilarse a sí mismo, y dijo:

-Da igual, ni que fuera a ver a Alba, que al que voy a ver es a Jaime.

Alba era la chica que le gustaba del grupo en el que estaba.

Se lavó los dientes con mucha determinación. Preparado, salió del baño tras terminar de prepararse, guardó el móvil en el bolsillo y salió de la casa, cerrando la puerta con llave. Pero, de la emoción se le olvidó apagar la tele, y en el momento que se había ido, Lucas dijo:

-Gracias a nuestros avances tecnológicos y científicos, elegiremos a personas al azar de toda la Tierra para que nos acompañen en esta aventura por hacer del mundo un lugar mejor. -Finalizó sonriendo mientras miraba a cámara.

Fran, que se había acordado de la tele, volvió, entró y la apagó, sin haber escuchado esa última frase de uno de los Gobernantes de la Tierra, Lucas.

Ahora sí, salió preparado hacia la casa de su amigo. Fran, que vivía en en el bajo, llegó al portal del edificio y salió. Sin embargo, al pisar la calle y al ver a las personas le entró una presión por dentro. Cuando estaba andando, miraba a las personas de su alrededor y pensaba:

-Todos siguen con sus tristes vidas. Aburridas, normales, sin acción. Es una pena que la mayoría de personas sean así. Pero yo seré diferente al resto, la gente me alabará, seré famoso. Mi vida tendrá sentido.

El hogar de Jaime se encontraba a dos manzanas, era corto el camino, pero para Fran se estaba haciendo eterno. 

Mientras él llegaba, Jaime estaba solo en su casa escuchando música al mismo tiempo que estudiaba para unos exámenes de la universidad. Él ya había perdido la esperanza de que Fran viniera a su casa. Por eso, cuando escuchó el timbre sonar, no sabía quién podría ser. Hasta que miró por la cámara del telefonillo, y le dejó pasar. 




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