BrÍo

CAPÍTULO 5: EL DESTELLO AZUL.

Al terminar de ducharse y vestirse, estando descalzo, Fran se miró al espejo. Al fijarse en sus ojos, pudo apreciar algo moverse en ellos, como una especie de rayo. Agarró el lavabo con las dos manos mientras se acercaba al espejo para verlo mejor.

Y de pronto, intentó activar sus poderes, y lo pudo ver. En sus ojos un rayo azul los recorría, pero en un instante se quemó el pie. Saltó por el dolor, se sentó en el inodoro y se miró el pie, que estaba con restos de quemadura. Ya se estaba curando velozmente, parece que solo fue un pequeño chispazo con algo, pero lo notó bastante. Le recordó al mismo chispazo que tuvo antes de tener la caída y atravesar los coches.

No sabía a qué se debía, pero estaba convencido que tenía que ver con sus poderes.

Se puso unos zapatos y salió del baño. Su madre aún no había vuelto, y parece que en el tiempo que él estuvo fuera tampoco vino. Le pareció raro que llegara tan tarde del trabajo, por ello la quiso llamar por teléfono.

Pero, ella no cogía la llamada. La volvió a llamar dos veces más, pero no hubo resultado.

Se comenzó a preocupar por ella, pensó:

-No tiene la costumbre de llegar tan tarde. Y no me ha dicho nada. Bueno, aunque sabiendo que yo no iba a estar en casa, puede ser por eso por lo que no me ha avisado.

Hasta que de pronto, escuchó pisadas al otro lado de la puerta y el sonido de una llave. 

La persona abrió la puerta y afortunadamente era su madre. Al verla la saludó:

-¡Hola, mamá!

Ella, quien se llamaba Sara, expresó sorprendida:

-¿Qué haces aquí tan temprano? Dijiste que no vendrías hasta la cena.

Ella fue directa a la cocina para dejar la comida que había comprado, Fran fue detrás mientras respondía:

-Ya, pero Jaime tenía cosas que hacer.

Ella guardó cada cosa en su sitio, y le preguntó a su hijo:

-¿Has visto el accidente de afuera?

Fran sabía que no podía mentir ni hacerse el loco, respondió nervioso:

-¿Los coches aparcados? Sí, sí, ha sido un desastre. Pero, ya estaba dentro de casa, no vi cómo ocurrió.

-Pues, creo que había una persona dentro de uno de ellos.

Al escucharlo, Fran le costó tragar saliva, se puso aún más nervioso y se acaloró, preguntó:

-¿Está bien?

-No lo sé, lo han llevado al hospital. -Y al verlo distinto, preguntó-. ¿Estás bien?

No podía mirarla a los ojos, no paraba de pensar en que ya había enviado a dos personas al hospital, pensaba:

-¿Qué pensará la gente de mí? ¿Qué pensarán del hombre del destello azul? El joven del parque… la persona del coche… todos me odiarán cuando haga pública mi identidad.

Su madre lo llamó, pero no reaccionó, le hizo chasquidos delante de su cara y así se espabiló. Le volvió a preguntar:

-¿Te pasa algo? 

-No, no.

-Esta persona seguramente no morirá, tendrá malas secuelas, pero seguirá adelante.

-¿Se sabe cómo ocurrió el accidente? -Preguntó entristecido.

-Hay muchas teorías, pero nada en claro. Pon las noticias, a ver si dicen algo útil.

De inmediato, ella empezó a preparar el almuerzo. Fran, por su parte, seguía endeble emocionalmente al pensar en lo peligroso que era, y el poco control que tenía sobre sus poderes. Fue andando hacia el mando de la televisión, y cada paso que daba se sentía pesado, cargado de presión y miedo. Él pensaba:

-¿Qué daño seré capaz de hacerle a la humanidad? No era mi intención hacerle eso al joven del parque, solo quería ser un héroe, un salvador. ¿Y si no seré capaz de dominar los poderes, y si no lograré ser el orgullo de los demás?

Pudo controlar las lágrimas, pero sentía escalofríos, los pelos de punta recorrían su cuerpo.

Encendió la televisión y puso el canal de noticias. Ya había terminado la entrevista con Lucas, uno de los Gobernantes de la Tierra.

Ahora mismo se estaba retransmitiendo unas imágenes de un asesinato en otra ciudad del país donde vivían, España.

La palabra “asesinato” le dio pánico y cambió de emisora. Por suerte, era un canal de dibujos animados, cosa que lo tranquilizó un poco.

Su madre vino de la cocina, y al ver que estaba eso puesto, se molestó y dijo:

-Pon ya las noticias. ¿Qué haces viendo ahora dibujitos?

Volvió a por la comida, y Fran expresó en voz baja:

-Prefiero esto antes que un asesinato.

Lo volvió a cambiar, y afortunadamente ahora estaban hablando del tiempo. Parecía que de momento, no se estaban haciendo virales ambos sucesos. Esto lo calmó, pero la presión continuaba. No se sentía cómodo estando quieto, sentado, sin hacer nada. Comenzó a dar vueltas en el salón. Inquieto, dolorido, agobiado, no detenía sus pensamientos. 

Hasta que pensó en su madre:

-¿Qué hago? Si me comporto así me voy a delatar. Debo tranquilizarme. 

Volvió a sentarse, y para su suerte, su madre no había visto nada, ya que seguía cocinando. 

Sin embargo, su mente no paraba de pensar en tantos asuntos a la vez.

-Quiero que el mundo sepa quién es el hombre del destello azul, pero, si sigo haciendo daño me verán como un peligro. Tengo que buscar a Carlos en el hospital, ver cómo se encuentra y pedir perdón.

Su madre ya trajo la comida a la mesa y se sentó lista para comer, le dijo a su hijo:

-Fran, ya está la comida.

Pero él no respondió. Le volvió a llamar:

-¡Fran!

-¿Qué pasa?

-Pero, ¿qué te ocurre? Estás como en otro mundo.

-No me pasa nada, ¿qué pasa?

-Que ya está la comida.

-Ah, vale.

Fran trató de calmarse, pensó que su madre estaba sospechando demasiado. En las noticias seguían hablando del tiempo, y él seguía esperando que no apareciera ninguna confirmación de la muerte de la persona dentro del coche.

Su madre, quien se estaba preocupando por su hijo, preguntó:

-¿Es por lo del accidente?

-¿El accidente?




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