Casados para divorciarnos

2

Emily.
Charlie y yo íbamos a casarnos por la Iglesia, yo estaba muy nerviosa cuando bajé de la limusina que alquiló Rebeca, la madre de Charlie para mí, mis padres fueron conmigo, estaban felices, porque sabían cuánto amaba a Charlie y lo que él significaba para mí. Pero toda esa alegría estaba por acabar, mi sueño muy pronto iba a esfumarse por culpa de Charlie, pues él se tardó casi una hora en llegar a la iglesia, el padre iba a suspender la ceremonia, pero varios miembros de la familia Lennox, especialmente Rebeca, lo convencieron de que esperara un poco más, observé como el tío de Charlie y Rebeca marcaron varias veces a su celular, pero Charlie nunca contestó alguna de sus llamadas, yo estaba preocupada; pasó casi una hora, donde minuto a minuto yo me convencía que Charlie me había dejado plantada; no podía comprender por qué lo había hecho, pero estaba segura de que eso era lo que estaba pasando.
Me bajé del auto, quería marcharme, mis padres también se bajaron y me miraron compasivos.
—Ten paciencia.
—No va a venir, mejor vámonos de aquí.
—¿Estás segura? —preguntó papá.
—Si, ya no tengo nada que hacer en este lugar.
Justo en ese instante se detuvo el auto de Charlie.
—Es él.
Mamá me jaló hacia el auto.
—No dejes que te vea, es de mala suerte.
Yo estaba deseando verlo y lanzar sobre él la consternación que tenía por dentro, pero mis padres no me dejaron quedarme y me hicieron subir a la limosina.
Con mi rostro serio ví por el cristal cuando Charlie se dirigió hacia la entrada de la iglesia, tenía puesto el traje de novio. Su madre y su tío lo enfrentaron, lo supe porque sus lenguajes corporales lo decían todo, Charlie se veía molesto, muy molesta y les refutaba lo que fuera que ellos le estuvieran diciendo, la escena no parecía nada agradable, solo puedo decir que las red flat comenzaron a ser evidentes desde que él demoró en llegar, su actitud ante su familia en un momento tan importante dónde se suponía, debía sentirse feliz, era una prueba tangible que se iba a casar conmigo por obligación, pero yo no estaba dispuesta a aceptarlo, no así, si no me amaba, un hijo no era razón para atarnos a un matrimonio por obligación.
Me bajé de la limusina
—¿A dónde vas?
—¿Qué vas a hacer?
Preguntaron mis padres, pero no les hice caso y caminé rápido hacia donde estaba Charlie, a medida que me acercaba podía oír que estaban discutiendo, Rebeca se percató de que yo estaba cerca, entonces se quedó callada mientras puso sus ojos sobre mí; Charlie volteó a mirarme, tenía en ceño fruncido, yo también puse una dura expresión y me acerqué más, me quedé mirándolo a la cara por algunos segundos, después le hablé a su madre y a su tío.
—Quiero hablar a solas con Charlie.
Ellos se apartaron de nosotros, no dejé de mirar a Charlie, luego le hablé:
—¿Para qué me pediste matrimonio? Es evidente que no deseas casarte, no tenías necesidad de llegar hasta este momento, jamás he pretendido amarrarte, un hijo no es una excusa para que alguien tenga que atarse a una persona que no quiere.
Él tenía el rostro serio, noté que no se había afectado, tenía la barba de varios días, Charlie era de esos hombres que cuidan su apariencia, pero ese día se veía descuidado, parecía que no había dormido en días.
—¿Quién dijo que no quiero casarme?
—Tu actitud lo dice todo.
—Solo estoy un poco enfermo, pero entremos a la iglesia y salgamos de una vez por todas de esta boda. —Meneé la cabeza.
—“Salgamos de esta boda” lo dices de un modo que corrobora que solo lo estás haciendo por obligación.
—No es eso, estoy enfermo, ¿Te cuesta entenderlo?
—Hablas con enojo, eso no es lo que yo espero del hombre con el que pasaré el resto de mi vida, mejor olvidemos esta boda.
—¿Qué? Por supuesto que no.
Levanté mi mano derecho sobre mi cabeza, me quité la tiara y el velo, luego solté mi cabello.
—Asi de sencillo queda suspendida esta boda, para siempre.
Le di la espalda y caminé hacia la carretera, tenía mucha rabia y a la vez muchas ganas de llorar, pero procuré mantener el control, aunque de mis ojos se escaparon algunas lágrimas, no muchas, pero no iba a derribarme, ya había llorado demasiado por Charlie… una vez más me había roto mi corazón.
Charlie corrió detrás de mí y me agarró del brazo.
—No puedes dejarme plantado delante de todos los invitados.
—¡¿Eso es lo único que te importa?! —Le grité furiosa.
—Mi familia organizó todo, ¿serás una ingrata con mi madre? Nos dejarás en vergüenza delante de todos.
—Me vale una mierda lo que todos digan, si pretendes casarte conmigo para evitar habladurías de la gente del círculo social de tu familia, diles que no se preocupen, nadie se va a enterar jamás que este hijo que espero es tuyo, lo criaré sola y jamás me diré que eres su padre.
Me volvió a agarrar del brazo, pero esta vez me jaló con brusquedad y alzó la voz.
—¡Entraremos a esa iglesia a casarnos maldita sea!
Levanté la mano y le dí una cachetada.
—¡No me vuelvas a gritarme en tu vida!
—¿Cómo te atreves? —no pude contener más la rabia, lo señalé con el dedo y le dije:
—¡Ojalá nunca te hubiera conocido! ¡No quiero volver a verte!
Mis labios temblaron de la rabia y el dolor que tenía, antes de ponerme a llorar di la espalda y comencé a caminar por la calle, dejé caer el velo y la tiara, no me detuve y crucé la esquina y llegué a una gran avenida, caminé a prisa, no quería que mis padres o Charlie me alcanzarán, necesitaba estar sola, aunque había gente en la calle, muchos me miraban con ojos curiosos, no todo el tiempo una mujer con vestido de novia deambula por la avenida.
Así de triste se volvió ese día que yo imaginé, sería uno de los más hermosos de mi vida, todo mi entusiasmo por reencontrarme con Charlie se había convertido en un momento decepcionante.
Llegué a un parque y me senté en una banca, tenía una expresión triste, mi ánimo estaba decaído, pero no lloré, no necesitaba hacerlo, solo quería pensar en mí futuro y en cómo iba manejar esa mala pasada para no volver a deprimirme, allí me dije en mis adentros:
“Charlie solo escarbó mi herida, si no me ama jamás debió llamar… no era necesario… no era necesario.”




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