Casados para divorciarnos

12

Después del exitoso almuerzo y de competir disimuladamente con Christopher, regresé a la oficina y me senté detrás de mi escritorio, Logan fue a verme.
—¿Qué tal estuvo?
—Recosté mi cabeza hacia atrás contra el espaldar de la silla de manera relajada.
—Hoy todo me ha salido perfecto.
—¿Al fin te casaste con Emily?
—Si, y fui a ese almuerzo con los inversionistas, se quedarán en nuestra compañía, empezaré la presidencia con buenos inversionistas.
—Era de esperar, la compañía es un imán para hombres de negocios con dinero. ¿Y Emily?
—Está en el apartamento donde vivía con su amiga —miré mi reloj de muñeca—. En media hora iré a buscarla.
Sonó mi celular, era el timbre que identificaba a Lena, no le contesté.
—No quiero hablar con Lena en estos momentos, será muy desagradable cuando le diga que me casé con Emily, cuando se lo vaya a decir debo amarrarme los pantalones para aguantar el drama que va a ser.
—Y tienes que beber un buen trago de tequila para soportar.
—Sí.
—¿Y tu madre ya lo sabe?
—Aún no, lo sabrá más tarde cuando lleguemos a casa.
***
Más tarde fuí por Emily al apartamento, subí al piso donde estaba y toqué el timbre, ella abrió, entonces entré a la sala.
—¿Estás sola?
—Si, mi familia acaba de marcharse.
—Se fueron para no verme la cara, supongo. —ella agachó la mirada algo apenada.
—No, no fue por eso.
—No te preocupes, sé que no me quieren, pero no importa, estoy casado contigo, no con tus padres.
—Ellos solo necesitan tiempo para darse cuenta que no eres lo que piensan.
—¿Y qué piensan que soy? —Emily agachó la mirada.
—No te preocupes por ellos, ya se van a dar cuenta que eres bueno y qué deseas darle un hogar a nuestro hijo, y mi hermana está muy contenta, ella te quiere mucho.
Me acerqué y le agarré la cara con ambas manos.
—Estamos perdiendo el tiempo, mejor vámonos a mi casa.
Ella tenía la maleta en la sala, yo la cargué, noté que estaba muy liviana, no pude evitar compararla con las tres cuatro maletas que Lena ha usado cuando hemos viajado juntos.
—Llevas pocas cosas.
—Tengo la mayoría de mis prendas en la casa de mis padres, pero no creo que las vaya a utilizar, pronto necesitaré ropa para embarazada.
—Mañana te daré la tarjeta para que vayas y compres todo lo que necesitas.
Llevé a Emily a mi casa, bajamos del auto, luego saqué la maleta, Emily se puso nerviosa, aunque no dijo nada, pero lo pude ver en su cara.
—Vamos adentro.
Caminé adelante con la maleta, Emily me siguió, cuando entramos a la casa, nos quedamos en el Rellano, había que bajar tres escalones de mármol para llegar a la sala, en ese momento mamá y casi todas los demás miembro de la familia estaban bebiendo el té en el recibidor, cuando nos oyeron entrar, todos golpearon a mirar, especialmente mi mamá, puso sus ojos sobre Emily sin disimular el signo de interrogación que tenía en su frente.
—Buenas tardes. —Saludé, mamá se levantó, nos miró a ambos, después le dio sus ojos hacia la maleta.
—Hijo… no te esperaba a esta hora.
—Perdón por no avisar que vendríamos.
—¿Y esa maleta?
Todos se quedaron mirando a Emily, yo la agarré de la mano.
—Es la maleta de Emily, a partir de hoy vivirá con nosotros, ella ahora es mi esposa.
—¡¿Cómo? ¿Te casaste con Emily cuándo?!
—Esta mañana, fuimos al tribunal.
—¿Por qué no me dijiste?
—Emily y yo queríamos privacidad, pero ya lo saben.
Mi tío Geral nos felicitó, todo lo demás estaban mudos, mirando a Emily como si ella fuera un animal de circo.
Se veía incómoda, la presenté a otros miembros de la familia que aún no conocía, también a mi hermana menor Karla, ella acaba de llegar de Europa; habría preferido que no estuviera presente, mi hermana es una chica alocada, suele meterse en muchos problemas.
Karla extendió su mano hacia Emily y se rio.
Hola querida cuñada, bienvenida al manicomio, quise decir, a la casa de la familia Lennox.
Mamá con voz regañona le dijo:
—Karla no seas tan impertinente.
—Ya corregí mamá.
—No tienes educación.
—Ay ya, de todos modos ya se casó con el demonio de mi hermano, muy pronto Emily conocerá todos los secretos que hay en estas familia de puertas para adentro —miró a Emily y se rio—. En esta casa o te vuelves loca como yo o te vuelves una prepotente como mi hermano.
—¡Basta! —dijo mamá con enojo, luego me llevé a Emily a mi habitación, la dejé sola un momento, al rato regresé.
—Ya le dije a la servidumbre que preparen nuestra recámara, será una mucho más grande que esta, estarás cómoda, tendrás tu propia sala de estar.
—Esta estaría bien —miró a todos lados—. Es inmensa.
—Hay otras aún más grandes que esta, somos dos, está habitación es pequeña, tú necesitas tu espacio y yo el mío.
Noté que estaba incómoda, me acerqué y le toqué la cara.
—¿Por qué estás tan tensa?
—Es que me da vergüenza, llegamos así sin avisar, debiste hablar con tu familia antes de traerme. —Me reí y le dije:
—No seas tonta, en esta casa se hace todo lo que yo digo, estás casada con el alfa de la familia Lennox, yo hago lo que se me antoje y todos callan.
—Suenas latoso cuando hablas así.
—No estoy mintiendo, mejor relájate y disfruta tu nueva vida de reina.




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