Casados para divorciarnos

13

Emily.
Acabo de llegar a la casa de la familia Lennox, no me siento nada agradable en este lugar, soy una extraña para esta familia, aunque estoy casada con Charlie, pero aún ni me siento parte de ellos, si supieran cómo me miraban de arriba abajo, no estaba preparada para esto. No es agradable llegar a un lugar desconocido. Pensé que Charlie y yo viviríamos solos, no con toda su familia.
Me siento atrapada en esta habitación, pero tampoco deseo salir de aquí, no me imagino merodeando los pasillos de esta casa, tampoco me atrevo a bajar a la sala. Tendré que esperar aquí hasta que Charlie regrese, él acaba de marcharse, salió a atender un asunto de negocios, recibió una llamada al teléfono de la casa, no sé de qué se trataba, me da pena preguntar.
Me siento en la cama y recuesto mi cabeza contra el respaldar. Los minutos se hacen eternos, todo está muy silencioso, intentaré dormir un poco, me siento exhausta.
***
Pasó un rato, me quedé dormida, aunque esperaba no poder hacerlo. Pero de repente alguien me despertó cuando llamó a la puerta.
—Señore Lennox.
No conocía a la persona que estaba al otro lado de la puerta, pero supuse que se trataba de una de las mucamas.
Abrí la puerta.
—Señora, la recámara que el señor ordenó ya está preparada.
—Gracias… ¿Cuál es tu nombre?
—Silvia.
—Cual habitación es para llevar mis cosas.
—No se preocupe señora, mis compañeras y yo vamos a trasladar todo, vamos y le enseñó cuál es la habitación.
Sílvia me llevó al otro lado del pasillo, cuando abrió la puerta de la habitación donde Charlie y yo íbamos a dormir, esta se reveló ante mis ojos, era realmente inmensa, con hermosos ventanales; la cama era del tamaño de la habitación donde dormía con mi hermana en mi casa, parecía la suite de un hotel muy lujoso, pero claro, se trata de la mansión de la familia Lennox, no es de esperar lo contrario, todos en esta ciudad saben que ellos viven rodeados de lujos y muchas comodidades.
Debo acostumbrarme a esto, hoy Charlie lo mencionó varias veces, que mi vida iba a cambiar, viviré como una reina, aunque no me lo propuse, jamás fuí ambiciosa, si he soñado con tener dinero, aunque no había pensado en lujos, solo dinero para pagar las deudas de mis padres y liberar la granja de la hipoteca, también para poder estudiar el posgrado en la mejor universidad que pudiera encontrar. Pero Charlie no habla del dinero sino de la vida ostentosa que tanto él como su familia han tenido y de la que a partir de ahora yo tendré.
Mi hijo nacerá en cuna de oro, jamás conocerá las necesidades que mi hermana y yo hemos padecido, aunque no me quejo, pero me da alegría que mi hijo espere un mejor futuro, su vida será mucho más fácil, no tendré que hacer mucho sacrificios para ir a la universidad, para encontrar muchas cosas que él desee tener.
A la habitación llegaron tres mucamas, llevaron mi maleta, además en un carro de servicio de esos que usan en las lavanderías, llevaban colgada la ropa de Charlie. Había dos vestier, la habitación desde antes estaba hecha para que viviera allí una pareja.
—¿De quién era esta habitación? —Le pregunté a Silvia.
—Era la habitación de la señora Minerva y su esposo, pero ellos se fueron a vivir a New York, su suegra nos dijo que está habitación era perfecta para ustedes. ¿Le gusta?
—Si, es muy hermosa, parece de revista.
—Si, todas las habitaciones de esta mansión son hermosas, es un decorador viene cada año y renueva el decorado de las habitaciones y otras áreas de las casas que la señora ordene, la galería es lo único que no le hacen cambios, y la habitación de la señora Lennox.
—¿La galería?
—Si, hay una hermosa galería en esta mansión, es un salón inmenso, tiene techos muy altos, hay un piano precioso, y las ventanas son de vitral, entrar allí es cómo entrar a una vieja capilla.
—Cuando Charlie regrese le diré que me lleve a la galería, supongo que él como arquitecto debe amar ese lugar que describes.
—El padre del señor Charlie tocaba el piano por las noches en esa galería, la decoración que tiene la elijo el señor Lennox, bueno eso es lo que me han dicho, por eso la señora no manda a cambiar ni el tapete, quiere conservar todo igual como lo dejó el señor antes de partir.
Me conmovió hasta las extrañas solo de imaginar el dolor que la señora había experimentado con la muerte de su esposo.
—Si a Charlie le llegara a pasar algo, yo también conservaría todas sus cosas. —No me había percatado de que Charlie llegó en ese momento, se acercó a mí y sonrió algo burlón.
—¿Qué conservarías si yo llegara a morir?
—No digas esa palabra. —La mucama se fue al vestier.
—Pero dijiste que si me llegaba a pasar algo conservarías todo.
—Es que la mucama me estaba contando que tu madre y tú conservan la galería como tu padre la dejó.
—Si, papá tenía muy buen gusto para la decoración, la galería era zu lugar favorito de la mansión, allí pasaba un par de horas todas las noches, tocaba el piano, fumaba un habano, y registraba en su diario. —Lo abracé.
—No hagas eso?
—¿Hacer qué?
—Quedarte dos horas abajo, quiero que todas las noches estemos juntos y compartamos todo.
—No te preocupes, no soy papá. Mamá lo amaba demasiado, aunque no entiendo por qué, él no era tan cariñoso con ella, hasta ahora no entiendo por qué lo idolatró y lo sigue idolatrando.
—Así es el amor, el amor no deja ver los defectos del otro, dicen que el amor enceguece tanto, que uno no ve la verdad puesta ante sus ojos. —me miró con fijeza.
—¿Y qué ves en mí? ¿O que te dejan ver tus ojos de mí?
—Creo que tus acciones demuestran todo, no tengo quejas de ti.
Toqué su cara con cariño, luego le di un beso, él correspondió por un momento, luego me dijo:
—Debemos prepararnos para bajar a cenar con mi familia.
***
Me duché y me vestí con el mejor conjunto que tenía en mi nuevo guardarropa, me sentí pequeña esa noche, sabía que no tenía un traje de diseñador como todas las mujeres de esta casa. Charlie prácticamente me ha ordenado que fuera al otro día a comprar ropa nueva, ya me dio su tarjeta.
Me da un poco de vergüenza, soy una tonta lo sé, él es mi esposo y quiere cuidarme, proveerme de todo lo que necesito, pero yo no estoy acostumbrada a que me den dinero para darme gustos, menos si se trata de todo un guardarropa; Charlie me dijo que no me limitara con los gastos, pero obviamente me limitaré un poco. Les diré a mi hermana y a Sacha que me acompañen a hacer mis compras.
Bajamos a la sala, todos estaban allí, esperando por nosotros, noté que todas las miradas estaban sobre mí, sentí que de repente tenía la cara metida en el fuego, supongo que mis mejillas se ruborizarón, por suerte me había maquillado y quizá no se me notaba tanto.
Estaba tan incómodo en medio de todos ellos, deseé no haber tenido que ir a comer en esa mesa, yo era la invasora, porque estaba casada con Charlie, pero el momento no era propicio para yo estar allí, se supone que las novias se presentan antes del matrimonio, y todo se planifica bien, pero yo llegué de repente a esa casa.
Rebeca nos dijo:
—Pasemos al comedor.
Durante la cena no pasó nada interesante además de lo incómoda y avergonzada que me sentía en medio de todos ellos.
Cuando terminamos de cenar, salimos del comedor para subir a la habitación a descansar, antes que estuviéramos las escaleras, Rebecca le dijo a Charlie:
—Hijo, necesito que hablemos, a solas ahora mismo.
—Está bien mamá. —Charlie me miró:
—Espérame una habitación, subiré más tarde.
—Está bien.
Subí las escaleras, sentí un poco de preocupación, Rebeca había estado muy seria con Charlie y conmigo, ella había estado enojada desde que dejé a Charlie en la iglesia, supuse que le iba a reprochar por nuestra boda repentina y por la forma como él me llevó a su casa.
Estaba preocupada, tal vez Rebeca no está de acuerdo en que yo viviera con ellos, aunque eso también me ayudaría, yo quería vivir sola con mi esposo, no me gustaba esa vida de sentarme a la mesa y que otros nos sirvieran, yo soñaba con atenderlo, consentirlo y hacerlo sentir amado, con los ricos platos de comida que sabía preparar.
Amaba la cocina, me había hecho un par de cursos de comida italiana y francesa, después de la arquitectura, la gastronomía era mi otra pasión.




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