Casados para divorciarnos

15

En la mañana Charlie despertó con él sonido de su reloj de muñeca, lo había dejado en la cómoda al lado de la cama. Abrió sus ojos y miró a Emily, ella estaba aún dormida recostada a su lado con el brazo sobre él.
Charlie se movió con cuidado para no despertarla, bajó sus pies de la cama y los puso sobre la alfombra, se quedó sentado un momento.
“Ya amaneció, hoy tengo un largo día”
Miró el reloj
«5:40 a.m.»
Se cambió el pijama y se puso ropa deportiva, agarró el celular y se dirigió al gimnasio de la mansión, este se encontraba en la parte trasera del primer piso.
Fátima , una de las mucamas más antiguas de la mansión lo saludó.
—¿El señor desea que le lleve el jugo de naranja al gimnasio?
—No, mejor lo beberé con él desayuno.
—¿Su esposa desayunará con usted?
—Supongo que sí, ponga un puesto para ella y prepare algo sencillo, ella no es tan exigente para comer.
Dejó atrás a Fátima y entró al gimnasio, encendió el celular y lo dejó sobre un banco mientras comenzó a hacer los primeros ejercicios de calentamiento.
Minutos después tomó el celular, miró la pantalla, vio de nuevo varias llamadas perdidas de Lena.
“Vaya que eres insistente. ¿La llamo? No, más tarde le diré que vayamos a almorzar y hablaré con ella.”
Dejó el celular en el banco y subió a la caminadora, la encendió y comenzó a correr.
***
Emily despertó de repente, con él ruido del canto de las aves, era nuevo para ella, en el jardín se alojaban muchas aves silvestres. La ventana estaba abierta y todo se podía oír fácilmente. Ella miró hacia el lado de Charlie, al no verlo se dijo en sus adentros:
“No está, ¿se habrá marchado a trabajar sin despedirse?”
Buscó su celular y miró la hora.
«6: 20. a.m.»
“Aún es muy temprano, debe estar en alguna parte de la mansión.”
Recordó que una vez que pasaron la noche juntos, él le dijo que acostumbra a entrenar por las mañanas antes de salir a la oficina.
“Debe estar entrenando.”
Se puso de pie y pensó:
“Mejor voy a alistarme, hoy tengo clase a las ocho en punto.”
Fue a ducharse.
***
Alguien llamó a la puerta, Fátima abrió, era Lena, su imponente figura elegante entró como perro por su casa, en la sala se detuvo.
—¿Dónde está Charlie? Supongo que aún no ha salido.
Fátima se puso algo nerviosa, pues Emily, la esposa de Charlie se encontraba en la habitación, a su vez ella no comprendía qué hacía Lena tan temprano en la mansión preguntando por Charlie, si él ya tenía esposa, ella no tenía nada qué hacer allí. Se quedó muda, Lena le habló con dureza.
—Te hice una pregunta, ¿Dónde está mi novio?
—¿Novio?
—Sí, tonta.
A Fátima se le enredó la lengua, no sabía qué decir, entonces Lena agregó:
—Tendré qué buscarlo por mi propia cuenta, ya que eres una inepta que sabe responder una simple pregunta.
Procedió a subir las escaleras, Fátima se puso la mano sobre la boca y abrió grande sus ojos, se imaginó el desastre que se armaría si Lena encontraba a Emily, o si Emily descubría que Lena estaba en la mansión.
“Me despedirán por dejarla subir.”
Se dijo en sus adentros, entonces decidió detenerla.
Señorita, el joven se encuentra en el gimnasio, pero él dijo que nadie lo moleste mientras entrena.
Lena bajó los escalones que había subido, en el rellano miró a la mujer con reproche.
—¿Qué te costaba decírmelo? tonta.
Le pasó por un lado y se dirigió al pasillo que conducía a la parte trasera de la mansión.
Charlie aún estaba en la caminadora, de repente la puerta se abrió, al ver, Lena lo sorprendió.
“Rayos”
Se dijo dentro de sí.
Detuvo la caminadora, su mente se aceleró con mil pensamientos a la vez, ahora debía explicarle a Lena lo sucedido, ¿pero en la mansión? No era lo ideal, él sabía que ella iba a estallar.
“Emily ni debe enterarse de que Lena está aquí.”
Bajó de la caminadora.
—¿Qué haces aquí tan temprano? Deberías estar alistando para ir a tus clases. —Ella le sonrió y lo abrazó del cuello, él mantuvo una expresión seria.
—¿Acaso no puedo venir a verte? Ya cambia esa cara, parece que viste un espanto. Mejor dame un beso.
Ella besó sus labios, Charlie apenas correspondió. Luego la apartó de él.
—¿Por qué viniste?
—Es que ni has querido contestar mis llamadas, ¿qué te sucede? ¿Estás enojado conmigo?
—No, solo estuve muy ocupado ayer, pero hoy tenía planeado llevarte a almorzar.
—Me alivia escuchar eso.
—Bien, entonces vete, nos vemos al mediodía.
—No, me quedaré a desayunar con mi amorchis, tenemos mucho tiempo sin hacerlo, hoy es ideal, ¿No crees? —Charlie votó aire por la naríz con desgano.
—No puedes quedarte.
—¿Por qué? Qué te pasa? Te ves, no sé, ¿estás enojado? —Charlie decidió soltar la sopa.
—Lena, Emily está en la mansión, por eso no puedes estar aquí.
Lena puso cara de confusión.
—¿Qué dices? ¿Me estás tomando el pelo.
—No, hablo en serio.
—¿Qué hace esa oportunista en tu casa?
—Ayer nos casamos, Emily ahora es mi esposa, como lo planeamos.
A Lena le costó procesar esas palabras, se puso la mano sobre el pecho y comenzó a respirar con agitación.
—¿Estás casado con ella?
—Si, bueno, ya sabes que es una farsa.
—Farsa no, estás casado de verdad. —despacio se sentó en el banco.
—Lena, debes marcharte, no conviene que ella nos vea juntos.
De repente Lena estalló en llanto.
—¡No es cierto!
Gritó y rápidamente se puso de pie.
—¡Esa trepadora no puede ser tu esposa, voy a sacarla ahora mismo de esta mansión!
Él la agarró y me habló con dureza.
—No hagas esto, conoces muy bien el propósito de este matrimonio. —Lena tenía el rostro bañado en lágrimas.
—No puedo imaginar que estés con ella.
—Solo será hasta que nazca ese bebé y me entreguen la presidencia de la compañía, después acabaré con ese matrimonio y me casaré contigo, recuerda el plan.
Lena se puso ambas manos sobre la cara y lloró, Charlie la recostó en su pecho y le dio unas palmadas de consuelo sobre la espalda.
—Calmate Lena, Emily solo estará en esta mansión por un tiempo.
—¿Por qué la trajiste?
—No quiero vivir con ella a solas, no me interesa hacerlo —le acarició el rostro—. Cálmate, cuando me case contigo, viviremos solos en la casa que siempre has soñado. —ella sollozó.
—Es que me da miedo que Emily se quede contigo.
—Eso no va a pasar, este matrimonio es un sacrificio que estamos haciendo, yo por la compañía y la fortuna de mi familia, y tú por tu familia, no olvides que de mí depende que la constructora de tu padre no se vaya totalmente a la quiebra, necesito tener todo el poder sobre la compañía para así ayudar a tu padre.
—Tienes razón —sollozó—. Pero sigue siendo muy difícil para mí.
—Tienes que tener la mente fría de ahora en adelante, necesito ese bebé dentro del matrimonio. Mejor siéntate, mandaré que te preparen un té, ya vengo, no salgas de aquí así como estás, por favor hazme caso.
—Está bien.




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