Ian había dicho que podía irme a quedar con él a su casa sin problema alguno y mierda… —¿Qué estaba mal con él? — El hombre ni siquiera me conocía de ninguna parte, y, aun así, quería dejarme entra a su espacio personal como si nada, como si en la vida no se tuviera que ser desconfiado y arisco con las personas desconocidas, debía decir que me encontraba perpleja y totalmente fuera de lugar por su invitación tan poco común, de hecho, fue tanta mi sorpresa… Que al final solo pude quedarme viéndolo fijamente sin más.
¿Había estado hablando en serio? ¿De verdad quería que fuese a quedarme a su casa? ¿No le daba miedo el convivir con una desconocida?
Eran muchas las preguntas que se estaban formulando en mi mente, pero, sobre todo, no pude evitar pensar que era una estúpida irresponsable al estar siquiera considerando la opción de aceptar su propuesta. —¿Cómo aceptaría el irme a vivir con él? ¿Estaba yo también loca? — Debía rechazar la oferta y listo, ya encontraría una manera de sobrevivir ante mi escasez de dinero, por nada del mundo podía siquiera considerar lo que él me decía por qué no sería nada sensato o inteligente, como dije antes, yo no lo conocía y no podía ir por la vida aceptando ese tipo de cosas.
—Mira es muy amable de tu parte el querer ayudarme, pero creo que rechazaré tu invitación, no es por ser desagradecida, es solo que… —Yo estaba declinando cortésmente la propuesta que él me había hecho, cuando de repente la realidad me golpeó fuertemente.
Nadie regalaba o daba algo por que sí, —Así no funcionaba el mundo—, yo lo sabía más que nadie, así que no podía olvidar el hecho de que él me estaba ofreciendo todo aquello porque tenía algún interés por ahí o al revés, quería algo a cambio. —Estaba segura de ello…— No podía ser tan ilusa como para creerme que todo estaría bien y que al final, él era un hombre caritativo y desinteresado, ni de coña…
—¿A qué se debe todo esto Ian? —Pregunté de repente, —No me como ese cuento de que estás siendo amable porque sí. ¿Cómo esperas que pague este favor que pretendes hacer? —Me levanté abruptamente de la silla. —¿Crees que soy una puta o algo así?
Esa última pregunta salió de mí sin más, no es como si hubiera planeado el decírsela, pero joder… Estaba segura de que mi subconsciente no podía dejar de pensar una y otra vez que yo era una regalada y por tal, siempre creía que me estaban asociando con las prostitutas.
Él me regaló una mirada perpleja, sus ojos azules fueron de claros a oscuros y si yo no hubiese estado molesta, quizás me hubiera sentido fascinada.
—¿Qué dices Isabella…? —Me preguntó lentamente con cierta sorpresa. —No pienso tal cosa de ti, de hecho…
Lo callé antes de que pudiera decir alguna ridiculez más.
—Mira no me importa realmente que es lo que piensas de mí. —Aclaré con clara molestia, —No confundas mi necesidad con otra cosa, no creas que voy a caer en alguna clase de juego tuyo simplemente porque al final del día decidiste ser amable conmigo. —Gruñí — No me como tu discurso acerca de la ayuda y demás cosas, he conocido a muchos de tu especie, Ian. —Declaré — No me dejo envolver por nadie y mucho menos por un aparecido, tú solo eres uno más en la larga lista de aprovechados.
Cuando terminé de hablar estaba casi sin aire, no sabía de donde había sacado tantas palabras afiladas para tirárselas en la cara a él, la verdad era, que no me dejaría envolver nunca más por ningún hombre, no dejaría que mi necesidad se convirtiera en la cruz que llevaba sobre mi espalda. No entendía como la situación se había enredado tanto. —¿Qué hacía discutiendo con él? —, después de todo solo era el tipo que había sido mi jefe por un tiempo, nada más, yo no lo conocía y claramente él no me conocía a mí, no tenía por qué estar armando aquel espectáculo, al final… Él solo debería marcharse y dejarme a mi sola con mis problemas y angustias.
¿Quién dijo que necesitaba a un hombre que me solucionara la vida?
—Creo que lo mejor es que te vayas, Ian. —Señalé la puerta.
La mirada que él me regaló fue indescriptible, era asombro mezclado con un poco de irritación y quizás también… ¿Diversión? —¿Estaba él burlándose de mí? ¿Era eso? —, más vale que no fuese así, él no quería descubrir mi lado histérico y realmente enojado.
—Puedes irte en cualquier momento, camarada. —Repetí una vez más, ya no me interesaba el mantener una fachada de niña educada y servicial.
A la mierda las apariencias.
—No pretendía el ofenderte, Isabella. —Él también se puso de pie. — Lamento si mis palabras dieron paso para que las tergiversaras, solo quiero aclarar que te quiero ayudar porque me nace, no porque quiero algo a cambio.
Él era mucho más alto que yo, aun así, no me dejé intimidar por su tamaño.
—Y sobre si creo que eres una mujer que vende su cuerpo o algo así por un simple favor. —Puntualizó firmemente, — no sé de dónde sacaste aquello, jamás lo he insinuado y por tal, no merezco ser reprendido por algo que jamás dije.
—No tienes que decirlo, ustedes los hombres…
—Nosotros los hombres nada, Isabella. —Me cortó el royo — Generalizar porque sí, es algo inmaduro, no pretendas juzgarme por algo que no he dicho, y si al final del día tuviera otro tipo de intenciones contigo, siendo sincero, me evitaría tanto trabajo. —Se encogió de hombros — Podría tener cualquier otra mujer sin tener que ofrecerle nada a cambio.
Sus palabras solo sirvieron para molestarme aún más.
—No recuerdo haberte pedido nada.
—No, no lo hiciste. —Precisó — Yo solo te estaba ofreciendo mi ayuda, eso es todo.
—Algunas personas simplemente no quieren ser ayudadas, Ian.
—Supongo que en eso tienes razón. —Miró a mis ojos fijamente. —Pero entonces… ¿Tú no quieres ser ayudada? O ¿Tienes miedo de que alguien te ayude Isabella?
Ambas preguntas lograron desestabilizarme, aun así, no se lo dejé saber.
—No necesito ser ayudada, yo puedo sola. —Respondí sin más —, ¿Por qué quieres ayudarme? —Interrogué de nuevo — No nos conocemos, puedo contar con los dedos de una sola mano, las veces que tú y yo hemos hablado. ¡Ni siquiera sé tu apellido! —Exclamé — Y así pretendes querer salir de la nada y ofrecerme algo como aquello, no puedo…