El arte de amar.

Capítulo 14

Hoy ya era lunes, había llegado más temprano de lo normal al instituto porque tenía examen de química y quería estudiar un poco más en la biblioteca, y sí, sé que seguramente muchos estarían sorprendidos de Isabella Gibson por madrugar a estudiar, pero bueno ¿Qué se podía hacer?  A veces simplemente ocurrían los milagros y listo.

En la semana pasada no había tenido realmente inconvenientes en clases, casi todo mundo me ignoraba y eso estaba bien para mí, por primera vez en la vida no quería ser el centro de atención. Marlon si había sido un poco bastardo conmigo, pero no me quejaba, me había mantenido también alejada de Davy y de su perfecta novia, eso era lo que él quería y bueno, yo lo respetaba, aun así, últimamente cada que entraba a un lugar podía sentir sus ojos sobre mí y eso era algo realmente incómodo, ¿Qué me veía? ¿Qué tenía yo en la cara?

Seguí caminando por un estrecho camino blanco hasta llegar a las altas y grandes puertas de la biblioteca, el lugar estaba totalmente desierto cosa que me gustó demasiado, y sin perder más tiempo, simplemente me dispuse a estudiar y sip, señoras y señores... Les presento a la nueva Isabella, su futura gobernadora.

Me reí mientras empezaba a leer sobre la secuencia del átomo, cuando de repente una voz me hizo pegar un grito al cielo.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Davy, mientras me observaba desde arriba.

Abrí la boca para responder de manera sarcástica, sin embargo, me quedé en total silencio al repararlo a él. Davy era un idiota, pero siempre había sido un idiota muy atractivo.

—¿Isabella?

—¿Qué quieres, Davy?

—Te pregunté qué estás haciendo.

Enarqué una ceja ante su pregunta. ¿Tanto les costaba a las personas creer que yo era una nueva Isabella que le gustaba estudiar? ¿De verdad?

—Estoy estudiando Davy, eso es lo que hacen las personas cuando quieren aprobar los exámenes.

—¿Desde cuando tú quieres aprobar exámenes? ¿Tu padre no pagaba para que te pasaran todo?

—Lo hacía, ya no —respondí con calma —¿necesitas algo?

Realmente no lo quería conmigo ni nada por el estilo, su presencia estaba creando estragos dentro de mí, y aquello claramente no me gustaba ni un poco.

Davy guardó silencio por un momento, sus ojos me inspeccionaron atentamente y me pasó algo que jamás me ocurría con otra persona que no fuese Ian, me sonroje, ¡si joder! Me sonrojé y Davy lo notó porque frunció el ceño y me observó con más fijeza.

—Nada, no quiero nada, solo te vi y quería asegurarme de que todo estaba en orden —Pasó las manos por su cabello como si estuviera nervioso y tras un suspiro volvió hablar —Es raro verte por aquí actuando de una manera tan distinta, de igual manera, que te vaya bien...

Me quedé estática al escuchar sus palabras, pero no tuve tiempo a decirle nada, porque él volvió a marcharse sin más.

¿Qué le pasaba? ¿Por qué me hablaba de aquella manera? ¿No se suponía que me odiaba? ¿No era eso?

Traté de no pensar mucho en eso, siempre dejaba atrás lo que me desestabilizaba y bueno, Davy era ese alguien que siempre lograba tocar mis nervios y dejarme destruida sin más.

No debía pensar él.

No podía…

Estudiar por casi dos horas no me ayudó para absolutamente nada, el maldito examen había sido más difícil de lo que esperé, y no logré concentrarme mucho debido a Davy. ¿Por qué había sido tan amable? ¿Qué estaba planeando?

—Supéralo, Isabella —me susurré con enojo, —no pienses en ese idiota, no vale la pena.

Realmente no la valía.

Sintiéndome extremadamente cansada y muy decepcionada por no haberle atinado muy bien al examen, salí del salón de clases y me dirigí hacia la cafetería, mientras hacía la fila para poder comprarme alguna bebida caliente, revisé mi teléfono y descubrí que tenía dos mensajes de texto. Uno era del pelinegro, según él no podía recogerme después de clases porque tenía unas cuantas cosas por hacer, y deduje que aquellas cosas estaban ligadas a Ágatha.

El otro mensaje era de mi hermano, él me estaba preguntando si nos podíamos ver en la noche, según sus palabras, teníamos cosas importantes de las cuales hablar. Por un momento quise decirle que él y yo no teníamos nada de qué hablar, era un imbécil por haberme echado de su empresa, aun así, al final terminé accediendo a verlo aquella misma noche.

Seguí avanzando en la fila sin entablar conversación con nadie, después de varios minutos comencé a escuchar algunas voces y risitas detrás de mí, no fue necesario que yo mirase hacia atrás para saber que estaban hablando y riéndose de mí.

Seguí avanzando por la fila de bebidas para pedir un té cuando escuché risitas atrás mío, no miré, no era de mi incumbencia sus risotadas, pero estaba segura un cien por ciento que yo era su payaso.

Después de ordenar y pagar mi té verde y alguna clase de bolsita de avena, salí de la fila para ir directo a la parte de afuera y así lograr tener un poco de privacidad. Estaba ya en mi camino, cuando de repente sentí una pesada mano es mi espalda y seguido a ello, escuché un "Lo siento" burlón, al tiempo que yo caía cómicamente al piso arrojando la avena y el té por todas partes, la bebida caliente salpicó mi rostro y mi cuello haciéndome tragar un quejido de dolor cuando mi piel ardió brutalmente por la fuerte quemadura.

Mierda…

Sentí mis ojos llenarse de lágrimas y rápidamente intenté ponerme de pie, ignorando totalmente mi dolor y vergüenza.

—Eso es para que no te metas en mi camino —dijo de repente una chica que yo no reconocía de ninguna parte.

—Me empujaste apropósito —susurré tratando de controlar mi dolor.

—¿Y qué con ello? —enarcó una ceja y sonrió —de hecho, le hice un favor a esa cara tuya, quizá esa quemadura esconda esas pecas de zorra que tienes en tu rostro.

Varias personas se rieron alrededor con malicia, y eso solo me dolió más, no por las personas, sino más bien por mí, porque esa chica me recordaba a la Isabella que había sido antes, la que le gustaba pisotear a todo mundo y hacerlos sentir una mierda sin sentido alguno. Me dio asco pensar en mi forma de ser antes, tanto asco de mí misma y mi vacío ser, que de repente solo quería desaparecer sin más y borrar cualquier huella mía del mundo.




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