Prologo

El aire gélido picaba la piel de Anya mientras salía del autobús, la estela de vapor de su aliento se perdía en la oscuridad del norte. Había dejado atrás la bulliciosa ciudad, las luces y el ruido, en busca de la paz y la inspiración que sólo podía encontrar en la naturaleza salvaje. Un pequeño pueblo remoto, rodeado de montañas y bosques, era su destino, un lugar donde la leyenda decía que las auroras boreales danzaban con una intensidad sobrenatural.
Anya llevaba un cuaderno y un juego de pinceles en su mochila, esperando capturar la belleza fugaz de las luces del cielo nocturno. Sin embargo, lo que no esperaba encontrar era a él: un hombre alto y corpulento, con ojos que reflejaban la sabiduría ancestral de las tierras que habitaba. Se llamaba Kaelen, un guía local que conocía los secretos del norte como la palma de su mano, incluyendo los misterios de las auroras.
La primera noche, mientras observaban la danza verde y violeta del cielo, Anya sintió una conexión con Kaelen que no podía explicar. Sus palabras, llenas de respeto por la naturaleza y las antiguas creencias, la cautivaron. Ella, una mujer urbana y pragmática, se encontró atraída por su misterio, por el aura de sabiduría que lo rodeaba.
Kaelen le explicó que las auroras no eran un simple espectáculo de luces, sino que contenían un poder ancestral, un mensaje del espíritu del norte que sólo unos pocos podían comprender. Él parecía poseer ese conocimiento, y ella deseaba descifrarlo junto a él. Pero en sus ojos, Anya vio un brillo de tristeza, una sombra de secreto que se ocultaba detrás de la belleza de su alma.
Y mientras la aurora boreal brillaba con un fulgor especial, Anya se dio cuenta de que su viaje al norte no era sólo un viaje en busca de inspiración artística, sino también un viaje al corazón de un misterio y a las profundidades de un amor que no esperaba encontrar.