Estaba a punto de llegar mi decimoctavo cumpleaños, faltaba poco más de un mes y todavía la situación no estaba muy clara, ya estaba organizando mi fiesta con todas las normas de la pandemia: distancia, mascarilla, toque de queda; total, no habría sido un cumpleaños normal como los anteriores.
-Espero que por agosto ya no habrá covid y mierdas de esas que quiero celebrar mi cumpleaños con una gran fiesta - me comentó un día Giorgia por videollamada.
-Tía, yo espero que para julio todo se pueda solucionar. - afirmé.
-¿Qué harías tú por el tuyo?
-No sé, algo con los amigos del curro de mi madre, que es como nuestra segunda familia, iríamos a la piscina y a la playa, una cena con tapas y ya, un plan sencillo, normal…
-Echo de menos la normalidad, Sofi.
-Y yo, y yo.
-Por lo menos este año vamos a aprobar todas, sin ningún problema.
-¿Cómo está yendo?
-Pues, no nos enteramos de nada, pero lo importante es pasar al próximo año y esto es lo que haremos todas, así que, objetivo conseguido.
-Pues, me alegro para vosotras, espero que en el próximo curso sea presencial, ya que es el último.
-La graduación sin ti no será la misma.
-Ya lo sé Giorgia, pero bueno, ya sabes…
-¿Tú con el instituto, al final?
-Tengo la matrícula en dos meses.
-¿Emocionada?
-Mucho, tengo ganas de volver a clase, parece ser que será presencial.
-¡Qué bonito! Me alegro por ti cariño. ¿Y cuántos años son?
-Dos, es un bachiller, solo que allí son cinco y aquí dos.
-¡Joder qué guay! - exclamó Giorgia.
-La verdad que sí.
-Igual conocerás a alguien especial.
-No sé, son más pequeños que yo, ya sabes que a mí me gustan mayores.
-Mayores, de esos que llaman señores … - empezó a cantar.
-Te pasas- le dije riéndome.
-Oye, te dejo que tengo que estudiar, ya llegan los últimos exámenes, ¡Por fin!
-Suerte cariño- saludé y colgué.
Yo y mi madre estábamos viendo una serie cuando su móvil sonó.
-¡Giacomo! - exclamó, era su jefe.
Contestó con tono emocionado, llena de esperanza y se fue a la habitación; yo también cogí mi smartphone y miré si había habido cambios con algunas restricciones
“Novedades de las últimas horas: la Comunidad Valenciana decide volver a abrir los restaurantes con toque de queda, obligo de mascarillas y distanciamiento entre las mesas…”
Seguía leyendo: “... las personas podrán circular con el toque de queda hasta las once de la noche, no será permitido reuniones con más de diez personas por vivienda, ni fiestas públicas y aforo limitado, dependiendo de las instalaciones.”
-¡Sofi! Vuelvo a trabajar - me comentó mi madre llorando.
-Podemos salir- le dije - lo pone aquí - señalé.
Nos abrazamos y empezamos a llorar de felicidad, de la terraza escuchábamos música, aplausos y gente que con mascarilla y distancia empezaba a llenar las calles. Nuestra vida normal ya estaba, poco a poco, volviendo y la habíamos echado mucho de menos.
-Vamos a la playa, ¿no? - le pregunté.
-Claro, vístete.
Nos arreglamos y salimos dando un paseo por el puerto y el paseo marítimo; hasta las olas parecían felices de vernos; entre las personas había un ambiente más sereno, incluso más amable, parecía que todos ya empezábamos a apreciar lo que teníamos.