Fugitivo Corazón

Capitulo 9

Llegue a casa como si me estuvieran persiguiendo, estaba muy chocado por lo que había pasado con Ulises, él era una caja de Pandora para mí, cada vez hacía cosas más extrañas que me ponían a pensar si estaba tramando algo. 

Entro en casa encontrándome con mi madre que me sonríe con cariño, no sabría que hubiera sido de mí sin mi madre  y mi hermano, fueron ese apoyo que necesite todo ese tiempo en el que no dejaba de llorar por todo lo que pasaba a nuestro alrededor. 

—Hija, que bueno que llegaste, la cena ya está lista —asiento sonriendo. 

—Gracias mami, me daré una ducha y bajaré —digo caminado hasta la escalera para subir a la habitación.

Llego a ella en el momento en que el sonido de mi móvil hace que me detenga en la puerta, lo tomo de mi bolso y arrugo mi entrecejo porque no conozco ese número, pero como soy una mujer muy curiosa tomo la llamada. 

—¿Bueno? 

—Martina, buenas noches, soy Manuel —sonríe. 

—Oh, Manuel, ¿cómo estás? 

—Bien, perdón por llamarte, pero quería saber como estabas, supe por el de seguridad de la empresa que te fuiste en taxi, ¿estás bien?

—Sí, tuve un problema con el auto, pero mañana lo recogerán —digo con una sonrisa en el rostro. 

—Está bien, en realidad te llamaba para invitarte a cena, tenemos una cena benéfica esta noche y no tengo acompañante, ¿quisieras ser tú? —me quedo en silencio, ¿qué le digo?, Manuel es un hombre apuesto y me agrada, no veo el problema en que acepte su invitación. 

—¿Pasas por mí en una hora? 

—¿Eso es un sí? —asiento riendo, aunque se que él no me ve. 

—Sí, lo es, estaré lista en una hora, te envió la dirección por mensaje, ¿está bien? 

—¡Perfecto!, te veo ahora—dice terminando la llamada logrando que sonría. 

Saldré con alguien después de siete años, no sé cómo sentirme, ahora mismo no se si hice bien en aceptar, pero merezco hacerlo, soy joven y aun tengo mucho por vivir. 

Me doy una ducha e intento buscar algo adecuado para la cena benéfica, no se donde sea, pero imaginó que debe ser algo clamoroso, por lo que me decido por un hermoso vestido rojo largo que tengo guardado desde hace años, me lo regalo Ulises para mi grado, jamás lo use porque ese día paso lo de su accidente, solo espero que me quede. 

Con mucho cuidado me lo coloco sorprendida de que aun me quede, ame este vestido cuando me lo regalo, se moldea a mi cuerpo de una manera que deja ver que aunque tengo un hijo sigo teniendo un buen cuerpo. Después de maquillarme algo sutil y peinar mi pelo, tomo mis cosas y bajo al primer piso, los ojos de mi madre se posan en mi sorprendida. 

—Hija, te ves hermosa, ¿Vas a salir? —asiento. 

—Sí, un amigo me invito a cenar, ¿está mal? —ella niega repetidamente haciéndome sonreír. 

—No, claro que no, Dios no puedo creerlo, al fin te decidiste a salir con alguien, estoy muy feliz por ti —ruedo los ojos sonriéndole. 

—No exageres mamá, tampoco es para tanto. 

—Claro que sí, llevas solo siete años, siempre soñé con que rehicieras tu vida de nuevo, te lo mereces, hija. 

—Solo es una salida, no me voy a casar con él —ella ríe.

—Lo se, pero aun así me alegra, mi amor —dice tomando mis manos y veo como sus ojos se llenan de lágrimas —Las madres queremos ver felices a sus hijos. 

—Lo sé mami, pero estoy que me muero del miedo, después de tanto tiempo voy a salir con alguien y no sé cómo salgan las cosas. 

—Debes dejar el pasado atrás, hija, no todos serán como Ulises —dice haciendo que baje la mirada —. Se que crees que te lastimaran como él lo hizo, por eso te has dedicado todo este tiempo a Arón olvidando que tú también mereces ser feliz. 

—No quiero sufrir de nuevo, Manuel me agrada, pero algo me impide poder conocerlo —ella suspira. 

—Ese algo es Ulises, ¿cierto? —me quedo en silencio porque no puedo decirlo sin que me sienta mal —. No debes sentirte mal por aun quererlo, él fue quien fallo y aunque se que n quieres escuchar esto, te lo diré, no te merece, no merece tu amor, ni mucho menos que le sigas teniendo un tipo de luto, déjalo ir hija y sé feliz —besa mi frente haciéndome suspirar. 

—Lo haré, me daré una oportunidad porque la merezco —digo sonriéndole en el momento en que escuchamos el timbre de la casa. 

Mi madre suelta mis manos para caminar hasta la puerta con una sonrisa en el rostro, parece como si fuera ella la que tendrá la cita y no yo. Aunque no voy a negarlo, estoy nerviosa, espero que la noche termine bien, porque si no es así, dudo mucho que logre salir de nuevo. 

Me doy la vuelta encontrándome con el rostro sonriente de Manuel, sus ojos me recorren y veo aceptación en ellos. Él no se queda atrás, está muy guapo con ese esmoquin, sus ojos azules resaltan a un más. 

—Buenas noches, Martina, estás hermosa —sonrío. 

—Muchas gracias, tú también estás muy guapo —digo escuchando como mi mamá tose para llamar nuestra atención —. Lo siento, ella es mi madre —digo señalándola. 

—Mucho gusto, señora, Manuel Vlacos —dice tomando su mano para besar su mano. 

—Vaya que caballero, un gusto muchacho —niego por la escena tan peculiar. 




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