Capítulo VI: Recuerdos del pasado, llegada al frente de batalla

Parte 1

En una aldea, la cual podía describirse como una pequeña ciudad, varias carretas de metal llegaron de improvisto. De ellas comenzaron a salir personas armadas una tras otra, la mayoría eran hombres adultos de entre 30 y 50 años, pero había un grupo que se destacaba de entre ellos ya que eran mucho más jóvenes.

"¿Este es el poblado de Campo Sereno? ya veo por qué lo llaman así"(Merid)

Merid, Miguel y los demás del Consejo Olímpico estaban viendo las tranquilas calles, no había mucha gente y soplaba un viento suave y fresco, aunque como aún estaban en invierno era algo frío.

"El pueblo siempre ha sido tranquilo, la gente aquí es bastante reservada"(Miguel)

"¡Miguel, Miguel! ¿En serio este es tu pueblo natal?"(Vera)

"Si, es cierto"(Miguel)

Todos estaban bastante asombrados de saber que este lugar era la cuna de Miguel, no es raro que un semidiós nazca en un lugar humilde pues eso dependía de los caprichos de los Dioses, un semidiós puede, por ende, nacer en cualquier lado. Lo sorprendente de todo esto, es la tremenda coincidencia de que en su ruta se encontraran con este lugar.

Miguel les hablaba sobre las muchas cosas que había en el pueblo como si fuera un guía turístico, al oírlo hablar algunos no pudieron evitar recordar sus propios lugares de orígen y ponerse algo nostálgicos.

Merid, quien iba al frente del grupo junto con Miguel y Celestia, miró a Miguel con una sonrisa, él también venía de un pueblo ordinario.

"Oye Miguel, ¿y cuál de todas estas es tu casa entonces?"(Merid)

"¿Mi casa? Oh, no, en realidad ninguna de estas es, si quieren ver no hay problema supongo, solo... no hagan escándalo ¿de acuerdo?"(Miguel)

"¿Hmm?" Todos estaban visiblemente confundidos con esta respuesta, ¿escándalo? no sabían a qué se refería exactamente Miguel con eso, solo Celestia no parecía tener ningún cambio en su expresión.

Miguel se detuvo en una panadería y compró varias canastas de pan, cuando uno de los chicos quiso tomar uno este le abofeteó la mano diciendo que no eran para ellos, Vera, quien fue la que intentó quitarle un pan, lo miró con ojos de cachorro regañado y al final Miguel aceptó darle un trozo de pan a cada uno.

Caminaron por un rato y llegaron a un edificio ligeramente diferente a los otros, tenía un jardín amplio pero la construcción en sí misma era bastante simple, dos pisos, ventanas con cristales a cuadros y puertas pares de unos dos metros de altura.

"¿Este es el lugar?"(Merid)

"Si, este es"(Miguel)

Todo el grupo se acercó a la entrada de la casa, antes de poder entrar, desde la parte de atras dos niños salieron corriendo mientras reían a carcajadas, cuando vieron al grupo de personas frente a la puerta se sorprendieron, al igual que los chicos, cuando los niños posaron la mirada sobre Miguel aguantaron el aliento por unos momentos antes de que sus ojos se iluminaran.

"¡¡¡HERMANO MIGUEEEEEEEEL!!!"

Los dos niños corrieron abrazaron a Miguel con fuerza, debían tener entre ocho o nueve años ambos.

"Ustedes son... ¿Demer y Acacio?"(Miguel)

"¡Si, si, si! ¡somos nosotros!"(Demer)

"¡¡Te extrañamos mucho!!¡¿Estos panes son para nosotros?!"(Acacio)

Los dos niños asintieron rotundamente, solo eran lo bastante altos como para poder abrazar las piernas de Miguel, pero se aferraban de una forma bastante tierna e inocente.

"Owww... ¡Que tiernos! ¿quiénes son estos niños Miguel?"(Bellatrix)

"eh... estos dos son Demer y Acacio, los cuidé a ambos cuando eran más pequeños, bueno, mucho más pequeños. Niños, estos son mis amigos de la capital, saluden"(Miguel)

"¡Hola, soy Demer!"

"¡Mucho gusto soy Acacio!"

"¡Kyah! ¡demasiado adorable!"(Bellatrix)

Bellatrix no era la única conmovida, todas las chicas estaban con los ojos brillosos tratando de aguantar las ganas de abrazar a los dos niños, eran simplemente demasiado lindos. Miguel comenzó a preocuparse de que algo pudiera pasar con estas chicas.