La Chica Perfecta

Capítulo 5

“Provocaciones” 

 

Con un elegante traje negro y un vestido blanco trasparente del escote; dejando ver con detalle el sostén. Así se habían presentado aquellos dos personajes, tomados de la mano y con una amplia sonrisa que demostraba que ir contra el sistema era su juego favorito. Amanda no se media en reparar cada espacio de mi casa con soberbia y quizá un toque de burla. No era grande, no era un castillo, pero era más de lo que mi familia y yo necesitábamos. Lucas, por su parte, me miraba con recelo o… no lo sé, quizá por primera vez no sabía interpretar esa mirada. 

Me había colocado un vestido amarillo suave con falda holgada y listones en la espalda, la falda me llegaba a unos centímetros sobre la rodilla y me había colocado los zapatos de tono dorado que papá me había obsequiado en navidad. Mi cabello estaba suelto. No era fan de llevarlo así, pero me quería doler la cabeza y era la única forma en la que lo soportaba. Debido a que no tenía anteojos porque la rubia teñida, que estaba parada enfrente, y su hermano, me los arruinaron, tenía que usar mis lentes de contacto. 

Quizá parecía un bicho raro y por ello me miraba con esa misteriosa expresión en su rostro. 

—No sabía que Eddy estaba aquí. Amor, ¿por qué no me dijiste? Le hubiera pagado para que me hiciera la tarea de mañana. 

De pronto todas las miradas se posaron sobre mí. 

Ahora sí, esa víbora me las pagaría. 

¡Esta era la guerra! 

Podía ser humillada en el internado, en la calle, seguro, pero jamás en mi casa. Jamás en mi propia mesa. 

—No sabía que se reunían con los empleados para cenar —siguió Amanda, mirando con desagrado y desprecio a mis padres —. Muy generoso de su parte, señor y señora Maxwell. 

Mis padres se habían sentido incómodos. No era normal que alguien se llegara a burlar de ellos en su propia casa, de sus propias empresas y menos, si era alguien que definitivamente nadie quería ahí. 

Si no me creen que fue un momento incómodo, basta con decir que nadie dijo una sola palabra en todo el rato que esperamos en la sala para pasar al comedor. 

La alegría que antes sacudía el lugar mencionado, era historia, pero alguien parecía estar disfrutando el espectáculo que estaba haciendo su novia. 

Lucas. 

—¡Está lista la cena! —avisó Beatriz y, lo juró, jamás me alegré tanto de escuchar esa frase como ese día.

Pasamos todos al comedor. Era costumbre que antes de sentarnos tomáramos una copa de refresco y nuestros padres tomaran vino, agradeceríamos la comida y luego nos sentaríamos a cenar. Así de simple, pero al parecer a Amanda no le quedaba claro que debía comportarse y terminó fingiendo que tropezaba solo para echarme la copa de vino encima. Ella era un año mayor, así que podía beberlo, pero mi vestido había resentido tal permiso. 

—¡Oh, cielos! —fingió inocencia ante la mirada furiosa de todos en el comedor, incluyendo la de Beatriz —. Mira —sacó su billetera y me extendió un billete de 50€ —. Seguro te alcanza para cinco vestidos más de eso. 

Mi boca caía desencajada en el piso, mis puños estaban apretados y la tela ya se estaba transparentando por el líquido. Me sentía humillada, pero no le daría el gusto de ganar en esta, así que soportando mis ganas de llorar, sonreí y la miré. 

—Muchas gracias por preocuparte —Le dije serena, tomando el pañuelo que me ofrecía Steve —. Al parecer para ti 50€ ea mucho dinero, así que en lugar de gastar en cinco vestidos para mí, te alcanza para diez más como el tuyo. Guárdalo, lo puedes necesitar. 

La rubia me miró con odio impregnado en los ojos, buscó ayuda en su novio pero este me seguía observando a mí, ahora con aquella mirada de hace rato, más intensa.

Por un segundo le sostuve la mirada, hasta que la voz de Steve me trajo de nuevo a mi realidad. 

—Vamos —Tomó mi mano y me llevó hasta el principio de las escaleras —. No entiendo como Lucas pudo traer a esa chica aquí. 

—Es su novia —me encogí de hombros y dejé que limpiara la zona afectada por el vino, cerca de mi abdomen —. Es su forma de decirle a nuestros padres que ya está comprometido con alguien más. 

—Lo dudo. Lucas es un idiota, pero no es de los que se compromete. 

—Pues ya pasó más de un año con ella. 

Steve me miró, acarició mi rostro y sonrió. 

—Tranquila, Eddy. Tú eres mil millones de veces mejor. 

Sonreí y lo abracé.

Allí lejos sentí la mirada penetrante y ardiente de Lucas Maxwell, pero no le tomé importancia. Solo me quería fastidiar. Me estaba demostrando que si podía hacer de mi vida un infierno ahora que no éramos nada, sería peor cuando ya lo fuéramos. Solo me estaba probando,y con suma tranquilidad podía decir… 

Que lo había logrado. 

Quería desertar. 


 

• ────── ✾ ────── •

 

Bajé al comedor de nuevo.

Creí que tendría que hacerlo sola, pero para mi suerte Steve estaba ahí. 

Steve siempre había sido un gran apoyo y si algún día tenía un hijo sin duda le pondría su nombre. Era mi mejor amigo o más bien como el hermano mayor que jamás tuve porque mis padres no me lo quisieron dar. Era ese ser que te hacía sentir especial aun cuando hasta tu lo dudabas y te levantaba el ánimo en cuestión de nanosegundos. 

—Ese te queda mejor —Halagó, viendo mi vestido de color blanco con el mismo estilo del anterior, pero ahora de tirantes, orillas de blonda roja en el contorno de los senos y la orilla del escote pronunciado. 

Regalo de mi madre por mi cumpleaños. 

Era la primera vez que lo usaba y me hacía sentir un poco extraña. Tenía una familia que sabía de moda, pero yo no era el exponente más ejemplar de ello. 

—Regalo de mamá. Aunque creo que Gloria lo eligió. 

—Tiene buen gusto. 




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