Capítulo 3

—¡Aurora!

Ante el grito de Deva me acerco despacio a la zona de lavandería del departamento.
Recuento mi brazo en el marco de la puerta, debe estar con un cepillo de lavarropas, pasándolo con todas sus fuerzas por las camisas blancas.

—Dime —solté.

Suelta la camisa y el cepillo de un golpe colocando sus manos en sus caderas.

—Estoy cansada, las manchas no se quieren salir —expresó con frustración.

—Pues busca un video de YouTube que te explique cómo blanquearlo.

Rueda los ojos.

—Claro, ¿Cómo le coloco? ¿Cómo quitar una mancha de sangre después de matar a alguien? Muy original de tu parte —exclamó sarcásticamente.

—No serías tan específica, Deva —hablé con calma.

—Bueno, entonces ayúdame.

«Sí jode»

—¿Te parece si compramos otro jabón? A ver si blanquea porque creo que el trabajo jabón tradicional lo que vas a hacer es desgastarlo más, así que apúrate que tenemos que salir de después de comprarlo.

—No me apures auro que lo detesto —resopla mientras sale de la lavandería.

—¡No me digas auro!! Tonta!

—¡Te digo como quiera! ¡Y no me digas tonta! ¡Tonta! —grita desde lejos.

Niego mientras me acerco hacia donde estaba lavando las camisas, en las dos camisas se ven bastantes las manchas ahora un poco despintadas el rojo.

Se ve que no era buena idea ir de blanco, pero es casi imposible sacarle una idea a él cuando la tiene.

[...]

—¿Sabes?

—¿Qué?

—¿Puede dejar de ser tan cortante Aurora? A veces en serio que te pones insoportable.
Prueba los ojos y sigo leyendo los productos que contienen los jabones.

—¡Hey!

Doy un respingue a sentir el pellizco.

—¿Qué te pasa deba? —le pregunté molesta.

—¿Puedes dejar de ignorarme?

—Sí —resoplé.

—Voy a buscar algunas cosas que necesitamos, ¿Okay?

—Ajá —balbuceo.

Ella a veces es muy dramática a mi parecer, aunque con el tiempo te acostumbras a su peculiar personalidad.

En algunas ocasiones me gustaría que nada de mi pasado me afectara así como a ella, porque sé que ninguna de nosotras la tuvimos fácil.

«Lo conseguí» pensé.

El jabón con empaque blanco.

Recuerdo que mi nona usaba ese para las camisas de ellas y un día regañó a mi madre por no usarlo.

Al extender mi mano siento las yemas de otra persona, así que rápidamente quito mi mano igual que la o el chico que intentaba quitarme mi jabón.

—Disculpe —decimos al unísono.

A levantar mi vista me encuentro con una mirada grisácea que cautiva, aunque presiento que esa mirada ya la he visto antes.

Antes de que abra la boca comienzo a hablar primero.

—¿Va a agarrar el jabón?

Él frunce su entrecejo y asiente.

—Sí, aunque queda solamente uno señorita —dice despacio observándome de arriba y abajo.

«Qué tanto me mira» quise preguntar, pero es un pensamiento que quedará en mi mente.

—En ese caso —comienza a extender mi mano para agarrar el jabón —lamento informarle que me lo llevo yo.

Al tener lo que quiero paso por su lado con un indicio de sonrisa que desaparece al escuchar su voz gruesa pero firme.

—Lo deberá necesitar como insurgencia, es uno de los mejores jabones me imagino que por eso me imagino que por eso ya se han acabado, se lo recomiendo.

«Su mirada, ¿Dónde lo he visto?» Intenté pensar.

—Ya lo sé, pero gracias por nada y me lo llevo porque lo vi primero si no le importa —contesté con una sonrisa fingida.

Desaparezco del pasillo más rápido de lo hubiera deseado hacer, pero por alguna extraña razón él no me da la confianza necesaria, aunque igual, es un extraño que pueda esperar.

—¡Aurora!

Delante de misa encuentra una deba que por lo visto tiene su cara totalmente enrojecida que se le puede comparar con un tomate.

—¿Qué te pasó? —pregunté.

—Un imbécil peleando conmigo las últimas galletas de maní que habían, uy ojalá y nunca vuelva a ver ese patán —comentó caminando hacia la caja para pagar los productos.

«Ya somos dos, ya somos dos».

Holiis, nuevo capítulo, mi mente está trabajando un poco rápido 😅 eso es raro, espero que lo disfruten, besos 💋