Capítulo 3: Secretos bajo la carrocería

03 | Secretos bajo la carrocería

Aurora.

—¿Qué tal el primer día de trabajo?—me pregunta Jaxon en cuanto soy capaz de poner un pie en su coche.

—Bien.

—¿Bien?

—Sí, ha estado bien—recalco cuando veo que Jaxon insiste mucho. No tengo demasiadas ganas de hablar en este momento.

—No te habrán echado la bronca por haber llegado tarde, ¿verdad?

Yo ruedo mis ojos intentando no recordar la escena por enésima vez en el día. Ha sido lo más ridículo que he podido hacer en toda mi vida.

Ni siquiera soy capaz de ocultarlo, creo que se me nota demasiado en la cara como para poder negarlo. Y Jaxon me conoce tanto que es imposible que no se dé cuenta de ello.

Nunca antes había pasado tanta vergüenza.

—Eso es un sí definitivo.

—No puedo volver a llegar tarde—le pido como si fuera casi una súplica—. Si lo hago me despedirán, y necesito demasiado el dinero, ya lo sabes.

—Sí, lo sé—me responde devolviéndome una mirada—. Sé cuánto necesitas ese dinero para ayudar a tus padres. Y siento que hayas llegado tarde.

Sus palabras me hacen sentir demasiado mal al instante en el que las interiorizo. Siempre acabo pagándolo con la persona con la que no debo. Y un sentimiento de culpabilidad me recorre por completo cuando me doy cuenta de lo que acabo de decir. Él no es quien debería sentirlo, sino yo. Así que opto por no decir nada más, no quiero empeorar nada, tan solo sello mis labios y me centro en la carretera por la que vamos. Estamos volviendo hacia mi apartamento, Jaxon me ha recogido en su coche cuando he terminado el trabajo y me acompaña para poder pasar la noche juntos. Después del día tan agotador de hoy lo que más necesito es tumbarme en la cama y dormir todo el tiempo del mundo. Estoy demasiado cansada, y creo que mi mente se ha saturado de todas las cosas en las que he trabajado hoy.

Que no eran pocas.

—He estado viendo la clasificación—dice para acabar con el silencio que se ha formado para salir del paso—. No puedo creerme lo de ese chico de tu escudería. ¿Cómo se llamaba...?

—Asher.

—Sí, ese—dice dándome la razón—. Ha sido completamente emocionante. Y el video que has subido a la cuenta se ha hecho viral en cuestión de horas—está totalmente alucinado mientras lo dice—. La última vuelta que hizo fue increíble. Ese chico debe de tener un don para esto. Nunca antes había visto algo igual.

—Era predecible.

Mi voz suena seca y tajante como si hablar de él me chirriase los dientes. No soy capaz de entender qué es lo que le ven a ese chico aparte de que es bueno. Hay muchas personas que podrían hacerlo mejor que él. No es nada que elogiar o admirar. Este chico no ha hecho nada nuevo. Nada fuera de lo común ni extraordinario. Nada que destacar. Nada que nadie no pueda superar.

Y al parecer a todos les parece fascinante.

No lo comprendo.

Incluso yo sabría hacerlo mucho mejor que él.

—¿Por qué lo dices?—pregunta confuso.

—Porque sabía exactamente lo que quería hacer sentir al público. Redujo la velocidad lo justo para que su contrincante le pisara los talones y así generar una situación de peligro que hiciera a la grada ponerse en pie. Sabía lo que estaba haciendo en cada momento. Solo buscaba el espectáculo. Quería darle un poco de emoción a la clasificación a pesar de que sabía que era líder.

—Pero aun así ha sido increíble la manera en la que ha quedado primero. Era con diferencia el mejor de todos.

—Sí, eso es indiscutible.

Mi respuesta es clara. Es algo que no puedo negar ni ocultar. Asher ha liderado la clasificación siendo el mejor piloto de todos. Sin duda el más destacable de la pista.

Puedo ver que Jaxon posa su mirada en mí mientras conduce y frunce levemente su ceño. Trata de analizarme por completo, como si se le escapase un detalle que intenta encontrar o descubrir.

Sé que a veces soy un crucigrama que no tiene solución.

Pero así soy yo.

Y creo que nunca tendré arreglo.

—Aún no soy capaz de comprender cómo es que sabes tanto de coches y carreras. Ni siquiera sabes conducir.

Tuve que tragar grueso en cuanto escuché aquello. Noté que mi respiración se detuvo de golpe como si hubiera dicho algo que no debería. Y mi pulso se disparó de un segundo a otro.

Había aspectos de mi vida que quizás hubiera ocultado.

Pero así todo era mucho mejor.

Por el bien de todos.

Y por el bien de mí misma.

Así que simplemente le di como respuesta mi mejor sonrisa.

—Supongo que es el resultado de todas las películas que he visto en mi vida, siempre he sido muy fanática de ellas.

Mentira.

Todo mentira.

—Joder, ni siquiera yo sé tanto como tú, no sé cómo lo haces—dice impresionado como si no se lo pudiera creer.

No tardamos mucho en llegar a mi apartamento, el camino se me hace muy ameno a su lado, durante el resto del trayecto pusimos música para poder relajarnos y nos pusimos a cantar como nunca. Jaxon lleva siendo mi pareja desde los quince años, ni siquiera recuerdo un instante en el que él no estuviera. Siempre estuvo a mi lado, y en cada recuerdo él siempre aparece. Nos conocimos cuando me mudé con mi tía a Miami mientras mis padres trataban de arreglar pequeñas cosas y desgracias familiares que nos habían ocurrido y que no éramos capaces de superar. Por eso es que decidimos que mudarme era la mejor opción. No querían que ello me superase, aunque, era inevitable que no lo hiciera.

Jaxon fue el primer chico que se me acercó en el instituto cuando al cabo de varios días nadie se atrevió a hacerlo. Fue el único que me habló cuando me vio sola y el que me invitó a comer con él cuando se dio cuenta de que, cuando el timbre sonaba, yo me metía al baño para que nadie pudiera ver que no tenía nadie con quien poder comer.

Al principio entablamos una pequeña amistad, nos veíamos cada día y siempre nos gustaba pasar tiempo juntos, pero poco a poco y con el paso de los meses nos dimos cuenta de que nos gustábamos mutuamente, así que no tardó mucho en pedirme que fuera su novia.