Mi definición de problemas

SONRISA TENEBROSA

Comenzar de cero, en una nueva ciudad, después de vivir toda mi vida en el mismo sitio, es algo que me aterra.

Tengo apenas 17 años, soy demasiado tímida y callada para tener muchos amigos, aunque lo considero mejor así, solo tengo dos, pero sé que son verdaderos, ellos me aceptan y me quieren, no necesito más si los sigo teniendo a mi lado.

Pero mamá había decidido marcharse de aquí, se enamoro nuevamente de un hombre con dinero, el cual logro engatusar, lo tenía bajos sus redes, era preso de su embrujo, tanto así, como para llevarnos a vivir con él.

Mi madre había pasado por más relaciones amorosas fallidas que mis años de vida, en un corto periodo de tiempo, se encontraba en busca del hombre perfecto… no la culpo, pero sabía que aquello era una estupidez, nada ni nadie es perfecto, era una inmensa utopía creer en que llegaría el momento en que lo encontraría.

Pero ahí estaba nuevamente, tratando de convencerme de que esta vez, si lo había conseguido, que aquel hombre cumplía con todos los requisitos para encabezar su lista.

Según ella, su extensa billetera era lo de menos, al lado de su belleza y su carisma, afirma que es amable y la trata como a una reina.

Que podía hacer yo al ver aquella felicidad en sus ojos, no podía simplemente negarme, la culpa de ser la causante de su infelicidad me carcomería viva.

Lo que nos llevaba a la situación actual, aquí me encontraba haciendo las maletas, con Camilo y Teresa, mis mejores amigos, ayudándome a no olvidar nada de lo necesario.

No teníamos muchas cosas, solo lo esencial, pero nunca me he quejado, soy de las personas que prefieren ser feliz con lo que tienen, que lamentarse por aquello que no.

-Vamos cambia esa cara gatita, no es el fin del mundo – Dijo Camilo mientras me abrazaba contra su pecho, dándome ánimos.

El apodo que utiliza siempre, se debe a que, cuando lo conocí hace ya unos siete años, me encontró desparramada en el piso, después de darme un golpe por mi torpeza, en ese momento me dijo que mi carita le hacia acordar a un lindo y tierno gatito, mis ojos son algo extraños, una mezcla entre verde y miel, grandes, demasiado diría yo, lo que los hace la parte más llamativa de mi rostro.

-No dejaremos de vernos, iremos a visitarte todo el tiempo que podamos – Esta vez fue Teresa quien me abrazó, formando un escudo entre el mundo y yo.

Sabía que ellos no me abandonarían, nuestra amistad cruzaría fronteras y perduraría en el tiempo.

-Lo sé – Dije limpiando algunas lágrimas sobre la camisa de Cam, quien se quejó casi de inmediato.

-Oyee que es mi camisa favorita – Revolvió mi pelo mientras me sonreía con tristeza en sus ojos.

Mamá interrumpió el momento entrando a mi habitación.

-Cariño el camión de mudanzas ya esta aquí, debemos irnos si no queremos llegar tarde.

-Ok. – contesté con pesar, aun aferrándome a mis amigos.

Nos montamos en el auto viejo y destartalado que mamá conservaba desde mi nacimiento.

Creo que fue lo único que conservó aparte de mí, de la relación fallida con mi padre.

-Veras que será genial, ¡un nuevo lugar, una nueva vida…!

-No quiero una nueva vida, estoy feliz con la que tengo – Dije en un susurro para que mamá no escuchara, no quería acabar con su felicidad y destruir su ilusión apenas salir de aquí.

Le sonreí y grité un ¡Urra! Elevando mis manos que tocaron el techo del auto.

Cuando llegamos a aquel increíble lugar, mi mandíbula se encontraba barriendo el suelo del coche, era impresionante, más que una casa, parecía una mansión, enorme y lujosa.

Nos esperaba en la entrada un hombre elegante y bien vestido, con su traje pulcro y conservador.

Mamá tenía razón, era un hombre muy bello, que pese a sus años se conservaba muy bien.

No esperaba menos de ella, ya que era una mujer muy hermosa, siempre la observaban en el lugar donde entrabamos, le gustaba llamar la atención de los hombres, aunque siempre lo hacía de la forma equivocada.

Nos bajamos del coche y él nos saludó alegremente, se veían sus ojos brillar de la emoción al mirar a mi madre.

-Que bueno que ya están aquí Clarisa, ¿ella debe de ser Ally verdad? – Preguntó dirigiéndose hacia mi para apretarme en un abrazo cálido.

-Es un verdadero placer el conocerte al fin, tu madre me ha hablado maravillas de ti -

-Emmm si un gusto - Dije algo incomoda y avergonzada.

Mamá se adelantó a hablar antes de que el silencio se volviera incómodo.

-Ally él es Louis – La sonrisa en sus labios creció al observarlo fijamente.

-Bueno si quieres pasar a dejar tus cosas a la habitación y ponerte cómoda, después habrá tiempo de conocer al resto de la familia – Dijo caminando hacia adentro.

Miré a mamá interrogándola, ¿el resto de la familia? ¿a qué se refería?

No me dio ninguna respuesta, sino que se dedicó a caminar detrás de Louis, no me quedo otro remedio que seguirlos al interior de la mansión.

-Las habitaciones están en la tercera planta, puedes tomar cualquiera de ellas, menos la última – Habló Louis observándome con una sonrisa, mientras me señalaba las enormes escaleras en el centro del lugar.




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